Marruecos: un refer¨¦ndum no como los otros
El refer¨¦ndum que se celebra en Marruecos el pr¨®ximo viernes 13 de septiembre para la revisi¨®n de la Constituci¨®n es el s¨¦ptimo en su g¨¦nero desde que el pa¨ªs obtuvo su independencia hace 40 a?os. Y sin embargo no es un refer¨¦ndum como los otros. Quiz¨¢ s¨ª en la medida en que para la confecci¨®n del texto sobre el que la naci¨®n ha de pronunciarse se ha eludido, como en las ocasiones anteriores, la v¨ªa constituyente, de elaboraci¨®n abierta y consensuada con las fuerzas pol¨ªticas plurales del pa¨ªs. Pero el hecho de que por primera vez la unanimidad en la demanda del s¨ª casi se produzca (con la excepci¨®n del peque?o partido de Bensaid, la OADP) infiere que el texto atiende, al fin, a buena parte: de las reivindicaciones que han constituido el objetivo de una lucha de las fuerzas democr¨¢ticas que ha durado cuatro d¨¦cadas.La lectura de la biograf¨ªa pol¨ªtica de Mehdi Ben Barka publicada por Zakya Daoud y Maati Monjib, en el 30? aniversario de su secuestro y muerte da, sin duda, las claves de por qu¨¦ ha costado tanto este largo proceso constitucionalizador, dando la idea de un proceso en el que se han perdido m¨²ltiples ocasiones hist¨®ricas. La primera de las cuales cuando el desentendimiento de los dos grupos surgidos del nacionalismo marroqu¨ª independentista impidi¨® un acuerdo constituyente con el trono que, a¨²n detentado por el padre del actual soberano, se resist¨ªa a no ser la clave de b¨®veda de la primera Constituci¨®n. La muerte prematura de Mohamed V, la excesiva inexperiencia del joven Hassan y la crispaci¨®n de sus relaciones con los pol¨ªticos de la generaci¨®n de Ben Barka hicieron que la primera Constituci¨®n de 1962 no fuera asumida por la oposici¨®n sindical y pol¨ªtica, que llam¨® al boicoteo en una campa?a que cost¨® un primer atentado contra la vida de Ben Barka. Lejos de crear un clima de resoluci¨®n de conflictos, la "carta otorgada" de 1962, que institu¨ªa ya, como ahora se restablece, un Parlamento bicameral cuya C¨¢mara alta se eleg¨ªa por sufragio indirecto y corporativo, inici¨® un periodo conflictivo de duelo entre dos concepciones radicalmente distintas de la Monarqu¨ªa, que acab¨® en el establecimiento de un largo Estado de excepci¨®n entre 1965 y 1970.
Si en 1970 se llama de nuevo a la naci¨®n a pronunciarse sobre un segundo texto, en ¨¦ste la C¨¢mara ¨²nica era elegida en sus dos tercios de manera indirecta, en una clima pol¨ªtico vigilado por un personaje siniestro, el general Ufkir. Frente a la Constituci¨®n de 1970 se levanta un bloque nacional, la Kutla, integrada por el Istiqlal y la UNFP, que apenas har¨¢n o¨ªr su llamamiento a la abstenci¨®n, debilitados por la represi¨®n de los a?os de excepci¨®n.
