El Nuevo Laborismo brit¨¢nico considera el termino socialista fuera de lugar
El lunes por la noche, ante una audiencia de corredores de Bolsa en la City londinense, el l¨ªder laborista Tony Blair asegur¨® que su partido no es un partido de aguafiestas obsesionados con recaudar impuestos. "Nuestra pretensi¨®n es que la gente consuma m¨¢s", dijo. "Que suba el nivel de vida. Pero que suba para todos, no s¨®lo paraunos pocos en la c¨²spide, y que lo haga de acuerdo con una base sostenible". Blair resum¨ªa as¨ª el ideario del Nuevo Laborismo que se distancia completamente de sus or¨ªgenes obreros con la mirada puesta en conquistar el voto de las amplias clases medias. Blair ha llegado a aplaudir la idea de que el t¨¦rmino socialismo sea retirado del ideario del Partido Laborista.
La ruptura con el pasado ha sido particularmente evidente a lo largo de la ¨²ltima semana y ha abierto un profundo foso entre el Nuevo Laborismo y los sindicatos.L ' os primeros rel¨¢mpagos que anunciaban la tormenta pol¨ªtica se vieron en el congreso de los sindicatos, la semana pasada, repleto de desencuentros entre los modernizadores laboristas y las bases obreras sindicales que crearon el partido en 1900. A las desavenencias en materia de salario m¨ªnimo y ley de huelga se sum¨® el jueves una fractura de mayor alcance cuando se filtr¨® a la prensa la pretensi¨®n de Tony Blair de romper los lazos hist¨®ricos con los sindicatos cuando llegue al poder. La revelaci¨®n a los periodistas de lo que se cuece en el despacho del l¨ªder, la hizo elportavoz de Empleo del partido, Stephen Byers. El Nuevo Laborismo quiere servir a todos por igual y no ser identificado como un partido obrero y, por tanto, habr¨¢ una votaci¨®n especial para cortar los viejos lazos con los Trade Unions Congress (TUC, sindicatos). La sola menci¨®n de esta posibilidad provoc¨® una reacci¨®n violenta de los l¨ªderes sindicales. Despu¨¦s de todo, los sindicatos aportan anualmente la mitad de los fondos del Partido Laborista, y los representantes obreros copan 12 de las 26 plazas en su comit¨¦ central. John Monks, secretario general de los TUC, normalmente un aliado de Blair en sus impulsos modernizadores, tuvo duras palabras para el l¨ªder y se quej¨® de la confusi¨®n generada por filtraciones desmentidas a medias.
La izquierda laborista, embarcada a rega?adientes en una reconstrucci¨®n del partido que no acaba de entender, reaccion¨® tambi¨¦n con indignaci¨®n. Tony Benn, veterano parlamentario, reflexion¨® en voz alta sobre los riesgos de un retroceso al marco pol¨ªtico del siglo XIX.
Indiferente a las cr¨ªticas, Blair aplaudi¨® el lunes la sugerencia de uno de sus colaboradores, el viceministro en la sombra, Kim Howells, de que el t¨¦rmino socialismo debe ser retirado del ideario del partido. "Estamos en un proceso de evoluci¨®n que nada tiene que ver con deshacemos de nuestro pasado sino de negamos a vivir en ¨¦l", explic¨® Blair a los stockbrokers de la City horas m¨¢s tarde. Sus palabras se dirig¨ªan m¨¢s bien a los 400.000 militantes laboristas, y a los cuatro millones de sindicalistas que le contemplan como la gran esperanza de la izquierda para llegar al poder. Unos y otros saben que el Nuevo Laborismo odia las etiquetas y est¨¢ dispuesto a disputarles a los tories el inmenso pastel de las clases medias en su mismo terreno, el centro.
La tormenta apenas ha empezado. La ¨²ltima semana de septiembre en Blackpool, el l¨ªder laborista se enfrentar¨¢, con toda probabilidad, al congreso m¨¢s movido desde que fue elegido l¨ªder del partido en julio de 1994. Su principal aval para sobrevivir en medio de la marejada de cr¨ªticas es que en 17 a?os es el primer l¨ªder laborista con una opci¨®n real de llevar al partido al poder.
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