?Es Catalu?a plurinacional?
"El prejuicio es bueno porque hace feliz. Empuja a los pueblos hacia su centro, fortalece los lazos de la raza, hace florecer a los pueblos en su forma propia, los hace m¨¢s ardientes y, consiguientemente, m¨¢s felices". Son ideas de Herder, el gran te¨®rico de los nacionalismos identitarios, ideas que tienen ya m¨¢s de dos siglos. Frente a la lucha contra los prejuicios entablada por la Ilustraci¨®n, frente a Voltaire, Helvetius, Holbach o Diderot encontramos su defensa como identificadores de una raza y un pueblo. Mientras que la raz¨®n nos hace iguales, los prejuicios nos afirman en la diversidad y unen al tiempo que separan. Y sin duda en esa estela, y con motivo de la pasada Diada, Joaquim Triad¨², secretario, general de la Presidencia de la Generalitat, tras asegurar una vez m¨¢s que su objetivo a largo plazo es la autodeterminaci¨®n de Catalu?a, no puedo evitar lanzar dardos contra la "bigamia patri¨®tica" de ese 50% de catalanes que se sienten tan espa?oles como de su tierra. Al parecer, los catalanes deben ser mon¨®gamos y sentir a Catalu?a, pero no a Espa?a. Declaraciones que, a pesar de su virulencia, no dificultar¨¢n el pacto con el PP como tampoco lo dificulta la negaci¨®n que hace Duran del nacionalismo espa?ol. Vidal-Quadras no est¨¢ autorizado a mantener los viejos principios rechazando el nacionalismo catal¨¢n; aqu¨¦llos s¨ª lo est¨¢n. Vidal debe revisar su discurso; CiU, no.Y, sin embargo, recientes declaraciones de Colom, Duran y otros muestran que algo comienza a madurar en el ¨¢mbito del nacionalismo catal¨¢n, sin duda no una tendencia, pero s¨ª un talante distinto, nuevo, m¨¢s abierto y probablemente menos receloso y victimista. Ello es l¨®gico y, desde luego, bueno.
Es l¨®gico porque el nacionalismo catal¨¢n ha conseguido (casi) plenamente hacer madurar la opini¨®n de los restantes espa?oles para que acepten (casi) todos sus planteamientos. Cosecharon ¨¦xitos considerables en la Constituci¨®n; su planteamiento de una Espa?a plurinacional fue pronto adoptado por la izquierda radical y la m¨¢s moderada del PSOE. Y ¨²ltimamente, sean cuales fueran las razones, la derecha conservadora espa?ola ha sellado y rubricado paces duraderas con su mayor enemigo, el nacionalismo regional, algo ins¨®lito en el panorama de la historia contempor¨¢nea de Espa?a. De modo que CiU puede que tenga rivales, pero carece de enemigos y su concepci¨®n plurinacional de Espa?a ha pasado a ser referente de todas las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias. Un ¨¦xito impresionante, resultado de una pol¨ªtica tenaz, constante, a veces molesta, con frecuencia victimista, pero siempre prudente. Y un ¨¦xito que le permite ser, tambi¨¦n ella, autocr¨ªtica.
No es, pues, de extra?ar que justo en ese momento se produzca una ruptura en la derecha ni que esa ruptura tenga lugar en Catalu?a. Pues de los resultados electorales del pasado marzo se deduc¨ªa la inevitabilidad del pacto con CiU, y de ese pacto se deduce la inevitabilidad de la ruptura del PP con quienes niegan el nacionalismo catal¨¢n. Vidal-Quadras tiene todo el derecho a exponer su opini¨®n; es casi un deber. Pero antes de exponerla sab¨ªa ya que la reorientaci¨®n del PP implicaba su personal marginaci¨®n pol¨ªtica. Es m¨¢s, a medio o largo plazo la misma supervivencia del PP en Catalu?a es discutible; las elecciones, una vez m¨¢s, lo demostraron.
Y sin embargo, Vidal-Quadras tiene bastante raz¨®n. Quiz¨¢s no en sus cr¨ªticas al nacionalismo que, como movimiento puramente sentimental, es inmune a ese tipo de racionalizaci¨®n; pero s¨ª en su cr¨ªtica al nacionalismo identitario, es decir, a aquel que identifica territorio, lengua, naci¨®n y Estado. Pues si CiU ha conseguido que todos aceptemos, no s¨®lo la realidad del nacionalismo catal¨¢n, sino, como consecuencia, la realidad plurinacional de Espa?a, se da la paradoja de que nadie ha conseguido convencer a CiU, no ya de la realidad plurinacional de Catalu?a, sino de la simple existencia del nacionalismo espa?ol.
Y de entrada, es ciertamente chocante que una persona por lo dem¨¢s sensata hasta el aburrimiento como Duran venga a decir, una vez m¨¢s, que no hay naci¨®n espa?ola y s¨®lo naci¨®n vasca, catalana, etc¨¦tera. Una afirmaci¨®n as¨ª, o es de una profundidad metaf¨ªsica que no alcanzo a vislumbrar, o es de una ceguera tan patente que cuesta entenderlo. No voy a discutir, pues no soy competente, la fecha de origen del nacionalismo catal¨¢n, pero puedo asegurar al se?or Duran que, al menos desde Quevedo, hay sentimiento nacionalista espa?ol. Y lo que es m¨¢s interesante para el se?or Duran, de ese sentimiento participan la mayor¨ªa de los catalanes.
