Esa media ver¨®nica de seda...
Dibuj¨® Curro Romero la media ver¨®nica, le sali¨® de seda y muchos aficionados ya no quer¨ªan ver m¨¢s. "Eso es el toreo", exclamaban -los ojos vidriosos, acelerado el coraz¨®n, perdida la noci¨®n del tiempo-. Es el momento que aprovechan los tomadores del dos, siempre al acecho, para quitarles la cartera a los transidos aficionados.Los aficionados somos rumiantes de lo bueno, hay que reconocer. Les ponen a los aficionados una faena de cien pases y los van olvidando a medida que se producen, pero si de s¨²bito surje el toreo, entran en trance.
Una ver¨®nica de sea... No lo decimos nosotros; lo dec¨ªa un subalterno en el callej¨®n. Curro hab¨ªa lanceado bien de recibo, entr¨® al quite, embarc¨® por ver¨®nicas con una t¨¦cnica capotera y una elegancia de las que ya no se llevan y en el traz¨® armonioso, la suave templanza, la r¨²brica alada de la media ver¨®nica reintegr¨® a la cumbre el arte de torear.
Algarra / Romero, Manzanares, V¨¢zquez
Toros de Luis Algarra, anovillados, impresentables, inv¨¢lidos, sospechosos de pitones; 2? protestado por desmochado.Curro Romero: estocada corta (dos orejas); estocada delantera y descabello (ovaci¨®n y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Manzanares: estocada (dos orejas); pinchazo y estocada corta (aplausos y saludos). Pepe Luis V¨¢zquez: pinchazo hondo y descabello (aplausos y saludos); media tendida y dos descabellos (palmas). Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 31 de agosto 7? corrida de feria. Cerca del lleno.
Curro Romero mulete¨® decidido al gato que hizo primero, cuya nobleza le permiti¨® dar unos toreros pases por alto, tres tandas de redondos interpretados desde la naturalidad una de naturales sin el aditamento del temple, pases de pecho, trincherillas, y el torer¨ªsimo kikirik¨ª, que tiene olvidado en el desv¨¢n la tauromaquia contempor¨¢nea. Mat¨® Curro de una estocada, por ¨¦stas que es cierto. Ech¨¢ndose fuera, pero estocada al fin, y le dieron las dos orejas.
El segundo de la tarde parec¨ªa rata, Debieron soltar juntos el primero y el segundo -gato y rata- a ver qu¨¦ pasaba. No le habr¨ªa venido mal a la fiesta, tan necesitada de emoci¨®n. La presencia de la rata le sent¨® al p¨²blico como una ofensa personal porque estaba mocha, y una cosa es que la gente disimule las sospechas de afeitado, otra que le tomen por tonto.
Manzanares ci?¨® las suertes a ese especimen que, adem¨¢s, se ca¨ªa; instrument¨® derechazos y naturales haciendo alarde de exquisitez, hubo pases de rotunda largura y templanza, cobr¨® un estoconazo por el hoyo de las agujas y le dieron asimismo las dos orejas.
La corrida iba de apoteosis mas se rompi¨® ah¨ª y no volvi¨® a haber orejas. Que no haya orejas en San Sebasti¨¢n de los Reyes es grave asunto. El ganado tuvo la culpa. Siguieron saliendo gatos, tan inv¨¢lidos que dificultaban el toreo. Curro Romero se empe?¨® en pegar derechazos al gato cuarto pese, a que daba la sensaci¨®n de ir mejor por el pit¨®n contrario y le salieron cortos, enganchados y deslucidos. "Ar toro le ha fartao un puyasito", sentenci¨® el pe¨®n que adjetiv¨® la media ver¨®nica de sea. Son puntos de vista. Si llegan a meterle er puyasito, lo matan.
Manzanares brind¨® el quinto a Curro Romero. Un bonito detalle, aunque seg¨²n se mire. Brindarle un gato a un maestro en tauromaquia sugiere inquietantes interpretaciones. El gato brindado se desplomaba con solo mirarlo y Manzanares no pudo repetir la exhibici¨®n de exquisiteces que despleg¨® en su anterior intervenci¨®n.
El sexto derrib¨®, ?por estas que es cierto! De latiguillo, pero derribo al fin, y por unos, instantes el ambiente festivalero adquiri¨® unos inesperados tonos de fiesta brava. El animalito acab¨® ¨¢spero -otras versiones lo llamaban cabreado- y Pepe Luis V¨¢zquez, que en su gato anterior hab¨ªa engolosinado a la afici¨®n con algunos aromas de torer¨ªa innata, en ¨¦ste practic¨® un muleteo reiterativo y espeso. "??r toro e un esabor¨ªo, Pepe Lu¨ª!", avis¨® el pe¨®n, que le hac¨ªa karaoke. Y Pepe Lu¨ª dijo: "?Ea!". Y lo mat¨®.
No import¨® a los aficionados, que segu¨ªan con la rumia de la ver¨®nica de sea y aquella faena interpretada desde la naturalidad y el gusto, en la que no falt¨® de nada -?hubo hasta kikirik¨ªes!- y dur¨® cuatro minutos escasos. ?,Qui¨¦n dijo que para torear hace falta pegar cien pases? ?Qui¨¦n dijo que las corridas han de ser eternas? La de autos dur¨® hora y media -?por estas que es cierto!- y ¨¦se fue m¨¦rito suficiente para que a los tres inspirados artistas les premie dios con una buena novia.
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