Muchas orejas
Garc¨ªa / Renco, Mariscal, Ferreras
Novillos de Alejandro Garc¨ªa, bien presentados y armados, flojos, manejables.
El Renco: pinchazo, estocada ca¨ªda, rueda insistente de peones y dos descabellos (silencio); estocada ladeada (oreja).. Luis Mariscal: estocada (dos orejas con protestas); media perpendicular, ruedas insistentes de peones y dos descabellos (silencio). Antonio Ferreras: estocada y rueda de peones (dos orejas). estocada (dos orejas).
Plaza de Arganda, 13 de septiembre. 5? de feria. Cerca del lleno.
Hubo mucha oreja. El presidente padec¨ªa incontinencia orejil. Al presidente se le solt¨® el pa?uelo despu¨¦s de doblar el segundo novillo y ya no pudo parar. Un caso de diarrea.No es que el p¨²blico no pidiera las orejas: las ped¨ªa; aunque no siempre por mayor¨ªa En Arganda del Rey gustan de ver orejas, pero sin exagerar. Prefieren ver toreo, que los toros sean ¨ªntegros; disfrutan con la fiesta y si lo sucedido en la lidia mereci¨® la pena, piden la oreja; en caso contrario, no.
Las mujeres son la excepci¨®n. Las mujeres son muy orejeras y buena parte de ellas piden la oreja en todos los toros. Siempre encuentran motivo. La pidieron para Luis Mariscal porque les impresion¨® mucho que en un farol de rodillas el toro se llevara por delante el capote del torero, poni¨¦ndole en grave riesgo de cogida; la pidieron para El Renco pues -pobrecillo- era el ¨²nico que no hab¨ªa cortado orejas; y a Antonio Ferreras, que obtuvo cuatro, quer¨ªan darle tambi¨¦n el rabo para marcar las diferencias.
Al presidente debi¨® de sucederle otro tanto: si le pega el apret¨®n y se le suelta el pa?uelo, tiene luego serios problemas para restablecer la equidad y dar a cada cual lo suyo. Por este camino a algunos toreros habr¨ªa que darles el toro.
Fue el caso de Ferreras, que destac¨® sobre sus compa?eros de terna. No es que se tratar¨¢ de un exquisito en la interpretaci¨®n del arte, pero la fogosidad que puso en todos los tercios, incluido el de banderillas; la decisi¨®n que emple¨® para tirar de los novillos y ce?ir el derechazo; la factura irreprochable de sus pases de pecho m¨¢s algunos, muletazos de remate o de adorno y, sobre todo, las estocadas, merecieron los m¨¢ximos trofeos.
Las estocadas de Antonio Ferreras ten¨ªan us¨ªa. Joven bajito que es, supl¨ªa el inconveniente empleando ese ardor guerrero innato a la torer¨ªa bien entendida, y hac¨ªa la cruz, se volcaba: sobre el morrillo, cobraba el espadazo por el hoyo de las agujas.. Si contin¨²a as¨ª ser¨¢ proclamado rey de espadas. El hombre iba content¨ªsimo cuando le sacaban a hombros, entre ovaciones y algunos gritos de "?torero!".
Luis Mariscal se llev¨® grandes sustos y pas¨® momentos de enorme peligro. No ya en aquel farol, que acabar¨ªa vali¨¦ndole la orejita compensatoria despu¨¦s de una faena tan voluntariosa como vulgarcilla, sino en diversos pasajes de la lidia al quinto de la tarde. Volvi¨® a recibir al novillo con el farol y, al levantarlo, se le cay¨® el capote encima y le envolvi¨®, y el novillo se tir¨® entonces al bulto sin que el torero -cegado e inmovilizado por el percal- pudiera hacer nada por evitarlo. Lo evit¨® la suerte: los derrotes del novillo hendieron el aire y vino inmediatamente el quite.
No acabaron ah¨ª los sobresaltos. Muleteaba valiente Mariscal intentando encelar la corta embestida y al engendrar el pase de pecho le volte¨® el novillo, le lanz¨® m¨²ltiples pitonazos al cuello, la cara y el pecho, y de nuevo la fortuna hizo que se perdieran en el vac¨ªo. No le pidieron ninguna oreja en ese novillo cuando, si era por sustos, debieron concederle hasta el rabo.
El Renco se faj¨® voluntarioso con un primer novillo de media arrancada que, se revolv¨ªa tirando hachazos y en cambio desaprovech¨® la manejabilidad del cuarto en una faena larga, vulgarcilla y de escasa templanza. Le dieron la oreja, no obstante, porque el presidente a¨²n iba por seguidillas. Bueno, en realidad: tampoco hab¨ªa motivo para dejar desairado a El Renco. Y, adem¨¢s, ¨¦l y sus compa?eros de terna tuvieron el m¨¦rito de lidiar una novillada bien armada, con unos pitones de los que ya no se llevan. En Arganda se las gastan as¨ª. El toro de trap¨ªo sale en Arganda; qui¨¦n lo habr¨ªa de decir.Cuatro orejas en Albacete
Por otra parte, cuatro orejas -dos de ellas, para Enrique Ponce, sali¨® a hombros- se cortaron en la sexta corrida de la feria de Albacete, celebrada ayer, con lleno en la plaza, informa Efe.
Se lidiaron toros de Puerto de San Lorenzo, bien presentados, justos de casta y flojos. Manzanares, silencio y oreja; Enrique Ponce, dos orejas y ovaci¨®n; Vicente Barrera, oreja y ovaci¨®n.
Babelia
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