El primer atentado militar contra el soberano en el verano de 1971 demuestra a la Monarqu¨ªa su aislamiento del Marruecos pol¨ªtico y hasta qu¨¦ punto los apoyos del mundo rural, comprados, como en la ¨¦poca colonial, a base de componendas con las ¨¦lites tradicionales, no daban estabilidad al sistema. Contactos con la oposici¨®n se toman desde palacio, ofreciendo una revisi¨®n de la Constituci¨®n que aumentaba hasta dos tercios del Parlamento los electos directos y ampliaba los m¨¢rgenes del ejercicio de las libertades. La contraoferta de la oposici¨®n no fue otra que la necesidad de una amnist¨ªa y de una asamblea constituyente, lo que, una vez m¨¢s, el monarca no estaba dispuesto a conceder, anclado en su visi¨®n de un rey que manda y reina. De ah¨ª que el nuevo refer¨¦ndum constitucional en los primeros meses de 1972 sea boicoteado por la Kutla. El nuevo atentado de Ufkir en julio de ese a?o dejar¨¢ a¨²n m¨¢s solo al monarca, por lo que se ver¨¢ obligado a intensificar contactos con la oposici¨®n con vistas a normalizar una vida parlamentaria interrumpida en 1965. La Kutla sigue estando dominada por un Istiqlal cuya legitimidad nacionalista queda alejada en el tiempo y al que la oposici¨®n prolongada ha privado de algunos de sus dirigentes, que han ido integrando las filas de las ¨¦lites oficiales, pero que sigue contando con una buena estructura e implantaci¨®n en todo el pa¨ªs a¨²n bajo la direcci¨®n del l¨ªder carism¨¢tico Allal el Fassi. Otro elemento clave de la oposici¨®n son los herederos de Ben Barka, castigados por el exilio de dirigentes como Yussufi y el Fkih Basri y debilitados por la pugna con el sindicato UMT, que llevar¨¢ a la creaci¨®n de un nuevo partido, la Uni¨®n Socialista de Fuerzas Populares, con el que Abderram¨¢n Buabid, antiguo ministro de Econom¨ªa en los primeros tiempos de la independencia, articula un discurso que aglutina a las nuevas ¨¦lites urbanas profesionales y progresistas. Fuera de aquella primera Kutla siempre estuvo, adem¨¢s, el PCM, modestamente representado pero con personalidad propia.
Esta atomizaci¨®n y debilitamiento de la oposici¨®n condiciona un discurso posibilista y proclive al realismo pol¨ªtico que va a llevar a un, lento proceso negociador con el palacio, tendente a restablecer la vida constitucional. Pero cada fuerza act¨²a por separado, dejando de existir ese frente unido que fue la Kutla. La reivindicaci¨®n de una asamblea constituyente va dejando paso a la solicitud de reformas parciales, a ciertas garant¨ªas de legalidad para socialistas y comunistas que se mov¨ªan en una situaci¨®n de gran precariedad, a indultos de algunos de sus dirigentes, encarcelados o en el exilio. Se llega as¨ª a la legalizaci¨®n de la USFP y el PPS (ex PCM), a la promulgaci¨®n de una ley local que ampl¨ªa las competencias de los ayuntamientos y democratiza un tanto su gesti¨®n. Se marroquiniza la econom¨ªa en 1973, en una operaci¨®n que encerrar¨¢ al pa¨ªs en s¨ª mismo, pero prepara el clima nacionalista de la operaci¨®n de recuperaci¨®n del S¨¢hara, creando un ambiente unanimista que llevar¨¢ a las elecciones municipales un a?o despu¨¦s de la Marcha Verde y a las legislativas de 1977, las primeras con participaci¨®n de la oposici¨®n desde 1963.
Hay que recordar que la reivindicaci¨®n de marroquinidad del S¨¢hara fue siempre caballo de batalla m¨¢s de la oposici¨®n que del trono. Aunque sin duda aport¨® a Hassan II una importante dosis de legitimidad nacionalista plasmada en el t¨ªtulo que cierta prensa oficialista le confiere de "el reunificador". Sin embargo, la batalla del S¨¢hara va a estar en la base de unas dificultades econ¨®micas que llevar¨¢n a Marruecos a una espiral de endeudamiento y crisis, as¨ª como a la necesidad de reajustes estructurales en los ochenta. Dos nuevos referendos van a marcar este periodo. Un primero, en 1980, cierra el proceso unanimista, una vez comprobado que los problemas sociales no hab¨ªan encontrado v¨ªa de soluci¨®n. El objetivo de la revisi¨®n constitucional de ese a?o s¨®lo afecta a aspectos menores del texto, pero prolonga la legislatura de cuatro a seis a?os.
