Una actualidad eterna

La mujer, Mar¨ªa Barranco, va a la vivienda de su ex marido, que a?os atr¨¢s la abandon¨® por otro amor. Ha muerto. Pero ha muerto de sida. El otro amor llega tambi¨¦n: han de repartirse algunos bienes o recuerdos, hay que firmar papeles notariales. El otro amor, el que le arrebat¨® al marido, al padre de su hijo, es un hombre: Jos¨¦ Coronado. Hay algunas escenas como de Junyent (Hay que deshacer la casa) y otras m¨¢s tensas y m¨¢s tiernas: una hostilidad graduada, unos celos medidos, una compasi¨®n mutua. Un di¨¢logo calculado. Se puede imaginar esta comedia dram¨¢tica con elementos m¨¢s habituales: en vez de homosexualidad, la de hombre y mujer; en vez de sida, cualquier otra enfermedad. Si fuese as¨ª, un di¨¢logo de dos actrices sobre un hombre desaparecido para las dos no variar¨ªa nada. Los mismos defectos y los mismos valores literarios. Quiz¨¢ sea la tesis oculta de la comedia: que los datos de la modernidad, o de la actualidad del d¨ªa, no cambian los problemas eternos, que ya fastidiaban a Fedra y a sus hijos. S¨®lo que en la comedia terminan las cosas mejor: no siempre en la actualidad, porque en las p¨¢ginas de sucesos simult¨¢neas se cuenta la historia de un m¨¦dico alem¨¢n que acaba de ser Fedra y ha matado a sus hijos para vengar el abandono de su esposa.Jos¨¦ Coronado es un excelente actor de teatro, tiene voz y presencia, y desesperaci¨®n y sarcasmo; y da la sensaci¨®n de la soledad que le espera. Su compa?era de escena, Mar¨ªa Barranco, no entra bien en el escenario: tiene que deshacerse un poco m¨¢s el rostro y, en cambio, crearse la voz para poder salir del cine y proyectarse hacia el p¨²blico. Digo yo: el p¨²blico no dice lo mismo, y un s¨¢bado es capaz de llenar el teatro para verla, para ver a su compa?ero de actuaci¨®n y para aplaudirles con verdadero entusiasmo, como al director y sus colaboradores.