M¨¢s claridad
SE ACERCAN las fechas en las que el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar afrontar¨¢ la aut¨¦ntica prueba de fuego de su primera legislatura. La elaboraci¨®n de los Presupuestos, la adjudicaci¨®n de recursos a una u otra ¨¢rea, a uno u otro ministerio, supone uno de los mayores actos de gobierno que tienen en sus manos los dirigentes de un pa¨ªs. Establecer y administrar los gastos e ingresos constituye el eje de la gobernaci¨®n en un pa¨ªs democr¨¢tico.Y si esta ley es aplicable siempre, la importancia del Presupuesto adquiere ahora mayor relevancia. Cumplir los acuerdos de Maastricht es requisito imprescindible para formar parte de la Uni¨®n Monetaria el 1 de enero de 1999. Y las cuentas a elaborar en las pr¨®ximas semanas son las de 1997, el a?o clave para esa cita.Por eso habr¨ªa que afinar en las declaraciones y los avisos que se lanzan desde el Gobierno. La t¨¢ctica del globo sonda ha sido usada por todos los pol¨ªticos, pero no es bueno superar ciertos l¨ªmites. Amagar con nuevos impuestos y tasas -sobre agua o sobre autov¨ªas-, amenazar con cobros por prestaciones sanitarias o productos farmac¨¦uticos, con congelaciones de los salarios de los funcionarios o con retoques variados en las pensiones, requiere una finura en el tratamiento que a veces se echa en falta en ministros, adjuntos a ministros y portavoces oficiales u oficiosos. Tampoco contribuye a la clarificaci¨®n la actitud de los socios del Gobierno, y en particular de
CiU, empe?ada en dar publicidad a originales f¨®rmulas de recaudaci¨®n que, antes de ser generalizadas desde la experiencia catalana, requieren un estudio detallado. La muestra de cintura pol¨ªtica demostrada por Aznar para llegar a los pactos poselectorales tendr¨¢ ahora que plasmarse en columnas contables. Ser¨¢ la oportunidad que el pa¨ªs espera para conocer c¨®mo piensa el Partido Popular plasmar sus promesas electorales, de las que la reducci¨®n de las cargas impositivas no era la menor. Ser¨¢ tambi¨¦n la prueba de fuego de la anunciada y necesaria sujeci¨®n en el gasto p¨²blico, tanto en la Administraci¨®n central como en las perif¨¦ricas, lo que implica rigor en las ¨¢reas directamente gobernadas por el PP, pero tambi¨¦n la exigencia a los socios catalanes y vascos. Y permitir¨¢, adem¨¢s, observar si, tras el letargo veraniego, el PSOE, el principal partido de la oposici¨®n, despierta de su mutismo programado y retorna a la pol¨ªtica con las energ¨ªas que sus votantes deben exigirle.
Por todo ello no deja de sorprender una frase de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar que el domingo hac¨ªa suya el vicepresidente econ¨®mico Rodrigo Rato en una entrevista a La Vanguardia: "Ya me gustar¨ªa a m¨ª que no subieran los impuestos". M¨¢s all¨¢ de la broma, la forma y el fondo de esa declaraci¨®n dejan traslucir aspectos inquietantes, que reflejan la posici¨®n de observadores en la que el presidente y el vicepresidente parecen querer situarse.
Parecer¨ªa, por un lado, que un c¨²mulo de fatalidades se ha abatido sobre la mesa del Consejo de Ministros y que todo el saber y buenas intenciones de cada uno de sus miembros se viera destinado a estrellarse contra el muro del destino. Por otro, esa frase insiste en una actitud de la que ya han abusado los dirigentes del PP durante los poco m¨¢s de cien d¨ªas que han ocupado el Gobierno, y que se traduce en cargar las responsabilidades sobre los dem¨¢s, ya sean antecesores -los famosos agujeros-, compa?eros de gobernaci¨®n -demandas desorbitadas de los socios- o aliados europeos -Maastricht-. Pero quien gana unas elecciones est¨¢ obligado a gobernar y a asumir las responsabilidades. Aznar y sus ministros han de hacer el Presupuesto y han de adoptar y comunicar con claridad sus decisiones. Para eso se les eligi¨® mayoritariamente y en ello deben afanarse. Lo dem¨¢s es ret¨®rica.
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