La ¨²ltima aparici¨®n de Szymborska
El lunes pasado, Wislawa Szymborska recib¨ªa el premio del Pen club polaco. Era la ¨²ltima aparici¨®n p¨²blica de una persona amorosa de su intimidad, que raras veces sale de casa y que en raras ocasiones recibe. All¨ª, en ese acto, se encontraba la flor y nata de la poes¨ªa polaca, la mejor poes¨ªa del mundo seg¨²n Joseph Brodski. Tal vez faltara tan s¨®lo Zbigniew Herbert, el otro gran poeta polaco.Wislawa Szymborska vive en Cracovia, esa gran ciudad que ha sido y es tambi¨¦n, entre otros, la ciudad de Kantor, Penderecki y Lem. Ah¨ª estudi¨® Szymborska filosof¨ªa polaca y sociolog¨ªa y se empap¨®, sin duda, de toda la grandeza y altura intelectual que envuelve los muros de esta vieja capital de Europa.
Wislawa Szymborska ha escrito poco m¨¢s de ciento cincuenta poemas distribuidos en ocho entregas que marcan su trayectoria entre 1952 y 1986. Comenz¨® con Para eso vivimos (1952), Preguntas formuladas a uno mismo (1967), Un gran n¨²mero (1976), La gente en el puente (1986). Es adem¨¢s autora de un libro sobre recensiones literarias de obras cl¨¢sicas de literatura, libros de zoolog¨ªa, bot¨¢nica, etc¨¦tera.
La poes¨ªa de Szymborska se caracteriza por su reflexi¨®n sobre la condici¨®n humana, vista desde la perspectiva de la limitaci¨®n del hombre, y por su gran inquietud formal. Szymborska comienza a escribir en los a?os cincuenta, cuando el existencialismo penetraba con gran fuerza en la cultura polaca de posguerra. De su poes¨ªa se desprende una consideraci¨®n antropol¨®gica basada en la finitud humana, en la debilidad del hombre frente a la naturaleza. Esa incapacidad de autorredenci¨®n humana, com¨²n a una parte muy importante de la filosof¨ªa y la cultura polaca de la ¨¦poca, y que Szymborska poematiza con su penetrante sensibilidad femenina, se traslada a una visi¨®n del mundo microsc¨®pica, de las cuestiones m¨ªnimas, donde los peque?os detalles y las realidades degradadas, insignificantes, construyen un universo po¨¦tico donde late la tragedia.
Su poes¨ªa, de intenci¨®n moralizante, casi afor¨ªstica -en este sentido podr¨ªamos hablar de cierta familiaridad con Antonio Machado y Ram¨®n G¨®mez de la Serna- se labra a partir de palabras simples, de versos cortos, unidos por estructuras reiterativas, que le otorgan una enorme fuerza y una gran intensidad moral. Siempre, en el fondo del poema late la tragedia como un resultado de la incapacidad humana. Sin duda alguna, la Academia Sueca ha acertado. Si se pudiera definir una poes¨ªa de mujer, ¨¦sta ser¨ªa sin duda la de Wislawa Szymborska. Ella logra el extra?o prodigio de sumirnos en los grandes temas que siempre han estado ah¨ª, utilizando para ello el lenguaje m¨¢s com¨²n y el valor de la experimentaci¨®n.
Poetisa silente
Acaso haya sido Czeslaw Milosz quien abri¨® el mundo a la poes¨ªa polaca tras haber ganado el Premio Nobel en 1980. En su libro Testimonio de la poes¨ªa, una colecci¨®n de ensayos que recorri¨® como un meteoro los departamentos de literatura de las universidades americanas, hay un precioso cap¨ªtulo dedicado a la obra po¨¦tica de Szymborska. A partir de ese momento, la creaci¨®n de, tal vez, la poetisa m¨¢s silente de nuestro tiempo, empez¨® a conocerse. Entre sus ¨²ltimas obras est¨¢ Fin y principio (1993).Acaso este Premio Nobel que le ha sido otorgado a ella, le niegue el Nobel de Zbigniew Herbert. En los a?os cincuenta, en Varsovia, Herbert inauguraba con la revista Europa un intento de renovaci¨®n, desde sus cenizas, del humanismo europeo. El autor de Don Cogito vive hoy prisionero de la memoria y de su mundo po¨¦tico. Wislawa Szymborska, siempre en el m¨¢s absoluto retiro, ha obtenido el Premio Nobel.
En los a?os cincuenta Herbert buscaba en la reminiscencia de la Grecia cl¨¢sica la esencia de Europa. Szymborska es Europa, porque su poes¨ªa, al reconocer la finitud humana y la imposibilidad de la autoidentidad, nos reconcilia con nuestros m¨¢s preciados valores.
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