El pasado, indefenso
No abundan tanto en Madrid, que se sepa, los restos arqueol¨®gicos del siglo XVI como para que las autoridades regionales y municipales hayan ordenado derribar una fachada de 40 metros de longitud y entre 5 y 10 de altura de la Casa del Tesoro, que formaba parte del Alc¨¢zar de los Austrias. En este asunto, no har¨ªa falta apelar a los informes de los expertos para comprender lo valiosos que son esos testimonios. Bastar¨ªa, y sobrar¨ªa, aplicar el sentido com¨²n.El pasado est¨¢ indefenso ante las agresiones de que se le quiera hacer objeto. No se queja, no grita. Pero tiene su forma de pasar la factura: llama incivilizados a quienes lo destruyen. Hay que defender el pasado, hay que asegurar, como dice la Unesco, "el futuro del pasado", si no se quiere pasar a la historia como b¨¢rbaro.
La Casa del Tesoro, que era la Hacienda de aquel siglo que se llam¨® de Oro (aunque no por la Hacienda); el Jard¨ªn de la Reina, el lugar donde pintaba Vel¨¢zquez, o, para venir m¨¢s cerca, el pavimento de la plaza donde comenz¨® la revuelta popular del 2 de mayo, merec¨ªan un tratamiento m¨¢s cari?oso que el que pueden dar las excavadoras en el impune mes de agosto.
Cuando ya no tiene remedio, cuando se han llevado por delante estos ilustres testimonios del pasado, y quiz¨¢ otros m¨¢s, seg¨²n se desprende de algunas declaraciones, es cuando m¨¢s se ve cu¨¢nto su estudio, su exhibici¨®n a los ciudadanos en un museo hist¨®rico, habr¨ªan podido enriquecer el patrimonio, que es como decir el alma labrada en piedra de la ciudad.
Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n, pol¨ªticamente hablando, es que hayan sido gobiernos conservadores, en la Comunidad y en el municipio, los autores del desaguisado. Bonita manera de conservar es ¨¦sta. No s¨®lo han demostrado carecer de sensibilidad arqueol¨®gica, sino tambi¨¦n de sensibilidad pol¨ªtica. El conservacionismo es hoy un valor universalmente aceptado. Respecto del pasado, todos somos conservadores... Menos los conservadores.
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