La superficie arbolada arrasada por el fuego disminuye este a?o en un 75% respecto al pasado
El n¨²mero de hect¨¢reas arboladas arrasadas por el fuego ha disminuido en un 75% durante los siete primeros meses de este a?o en relaci¨®n con el mismo periodo del pasado. Los expertos atribuyen este descenso, notable en la zona mediterr¨¢nea, a unas condiciones clim¨¢ticas menos favorables para los incendios y a la diligencia de los servicios de investigaci¨®n y prevenci¨®n. Durante el primer semestre, el 80% del operativo ¨¢ereo se centr¨® en Galicia.
Se ha llegado a decir que este a?o ha habido menos incendios, hasta ahora, por los Juegos Ol¨ªmpicos, disputados entre julio y agosto en Atlanta (EE UU). Al menos, lo insinu¨® el ingeniero de Montes, Jaime Villagr¨¢n, subdirector del Centro Operativo de Sevilla: "Cuando se celebran acontecimientos de este tipo y se televisan, los fuegos tienden a disminuir".?Seduce m¨¢s una final deportiva que quemar un monte? Nadie duda que el espect¨¢culo televisivo ha podido influir, pero en menor medida de lo apuntado por Villagr¨¢n. Sus propios compa?eros del Infoca (Plan contra Incendios Forestales de la Comunidad Andaluza) atribuyen a los pir¨®manos tanta ignorancia, que "ni sab¨ªan lo de los Juegos ni d¨®nde est¨¢ Atlanta".
Despu¨¦s de las intensas lluvias del invierno, los responsables de prevenci¨®n de los incendios forestales se tem¨ªan lo peor para este verano. Tanta maleza, tanto combustible listo para prenderse al menor conato, hac¨ªan presagiar un infierno.
Todo lo contrario. Seg¨²n la informaci¨®n facilitada por la Direcci¨®n General de Protecci¨®n Civil, con documentos de las comunidades aut¨®nomas, hasta el 11 de agosto se ha reducido en tres cuartas partes la superficie arbolada incendiada respecto a 1995: 7.225 hect¨¢reas ahora por 29.034 entonces.
Mayor control
La clave de la disminuci¨®n de los incendios no est¨¢ en los Juegos Ol¨ªmpicos, sino en el mayor control de la superficie vegetal, que es fotografiada diariamente por los sat¨¦lites NOAA. Las im¨¢genes que proporcionan, previamente tratadas, reflejan en una escala coloreada el porcentaje de su actividad, de modo que los observadores pueden detectar qu¨¦ zonas han perdido vitalidad, c¨®mo evolucionan y, por consiguiente, cu¨¢les se han convertido en combustible virtual para extremar la vigilancia.Por los fotogramas adjuntos, cuyos tonos crom¨¢ticos han sido invertidos, se puede observar que, a principios de julio del a?o pasado, m¨¢s de la mitad de Espa?a (excluido el archipi¨¦lago canario) estaba en disposici¨®n de arder (tono gris oscuro). La fotograf¨ªa tomada este a?o reduce y limita sensiblemente ese ¨¢rea al sur de la Comunidad Valenciana, La Mancha y los contornos de los valles del r¨ªo Ebro, el Guadiana y el Guadalquivir.
Pero Ricardo V¨¦lez, jefe del ?rea de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio de Medio Ambiente, llama a la cautela. En 1993 las condiciones eran tambi¨¦n buenas y, sin embargo, el a?o siguiente fue el peor que se recuerda. "No hay que bajar la guardia", advierte. Sobre todo, si se tiene en cuenta que las masas forestales aumentan sin parar en Espa?a, como se desprende del segundo inventario, cuya elaboraci¨®n est¨¢ a punto de concluirse. "La despoblaci¨®n rural crece en la segunda l¨ªnea del litoral mediterr¨¢neo, donde la agricultura marginal y de subsistencia ha sido literalmente abandonada y los campos se han convertido en tierra de nadie por la p¨¦rdida de valor econ¨®mico", a?ade V¨¦lez.
Hasta ahora, el interior de la Comunidad Valenciana ha gozado de unas condiciones meteorol¨®gicas desfavorables para los incendios. Joseba Rodr¨ªguez, responsable de las brigadas forestales de Alicante, dice que este a?o apenas han soplado los vientos secos de po,niente, los que m¨¢s se temen. Ya lo dice un refr¨¢n manchego: "Que sople poniente aunque Valencia reviente".
Despu¨¦s de la fat¨ªdica experiencia de 1994, cuando se quemaron 224.000 hect¨¢reas en toda Espa?a, esta comunidad ha reforzado sus dispositivos y la investigaci¨®n de las causas de los fuegos. De los 480 que registr¨® el pasado a?o, un 45% de ellos intencionados, s¨®lo dos quedaron sin esclarecer, la mejor marca de todas las comunidades.
En esta tarea ha intervenido de manera destacada la polic¨ªa auton¨®mica. Para Juan Vicente de Luis Tur¨¦gano, inspector jefe y responsable del grupo operativo para incendios forestales, la clave de este ¨¦xito radica en llegar r¨¢pidamente al lugar del siniestro para no dar tiempo al borrado de las huellas, ser perseverante en la investigaci¨®n y mantener una actitud muy objetiva hasta dar con el pir¨®mano. En 1995, y tras un pertinaz seguimiento, dieron con una mujer que hab¨ªa provocado m¨¢s de 20 incendios en un a?o. Tur¨¦gano incluso ha escrito un libro en el que recoge estrategias para la investigaci¨®n de incendios.
Condena hist¨®rica
La Justicia no se ha quedado atr¨¢s en el acoso a los pir¨®manos. La Audiencia de Valencia ha dictado este a?o la condena m¨¢s grave hasta ahora al imponer 10 a?os de prisi¨®n y una multa de 25 millones de pesetas a Juan Jos¨¦ Cos¨ªn, de 39 a?os, por causar un incendio que quem¨® en 1994 una superficie de 5.000 hect¨¢reas, en el interior de la provincia. La sentencia apreciaba la circunstancia agravante de que el fuego hab¨ªa afectado a una zona de especial valor ecol¨®gico. En la cadena de contribuyentes a un mayor control de los incendios se lleva la palma el Servicio de Protecci¨®n de la Naturaleza (Seprona), de la Guardia Civil, cuya actividad no hace m¨¢s que recibir elogios. "Todos les reconocen autoridad. Son como una m¨¢quina. Si se la hace funcionar, lo hace muy bien. Son los mejores", dice V¨¦lez tras rese?ar que el a?o pasado el Seprona curs¨® 5.965 denuncias en aplicaci¨®n del C¨®digo Penal antiguo, menos severo que el actual.La otra cara de los incendios forestales de 1996 vuelve a ser Galicia y provincias contiguas como Le¨®n y Zamora, que han acaparado el 80% de las intervenciones a¨¦reas. La Guardia Civil detuvo el pasado s¨¢bado a siete personas en Le¨®n. "Queman los matorrales para que rebroten los pastos, como han hecho toda la vida los pastores", dice V¨¦lez, y su negligencia al controlar el fuego provoca el desastre.
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