Los quioscos de la Casa de Campo

Los domingos suelo practicar bicicleta de monta?a en el marco incomparable de los m¨²ltiples senderos que surcan la Casa de Campo. Acabado el deporte, suelo acercarme a alguno de los quioscos instalados en las inmediaciones del lago, a fin de reponer parte de las energ¨ªas gastadas. Los deportistas solemos ser frugales en nuestras consumiciones gastron¨®micas.Me acerco, junto con mi hijo, que habitualmente me acompa?a en mis itinerarios, a uno de los pocos quioscos que el Ayuntamiento ha permitido que sigan abiertos. Seg¨²n me dicen s¨®lo son 10, no m¨¢s.

Seg¨²n me dicen, los concesionarios de esos 10 quioscos tienen que derribar la instalaci¨®n actual y construirlo de nuevo de acuerdo con un patr¨®n o modelo que alguien, desde el Ayuntamiento, ha dise?ado. Todos iguales.

Seg¨²n me dicen, la construcci¨®n de los nuevos quioscos tiene un coste entre los 25-30 millones de pelas, tienen que contratar un servicio de seguridad a su costa (no como en las urbanizaciones de la sierra, que de momento las pagamos todos), tienen que iluminar el entorno, tambi¨¦n a su cargo, y tienen que pagar al Ayuntamiento un canon de dos millones de pesetas al a?o durante 10 a?os que durar¨¢ la concesi¨®n. Transcurrido este plazo, nuevo concurso que puede recaer en otro adjudicatario.

No me extra?a que, cuando ped¨ª la cuenta, despu¨¦s del frugal refrigerio (dos tajaditas de bacalao, dos ca?as de cerveza y dos chatitos de vino), me pidieran 1.400 pelas.

Hice algunos comentarios en voz alta que provocaron el enojo del que, me supongo, era el due?o del quiosco y que presuroso dijo: "Eso se lo dice usted al se?or alcalde".

?Qui¨¦n controla y vigila los abusos de precio de estos establecimientos que disfrutan de una concesi¨®n municipal?-