Efectivamente, seg¨²n datos de 1994 del ICPS de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, el 13% de los ciudadanos de Catalu?a se sienten ¨²nicamente catalanes, un 23% se siente m¨¢s catal¨¢n que espa?ol, un 44% se siente por igual espa?ol y catal¨¢n (son los b¨ªgamos), un 6% se siente m¨¢s espa?ol que catal¨¢n y otro 13% se siente ¨²nicamente espa?ol. Cabe, pues, deducir que hay aproximadamente un 20% de catalanes que se sienten m¨¢s espa?oles que catalanes, m¨¢s un 44% de mayor¨ªa b¨ªgama. Otros indicadores confirman estos porcentajes. As¨ª, preguntados acerca de la estructura pol¨ªtica adecuada para Catalu?a el 17% de los catalanes dicen que debe ser un Estado independiente, el 16% prefiere un Estado en una Espa?a federal; el 43% lo que es, una comunidad aut¨®noma de Espa?a (otra vez, los b¨ªgamos), y el 21% dice que debe ser "una regi¨®n de Espa?a", sin m¨¢s adjetivos. As¨ª pues, otro 20% de catalanes espa?olistas, m¨¢s radical a¨²n (cifra que coincide sospechosamente con ese 22% de catalanes que entienden el catal¨¢n, pero no lo hablan).
En resumen, en el seno de Catalu?a hay una clara mayor¨ªa de poblaci¨®n que desmiente rotundamente la tentaci¨®n monopolista del nacionalismo catal¨¢n: hay nacionalismo espa?ol y hay mucha gente que lo compagina sin dificultad con el "catalanismo". Es, pues, dif¨ªcil negar, no ya la existencia de un nacionalismo espa?ol, sino la realidad claramente plurinacional de Catalu?a. No de la Catalu?a so?ada, m¨ªtica, que debe existir para ser lo que es, que nunca ha cambiado, esencial y plat¨®nica, sino de la Catalu?a real, la poblada de seres de carne y hueso.
Es m¨¢s, el plurinacionalismo de Catalu?a -como es l¨®gico- es mucho m¨¢s marcado que el de Espa?a. Y as¨ª, si nos preguntamos cu¨¢ntos espa?oles se sienten ante todo y sobre todo nacionales de su regi¨®n y no de Espa?a, encontramos que, seg¨²n datos del CIS, escasamente un 15% de los espa?oles consideran que su regi¨®n es una naci¨®n; para el 80% su regi¨®n es s¨®lo eso. De modo que Espa?a es plurinacional por que un 15% escaso de espa?oles (catalanes, vascos, gallegos, pero tambi¨¦n andaluces, valencianos, etc¨¦tera) se sienten nacionales de identidades no espa?olas. Pero Catalu?a es plurinacional por que al menos un 20% de los catalanes se sienten nacionales de una identidad no catalana y otro 44% siente una doble nacionalidad o identidad".
De modo que no parece razonable que CiU argumente con una doble vara. De una parte, Espa?a es plurinacional y debe reconocer y aceptar el nacionalismo catal¨¢n como otra forma de ser, sentir y vivir la realidad espa?ola; no se es desleal a Espa?a siendo catal¨¢n catalanista. Estoy de acuerdo con todo ello. Pero cuando se afirma que Catalu?a no es plurinacional, sino plenamente catalanista y no se puede ser leal a Catalu?a si se es, no ya espa?ol, sino tan espa?ol como catal¨¢n, entonces pasamos del uso de la raz¨®n a la defensa del prejuicio, del seny a la rauxa para pedir lo que no se est¨¢ dispuesto a dar. CiU ha conseguido que el discurso pol¨ªtico de los espa?oles los incluya, y eso es muy bueno; pero no ha modificado su discurso para incluir a los catalanes espa?olistas o simplemente no catalanistas, para incluir, por ejemplo (simplemente como catalanes), a los votantes del PP, y eso es muy malo.
Pues ?qu¨¦ significa ese plurinacionalismo de Catalu?a? Entre otras cosas, y como vengo repitiendo, que el castellano es una lengua catalana no menos que el catal¨¢n -como dice la Constituci¨®n- es una lengua espa?ola. Significa que esos d¨¦biles y venales b¨ªgamos que el secretario general de la Presidencia catalana repudia por infieles y desleales, y que son la mayor¨ªa de los catalanes, son la prueba palpable de que no s¨®lo se puede ser catal¨¢n y espa?ol, espa?ol y catal¨¢n sin conflicto de lealtades (como cree Triad¨²), sino que ambas identidades se refuerzan mutuamente. Significa que, incluso en el caso de una eventual independencia pol¨ªtica de Catalu?a, y de acuerdo con los argumentos y la l¨®gica del nacionalismo, el naciente Estado catal¨¢n tendr¨ªa que ser plurinacional y pluriling¨¹¨ªstico, y tendr¨ªa que reconocer el castellano como lengua oficial catalana. Significa, en resumen, que la Catalu?a real es menos y m¨¢s que el nacionalismo catal¨¢n. Menos porque el proyecto nacionalista catal¨¢n, evidentemente, desborda el territorio de esa comunidad aut¨®noma. Pero es m¨¢s porque la Catalu?a real es tambi¨¦n parte del proyecto espa?ol, un proyecto que, a estas alturas, es inclusivo m¨¢s que exclusivo y abierto a la diversidad. Vidal-Quadras, ciertamente, no est¨¢ solo y gente como ¨¦l debe ser y es parte de la realidad compleja de Catalu?a. Y lo ser¨¢ tanto m¨¢s cuanto CiU se empe?e en ver b¨ªgamos donde s¨®lo hay la misma realidad plurinacional que tan bien percibe y analiza fuera de "su" territorio.
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