Cuestiones racionales
El juez instructor de una causa pendiente contra Milud Jedari, el inmigrante argelino que perdi¨® una pierna, un pie y un ojo en el metro por defender a una menor, ha declarado que la justicia no es absolutamente irracional. Nos alegramos mucho de ese peque?o margen de cordura que su se?or¨ªa atribuye a la magistratura, y confiamos en su ensanchamiento aun a costa del esfuerzo intelectual que ello pueda suponer en quienes se han dejado la raz¨®n en una oposici¨®n de locos. Lo que s¨ª es absolutamente irracional es que para llegar a un piso de Delicias desde un calabozo de la plaza de Castilla sea preciso dejarse tantos ¨®rganos en el camino.Por otro lado, la hermana de un portugu¨¦s de color apu?alado recientemente en Alcobendas declaraba con expresi¨®n confundida: "No lo entendemos, nos parece completamente irracional que alguien apu?ale sin m¨¢s a una persona que volv¨ªa de tomar una copa sin meterse con nadie". Otra vez con la raz¨®n a vueltas. Antonio Jos¨¦ dos Santos ?vora, que ¨¦se es el nombre de la v¨ªctima, recibi¨® dos pinchazos: el primero se abri¨® paso a trav¨¦s del t¨®rax, en busca del pulm¨®n, mientras que el segundo, penetrando por la zona abdominal, le produjo m¨²ltiples perforaciones en el intestino. Pron¨®stico: muy grave; irracional, a todas luces. Antonio Jos¨¦ es sin duda un h¨¦roe del absurdo que merecer¨ªa por lo menos tanta ayuda como Milud Jedari, pero a la solidaridad le pasa lo mismo que a la justicia: que no es absolutamente racional. Adem¨¢s, el s¨ªmbolo debe ser un bien escaso y si empezamos a premiar a todas las v¨ªctimas de las agresiones racistas, tal como est¨¢ poni¨¦ndose el patio, nos cuesta un ojo de la cara.
Un ojo de la cara, adem¨¢s de una pierna del tronco, es lo que le cost¨® a Milud erigirse en s¨ªmbolo de los buenos sentimientos de los madrile?os. Ahora, en su piso amuleblado de Delicias, acompa?ado por un asistente social que le prepara la comida, visitado por las autoridades en busca de la foto, y protegido por una cuenta corriente de cinco millones de pesetas, el buen Milud se pasar¨¢ noches echando cuentas, a ver si le cuadran los miembros perdidos con los ingresos y la racionalidad justiciera con el miedo. Por si fuera poco, Recreativos Franco, una empresa de m¨¢quinas tragaperras oscuramente relacionada con aquellos apartamentos de Miami adquiridos por gente del Ministerio del Interior, le ha ofrecido un trabajo.
Y es que la realidad tampoco es absolutamente racional, qu¨¦ le vamos a hacer. Mientras servidor le¨ªa en el bar de la esquina la noticia de Milud, un ama de casa algo lud¨®pata se dejaba el dinero de la compra en una tragaperras que Dios mediante proporcionar¨¢ un medio de vida al inmigrante argelino. Aquella se?ora era a su modo una hero¨ªna de la vida cotidiana. Los a?os, al tiempo que hab¨ªan ido poniendo kilos en su cintura, le hab¨ªa amputado las ilusiones de la juventud con la crueldad con que la rueda del vag¨®n del metro hab¨ªa segado la pierna de Jedari. Pero qui¨¦n iba a saberlo, si ella no gritaba y su historia no hab¨ªa salido en los peri¨®dicos.
De s¨²bito, el Ministerio del Interior, Recreativos Franco, Milud Jedari, Antonio Jos¨¦ dos Santos, la gordita lud¨®pata y yo mismo form¨¢bamos parte de un circuito misterioso, tan irracional como la justicia, por lo que nada pod¨ªamos reprocharle. Bastante hac¨ªa el juez con tener en cuenta el hero¨ªsmo del inmigrante a la hora de instruir su causa.En alguna medida, y aun a costa de parecer m¨¢s racionales de lo que la correcci¨®n pol¨ªtica aconseja, podr¨ªamos afirmar que el argelino tuvo la suerte de estar en el momento preciso en el lugar adecuado. A pesar de ello se dej¨® un pie, un ojo y una pierna.
Pensemos, pues, en lo que pueden llegar a perder esos rostros de todas las razas y colores con los que nos cruzamos cada d¨ªa, y que evidentemente no est¨¢n donde deben a la hora que conviene (la gordita lud¨®pata, pobre). Quiz¨¢ no sea absolutamente, racional sufrir por ellos con la misma intensidad con la que nos alegramos por la nueva vida de Milud. O sea, que cuando todo el mundo se equivoca todo el mundo tiene raz¨®n. Que es a lo que ¨ªbamos.
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