Autopistas y peajes
Manuel Rivas, en una de las entregas de esos Di¨¢logos intr¨¦pidos que ha venido publicando durante los domingos de agosto en EL PA?S, consigui¨®, como s¨®lo pod¨ªa hacerlo un poeta, que Jos¨¦ Borrell y ¨¦ste su columnista habl¨¢ramos simp¨¢tica y entretenidamente de "el Estado y la mano invisible". En esa conversaci¨®n, Borrell, pese a su aguda inteligencia, mostr¨® la desconfianza hacia el mercado t¨ªpica de quien cree saber siempre c¨®mo pueden resolverse los problemas sociales.Tocamos, c¨®mo no, la cuesti¨®n de por qu¨¦ se utilizan poco las autopistas y por qu¨¦ las compa?¨ªas concesionarias no bajan los peajes con el fin de llenarlas m¨¢s. "La concesi¨®n a un agente privado es una apuesta a muy largo plazo que incorpora demasiada incertidumbre y que despu¨¦s hace muy dif¨ªcil adaptarla a circunstancias cambiantes... Por ejemplo, los peajes deber¨ªan bajar". Si las autopistas de pago fueran p¨²blicas, parec¨ªa sugerir, ser¨ªa factible reducir los peajes hasta conseguir un ¨®ptimo de utilizaci¨®n, siempre que el ingreso bastase para el mantenimiento y los gastos corrientes.
El mercado descubre, mejor dicho, sus infinitos part¨ªcipes inventan soluciones. que sorprenden al benevolente planificador. Leo, en la revista chilena Estudios p¨²blicos (no se equivoquen, es una revista chilena de ahora, no de Pinochet, y que defendi¨® la democracia bajo el general), un trabajo de los economistas Engel, Fisher y Galetovich sobre un nuevo modo de licitar las concesiones de construcci¨®n y explotaci¨®n de carreteras p¨²blicas, que no s¨®lo puede servir para instrucci¨®n de mi amigo Botrell, sino que tambi¨¦n facilitar¨ªa la financiaci¨®n privada de las obras p¨²blicas buscada por el nuevo ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado.
Tiene raz¨®n Borrell al decir que el presente m¨¦todo de subasta multiplica la incertidumbre de obras que por s¨ª tienen un periodo de maduraci¨®n muy largo: muchas veces los ganadores subestiman los costes o la inflaci¨®n, por lo que son tan frecuentes las llamadas "reformas" o revisiones. Las actuales subastas de concesiones de autopistas con un periodo de explotaci¨®n de antemano fijo y unas tarifas de peaje a priori determinadas, sufren de lo que los economistas llamamos "la maldici¨®n del ganador", quien puede llegar a maldecir el d¨ªa en que gan¨®.En especial, al ser fijo el periodo de concesi¨®n y tener que sacarle todo el jugo mientras dure, no puede la empresa privada reducir los peajes por debajo del m¨¢ximo, para adaptarlos a los altibajos de la demanda. No puede colocar los peajes en el "¨®ptimo borreliano", es decir, el nivel que justo llena la autopista sin atascarla.
La propuesta de mis chilenos consiste en que el Estado fija al concesionario el peaje m¨¢ximo y adjudica una concesi¨®n de tiempo variable, que dura hasta el momento en que la empresa haya ingresado la suma por la que licit¨® (convenientemente descontada a los tipos de inter¨¦s de cada momento). Como el concesionario va a obtener el valor neto presente, que dicen los financieros, que cotiz¨® para ganar la subasta, desaparece gran parte de la incertidumbre y pod¨ªa financiarse con un menor coste. Como el periodo de concesi¨®n es el¨¢stico, puede contentarse mientras convenga con cobrar peajes m¨¢s bajos que el tope y que optimicen el tr¨¢fico.
Ya s¨¦ que estas cuestiones econ¨®micas son en apariencia complicadas, aunque en verdad s¨®lo exigen razonar encadenadamente, es decir, pararse a pensar despu¨¦s de haber le¨ªdo. Borrell sabe pensar y entender¨¢. No as¨ª V¨¢zquez Montalb¨¢n, quien detesta el modo de pensar economicista. En un art¨ªculo de ayer, en este mismo peri¨®dico, titulado La revoluci¨®n pendiente, destaca como l¨ªderes intelectuales de la revoluci¨®n capitalista en Espa?a al doctor Velarde, procedente de FE y de las JONS, y a Ram¨®n Tamames, procedente del Partido Comunista. El se?or V¨¢zquez Montalb¨¢n no se atreve a citarme a m¨ª porque cuando ¨¦l fung¨ªa de disc¨ªpulo de Lenin y de Stalin, hac¨ªa tiempo que era yo campe¨®n del liberalismo democr¨¢tico.
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