Prioridades pol¨ªticas,prioridades econ¨®micas
COMO SUELE decirse todos los a?os por estas fechas, los Presupuestos constituyen la expresi¨®n m¨¢s acabada de las prioridades de cualquier Gobierno y, por ello, el marco m¨¢s adecuado para la confrontaci¨®n entre esas prioridades y las alternativas que pueda plantear la oposici¨®n. Tambi¨¦n suele a?adirse que en otros pa¨ªses es el debate m¨¢s importante del a?o, y es costumbre lamentarse de la relativa indiferencia con que aqu¨ª se aborda. En fin, es ya un lugar com¨²n afirmar ' cada a?o que lo que est¨¢ en juego en los Presupuestos es esta vez. m¨¢s vital que nunca. S¨®lo que ahora es bastante cierto.El Gobierno, el primero de signo conservador desde la restauraci¨®n de la democracia, se la juega en estos Presupuestos porque de su cumplimiento depende en muy buena medida que Espa?a apruebe el examen de Maastricht, del que depende a su vez la posibilidad de que el Partido Popular revalide su victoria en unas eventuales elecciones adelantadas, o no, a 1998. Pero se la juega tambi¨¦n la econom¨ªa espa?ola, porque si pierde ese tren ver¨¢ redobladas sus dificultades para garantizar un crecimiento estable indispensable para crear empleo y encauzar el problema del paro, el m¨¢s grave de la sociedad espa?ola actual.En la Espa?a democr¨¢tica no hay experiencia de una pol¨ªtica econ¨®mica con la etiqueta de derechas. Desde luego, no lo fue la de los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez, caracterizada por los rasgos t¨ªpicos de las pol¨ªticas socialdem¨®cratas: aumento del gasto p¨²blico, especialmente para financiar el crecimiento del Estado de bienestar, aumento de la presi¨®n fiscal,, especialmente mediante impuestos directos, y crecimiento de las rentas salariales. Pero tampoco la de los Gobiernos de UCD fue una pol¨ªtica econ¨®mica conservadora en sentido estricto: no s¨®lo porque el centro no es la derecha, sino porque dentro de la combinaci¨®n de pol¨ªticas que caracteriz¨® a los Gobiernos centristas, la econom¨ªa fue encargada a ministros de orientaci¨®n socialdem¨®crata como Ord¨®?ez, Leal, Garc¨ªa A?overos, Garc¨ªa Diez, etc¨¦tera.
Ahora hay un Gobierno monocolor de derechas, si bien carece del respaldo parlamentario suficiente, Jo que ha obligado a Aznar a renunciar a parte de su programa para pactar con los nacionalistas. Est¨¢ en la l¨®gica de las cosas que el PP aspire a alcanzar la mayor¨ªa absoluta en unas pr¨®ximas elecciones, a fin de librarse de esos condicionamientos y poder plasmar la pol¨ªtica en la que creen sus principales dirigentes. En ausencia de un l¨ªder populista capaz de captar los votos indecisos -como lo consigui¨® durante cuatro legislaturas Gonz¨¢lez-, el PP necesita para ello apuntarse un ¨¦xito indiscutible en el terreno de la econom¨ªa. De ah¨ª que pasar la prueba de Maastricht se haya convertido en la prioridad m¨¢xima. Aunque conseguirlo implique adoptar algunas medidas antipopulares, el ingreso en el grupo de cabeza de la UE es una baza con enorme poder de atracci¨®n.Ingresos y gastosEse objetivo pasa por unos Presupuestos austeros. Los aprobados ayer por el Gobierno para su env¨ªo al Parlamento son los m¨¢s restrictivos desde la desaparici¨®n de Franco: establecen una reducci¨®n de gastos de 800.000 millones de pesetas (lo que supone un descenso del gasto del - 1% en t¨¦rminos reales) que habr¨¢ de lograrse sin tocar los principales cap¨ªtulos de gasto social. Ese recorte se obtiene fundamentalmente de la congelaci¨®n salarial de los funcionarios, la reducci¨®n de las inversiones p¨²blicas -verdadera merma para un pa¨ªs a¨²n necesitado de una amplia modernizaci¨®n de sus infraestructuras- y la disminuci¨®n de las subvenciones a empresas p¨²blicas. Con una previsi¨®n de crecimiento de la econom¨ªa del 3% (algo superior al 2,3% con que acabar¨¢ 1996), el proyecto prev¨¦ un incremento nominal de los ingresos del 6%. Ello ser¨¢ el resultado de la introducci¨®n de un impuesto del 4% en los seguros de riesgo y de nuevas tasas por diversos servicios -viajes a¨¦reos, BOE, servicio meteorol¨®gico, etc¨¦tera, hasta un total de ocho-, del aumento de otras tantas que ya exist¨ªan, y del adelanto de la percepci¨®n de una parte del impuesto sobre sociedades.
