Una cuesti¨®n de m¨¦todo
Curro D¨ªaz realiz¨® una buena faena y mat¨® de una magn¨ªfica estocada. Esta es la suma del toreo; nadie habr¨ªa podido pedir m¨¢s.. Lo malo fue que no lo hizo en el mismo novillo. Al que tore¨® bien lo mat¨® mal, al que tore¨® mal lo mat¨® bien.Curro D¨ªaz no se pon¨ªa de acuerdo consigo mismo, puesto que al mejor novillo de los que dispuso le tore¨® peor y al peor mejor., ?Se entiende el contrasentido? Un m¨¦todo necesita imponerse Curro D¨ªaz para encauzar dentro de la l¨®gica las indudables virtudes toreras que posee y su circunstancia.
Tampoco Carlos Pacheco se pon¨ªa muy de acuerdo consigo mismo. Despu¨¦s de torear con valor y cierta enjundia un novillo boyante, lo revent¨® de infamante bajonazo. Y en lugar de ocultar en un rinc¨®n su bochorno, sali¨® a saludar.
Pe?ato / D¨ªaz, Pacheco, Luisito
Novillos de Martin Pe?ato (dos rechazados en el reconocimiento), manejables; 6?, con tipo de toro, pastue?o. 2? y 4? de Jaral de la Mira, encastados. Todos bien presentados.Curro D¨ªaz: pinchazo, otro hondo atravesado bajo, dos pinchazos, media -aviso- y seis descabellos (silencio); estocada (escasa petici¨®n, aplausos y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Carlos Pacheco: estocada corta trasera ca¨ªda (palmas y, tambi¨¦n protestas cuando saluda); pinchazo y bajonazo (ovaci¨®n y tambi¨¦n, protestas cuando saluda). Luisito, de Par¨ªs, nuevo en esta plaza: pinchazo delantero, otro trasero, estocada atravesada que asoma, pinchazo bajo, estocada corta ca¨ªda -aviso- y dobla el novillo (silencio); dos pinchazos, estocada corta, rueda de peones, descabello -aviso- y descabello (palmas). Plaza de Las Ventas, 1 de septiembre. Media entrada.
Las salidas a saludar de los toreros deben de ser vicio. Salen a saludar todos, as¨ª les piten. Incluso les pitan precisamente por salir a saludar. A lo mejor son sus propios apoderados quienes les empujan, con el prop¨®sito de que las agencias rese?en "ovaci¨®n y saludos", que es un digno balance.
La fiesta de pasados tiempos daba una'idea exacta de su desarrollo,porque las sanciones se matizaban hasta la exquisitez. Hab¨ªa palmas o aplausos u ovaci¨®n. En caso de palmas o aplausos, a nadie se le habr¨ªa pasado por la cabeza salir a saludar pues, si lo hiciera, lo aspaban. En caso de ovaci¨®n tampoco, ya que para aceptarse los saludos deb¨ªa ser gran ovaci¨®n, y s¨®lo si se prolongaba sal¨ªa el diestro al tercio donde pod¨ªa recibir (o no; depend¨ªa de sus merecimientos) el premio a?adido de los cigarros que le tiraba la, afici¨®n. La vuelta al ruedo ya constitu¨ªa palabras mayores y no digamos la oreja, que premiaba lo excepcional.
Tras la mala faena seguida de buena estocada de Curro D¨ªaz ya estaban pidiendo la oreja algunos, tras el bajonazo de Pacheco tambi¨¦n. Es la moda, muy extendida en la mayor¨ªa de las plazas: dar orejas a mantas; con lo cual se consigue que al final salga la terna a hombros, y quede marcada como ¨¦pica una corrida donde quiz¨¢ no sucedi¨® nada de particular.
La fiesta en Las Ventas, de cualquier forma, es muy distinta al resto de los cosos. Los toros salen en Madrid con presencia -la tuvieron los novillos-, la afici¨®n no pierde detalle -pit¨® y aplaudi¨® lo que correspond¨ªa-, los toreros ofrecen lo mejor de s¨ª mismos -la terna estuvo muy voluntariosa- y el resultado matizado de la funci¨®n refleja la sucedido: a cada cual, lo suyo.
Toreo bueno despleg¨® Curro D¨ªaz al novillo que abri¨® plaza en el transcurso de una faena bien constru¨ªda, con naturales corriendo la mano y los de pecho en ligaz¨®n, pero mat¨® fatal. Al cuarto le perd¨ªa tereno, destempl¨® gran parte de los pases y cuando cobr¨® la excelente estocada, result¨® que el encastado novillo se le hab¨ªa ido sin torear.
Carlos Pacheco mulete¨® valiente al segundo de la tarde, que se revolv¨ªa. Y m¨¢s a¨²n al quinto, en una faena iniciada con-escalofriantes estatuarios, en uno de los cuales recibi¨® un ga?af¨®n que le rasg¨® la taleguilla y ni se mir¨®. Poco a poco se fue centrando, lig¨® dos buenas series de naturales, ensay¨® el afarolado de rodillas a cambio de un achuch¨®n y desbarat¨® el meritorio trasteo con aquel horrendo bajonazo.
Vino de Par¨ªs un novillero llamado Luisito y pas¨® sin pena ni gloria. Desangelado en el tercer novillo, al sexto, que ten¨ªa trap¨ªo de toro y una boyant¨ªa excepcional, le peg¨® muchos pases pero tambi¨¦n se le fue sin torear. Luisito -en el mundo Ludovic Lelong- no carec¨ªa de m¨¦todo sino de estilo y quiz¨¢ tambi¨¦n de torer¨ªa, lo que ya es peor. Bueno, tampoco hay que pedir imposibles. De Par¨ªs dicen que vienen los ni?os, no los toreros.
Babelia
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