Bueyes de carreta

Los aficionados fueron a esta corrida con la ilusi¨®n de asistir a la recuperaci¨®n de una ganader¨ªa -la de Pablo Romero- que en este ruedo, y en muchos otros, ha sido santo y se?a de presentaci¨®n, nobleza y bravura. Pero nuestro gozo en un pozo. No hay recuperaci¨®n. Presentaci¨®n s¨ª y quiz¨¢ tambi¨¦n el haber elimina do las ca¨ªdas. Pero la nobleza y la bravura no aparecieron por ning¨²n lado. Unos aut¨¦nticos bueyes de carreta, distra¨ªdos, mansos y con malas intenciones. Se salv¨® de la quema el sexto, que aunque con la cara alta, punteando los enga?os y corto de arrancada, al lado de sus hermanos pareci¨® hasta bueno.Con ese material, los diestros hicieron lo que pudieron y, por lo menos, mostraron gran voluntad. Luis de Pauloba, con el peor lote, s¨®lo pudo mostrar algunas gotas de su arte exquisito: un manojo de ver¨®nicas, una media y alg¨²n pase de trinchera. Flojo con la espada.

Juan Jos¨¦ Padilla recibi¨® a su primero con una larga de rodillas. El muleteo fue muy valeroso y entendi¨® muy bien al, toro, que no dio facilidades. Oblig¨® y tir¨® del animal y, adem¨¢s, aunque s¨®lo consiguiese un pinchazo hondo, ejecut¨® la suerte suprema con excelente estilo. La lidia de quinto transcurri¨® entre protestas porque el p¨²blico ya estaba muy mosqueado con el juego de ganado. Padilla supo sobreponerse a las circunstancias. La faena tuvo, muy buen corte hasta que el toro dijo basta y se neg¨® a seguir embistiendo.

Juan Carlos Garcia, que se presentaba como matador de toros, no se complic¨® la vida con su incierto primero, que le dio un buen susto al lancearlo y al que despen¨® de una excelente estocada. Gust¨® mucho en el algo aprovechable sexto, que brind¨® al p¨²blico.