El compromiso inicial, luego matizado, del PP era reducir los impuestos. El vicepresidente Rato destac¨® ayer que los impuestos directos -en particular el de la renta- no aumentan. Pero s¨ª aumentan los indirectos, es decir, los que gravan el consumo, mediante esa bater¨ªa de tasas. Ello significa, por una parte, que ten¨ªan raz¨®n quienes acusaron al PP de estar proponiendo la cuadratura del c¨ªrculo: reducir el d¨¦ficit bajando impuestos y manteniendo los servicios sociales. Pero significa tambi¨¦n que de las dos posibilidades de aumentar los ingresos fiscales, el Gobierno ha elegido la que admite menos progresividad: grava a todos los consumdores por igual, y no m¨¢s a los que m¨¢s tienen, como ocurre con la imposici¨®n directa. Es cierto, con todo, que la indirecta suele encontrar, por razones psicol¨®gicas, menores resistencias sociales: a los contribuyentes les cuesta m¨¢s pagar,200.000 pesetas al a?o en concepto de IRPF que 300.000 en grav¨¢menes adicionales al consumo a lo largo de los 12 meses.
En resumen, el Gobierno de Aznar ha elegido una senda parecida a la de muchos Gobiernos conservadores del mundo desarrollado. El problema es que esa v¨ªa puede comprometer el objetivo de inflaci¨®n, el segundo en importancia del listado de Maastricht. La mejora registrada en esa variable no impide que todav¨ªa sea Espa?a uno de los pa¨ªses m¨¢s alejados de la media de los m¨¢s estables de la UE (la brecha es ahora de 1,3.puntos). Y de su control depende la posibilidad de bajar el precio del dinero, condici¨®n para un crecimiento de la actividad productiva que permita crear m¨¢s empleo. Los Presupuestos ofrecen una previsi¨®n de crecimiento de esta variable de unos 240.000 empleos, lo que significar¨ªa reducir el paro en unas 100.000 personas.
El cumplimiento del objetivo de situar el d¨¦ficit p¨²blico en el 3% del PIB tambi¨¦n depende de la generaci¨®n de ingresos -unos 450.000 millones- por privatizaciones de empresas p¨²blicas, pero es obvio que esos ingresos no son repetibles en los a?os pr¨®ximos. El sector p¨²blico empresarial absorber¨¢ en 1997 un bill¨®n de pesetas de recursos p¨²blicos: aunque suponga una reducci¨®n de 200.000 millones respecto a este a?o, es una cantidad considerable.
La presentaci¨®n de estos Presupuestos tambi¨¦n coincide con modificaciones en el esquema de financiaci¨®n auton¨®mica, cuyos resultados siguen dominados por la confusi¨®n. Al igual que en otros ¨¢mbitos de la actividad pol¨ªtica, esta decisi¨®n ha sido impuesta por los acuerdos con los partidos nacionalistas, y su complejidad t¨¦cnica y variaciones en su formulaci¨®n han dado pie a una manifiesta incertidumbre sobre algunas de sus m¨¢s importantes implicaciones: sobre el d¨¦ficit p¨²blico y, desde luego, sobre la magnitud de los recursos financieros destinados a cada una de las comunidades aut¨®nomas. No sabemos todav¨ªa con exactitud el alcance del principio de corresponsabilfidad de los gobiernos regionales ni si queda satisfecha la correspondiente al de solidaridad interregional, b¨¢sico igualmente en cualquier modelo de descentralizaci¨®n fiscal.
La carrera hacia el euro no acaba en 1997. El esfuerzo de estos Presupuestos debe proseguir en 1998 y m¨¢s all¨¢. Si lo que se hace, con triqui?uelas contables, es aplazar problemas para los siguientes a?os en vez de resolverlos ahora, poco habremos avanzado. En todo caso, el proceso de tramitaci¨®n parlamentaria ofrecer¨¢ una oportunidad inmejorable para verificar si las propuestas del PP y sus socios parlamentarios encuentran alternativas razonables en los partidos de la oposici¨®n.
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