Los socialistas y comunistas -el Istiqlal integra el Gobierno desde 1977 hasta 1983- se opondr¨¢n, al ver en ello una minimizaci¨®n m¨¢s del papel del Parlamento. La crisis econ¨®mica y social, as¨ª como los estallidos sociales de 1981, 1984 y 1990, resaltar¨¢n la necesidad de un acuerdo entre el Marruecos de la realidad y el de la ley. La revisi¨®n a fondo de la Constituci¨®n se convierte en la reivindicaci¨®n pol¨ªtica esencial. Los cambios en la escena internacional y la crisis del Golfo van a obligar a emprender una era de reformas que permite un aglutinamiento de toda la oposici¨®n cl¨¢sica (Istiqlal, USFP, PPS y OADP) que recrea la Kutla o Bloque Democr¨¢tico. Sin embargo, la Constituci¨®n que se otorga en 1992, aunque con esp¨ªritu nuevo y alg¨²n importante avance, dista a¨²n del Estado de derecho al que aspiran las fuerzas democr¨¢ticas. Su transitoriedad se revela desde el primer momento incapaz de generar ilusi¨®n pol¨ªtica en una poblaci¨®n mayoritariamente joven pero marginada de la pol¨ªtica.
Como ha se?alado Khalid Naciri, el flamante director de la Escuela de Administraci¨®n, el pa¨ªs ha vivido desde entonces bloqueado, inhibido, en una situaci¨®n de "estabilidad institucionalizada ligada a inestabilidad pol¨ªtica". La manipulaci¨®n electoral de 1993 humill¨® a la oposici¨®n, que rechazar¨¢ las ofertas del rey para integrarse en el Gobierno y constituir una alternativa sin contar con mayor¨ªa en el Parlamento. La revisi¨®n a fondo de la Constituci¨®n se abre camino desde entonces como ¨²nica salida. De ah¨ª el memor¨¢ndum que la Kutla elabora conjuntamente y presenta al monarca en la primavera de 1996.
El plato fuerte del texto, dejando a un lado la segunda C¨¢mara, que actuar¨ªa de v¨¢lvula de seguridad, muy limitada en sus prerrogativas, es que por primera vez en la historia de Marruecos se concede "mayor¨ªa de edad" al primer ministro, emanado de la mayor¨ªa parlamentaria, cuya investidura es votada por la C¨¢mara de Representantes, que podr¨¢ ejercer un efectivo control de su gesti¨®n. La primac¨ªa en las dos C¨¢maras se concede a la de Representantes, que es la que al t¨¦rmino de un hipot¨¦tico conflicto entre ambas vota la ley. Tambi¨¦n la mayor¨ªa para la censura al Gobierno es m¨¢s fuerte en la de Consejeros (2/3) que en la de Representantes (1/2).
Es posible que ¨¦ste sea el cambio m¨¢s decisivo en la historia del constitucionalismo marroqu¨ª. Aunque revela, y as¨ª lo se?ala el citado Naciri en otro art¨ªculo reciente, que en el panorama pol¨ªtico marroqu¨ª sigue siendo necesario un consenso "din¨¢mico" entre el rey y las fuerzas pol¨ªticas, obligatorio en suma, la doble confianza activa del rey y del Parlamento. Aunque se echa de menos que ese consenso sea abierto y no, est¨¦ trucado por una Administraci¨®n que sea ¨¢rbitro y parte.
Las grandes inc¨®gnitas siguen siendo la neutralidad del aparato del Majzen, la capacidad de la oposici¨®n para articular un discurso que genere ilusi¨®n y confianza para ganar -por s¨ª misma- la mayor¨ªa y, c¨®mo no, el destino futuro del superministro del Interior, Dris Basri, en quien reposa no s¨®lo la seguridad del Estado, sino incluso el control de unos gobernadores provinciales a los que la Constituci¨®n, mediante el art¨ªculo 101, atribuye responsabilidades que, de no controlarse, convertir¨ªan en est¨¦ril el proceso de descentralizaci¨®n regional al que invita tambi¨¦n esta Constituci¨®n.Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es profesor de Historia del Islam Contempor¨¢neo en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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