¡°?Qu¨¦ quieres, una hija o una medalla?¡±
La gimnasta Mar¨ªa Pardo, de 17 a?os, desvela en su diario la exigente disciplina que lleva al oro ol¨ªmpico
Las ni?as de oro ganaron en 1996 en Atlanta la primera medalla de oro ol¨ªmpica para la gimnasia espa?ola. Este es el relato de una de las atletas que abandon¨® la concentraci¨®n poco antes de la cita ol¨ªmpica, en el que narra la disciplina f¨¦rrea a la que estaban sometidas.
Mar¨ªa Pardo, de 17 a?os, dej¨® el equipo nacional de gimnasia r¨ªtmica dos meses antes de su gran cita, los Juegos de Atlanta, en que sus compa?eras ganaron el oro.Cuatro meses despu¨¦s se siente capaz de hablar de sus sufrimientos durante las largas concentraciones con el conjunto dirigido por la b¨²lgara Emilia Boneva. Del hambre sufrido, que la llevaba a so?ar con comida, y del estado de vigilancia que acab¨® hasta con su noviazgo. Minuciosamente apunt¨® en su diario durante meses las circunstancias que la forzaron a dejarlo todo, a llamar desesperada a su madre y preguntarle: "?Qu¨¦ quieres, una hija o una medalla?"
Es el sistema perfecto para fabricar medallas. El que funciona en todo el mundo. Tambi¨¦n en Espa?a. Una maquinaria en la que la entrenadora, mezcla de capataz e institutriz inglesa, le da a la tecla; en la que los deportistas, ni?os con sue?os de grandeza alimentados por sus padres, son la materia prima; en el que las autoridades deportivas, patrocinadoras de la f¨¢brica, recogen los dividendos en forma de t¨ªtulos ol¨ªmpicos. Pero tiene un precio muy alto: los deportistas acaban siendo las v¨ªctimas. Sometidos a una exigente disciplina, que les lleva a vivir una vida que recuerda a las descritas por Charles Dickens y a la Inglaterra victoriana, los ni?os con sue?os de grandeza desarrollan miedos, frustraciones y desarreglos f¨ªsicos. Y termina como una especie de s¨ªndrome de Estocolmo: la v¨ªctima acaba sinti¨¦ndose culpable.1 DE ENERO DE 1996. Emilia se ha enfadado. No nos deja salir de las habitaciones. Menuda manera de empezar el a?o.
Las 16 integrantes del equipo nacional pasaron el fin de a?o concentradas en Sierra Nevada. La noche del 31 de diciembre fueron a la discoteca del hotel a celebrar la Nochevieja. No pararon de bailar, siempre bajo la mirada de la seleccionadora, la b¨²lgara Emilia Boneva. "A Emilia no le gust¨® c¨®mo hab¨ªamos bailado. As¨ª que nos castig¨® sin salir todo el d¨ªa del cuarto. No s¨¦ c¨®mo ella bailar¨¢ pero nosotras lo hicimos a nuestra manera, como la gente joven. No hicimos nada raro".
14 DE ENERO. Emilia se ha enterado de que hoy he salido con Jes¨²s.
A mediados de diciembre Mar¨ªa Pardo y Jes¨²s Carballo comenzaron a salir juntos. El mejor gimnasta espa?ol y una de las titulares del equipo de r¨ªtmica sab¨ªan que su relaci¨®n les iba a causar problemas. Por eso, a pesar de que ambos se entrenaban en el gimnasio Moscard¨® y se cruzaban varias veces al d¨ªa por los pasillos, no se dirig¨ªan la palabra. "Esa noche Emilia me llam¨® y me pregunt¨® que d¨®nde hab¨ªa estado. Le dije que con todas mis compa?eras. Ella me respondi¨® que estaba mintiendo. Era verdad. Hab¨ªa ido al cine con Jes¨²s. Era la primera vez que nos ve¨ªamos a solas en casi un mes. Antes de que empezara la pel¨ªcula nos fuimos al bar y nos compramos todo tipo de guarradas para comer. Emilia dej¨® claro que sab¨ªa que sal¨ªa con Jes¨²s y que me vigilaba. A- veces llegu¨¦ a pensar que mandaba a gente para espiarme".
20 DE ENERO. Esta noche Emilia est¨¢ otra vez enfadada. No sabemos qu¨¦ pasa. Por sorpresa nos ha hecho pesarnos. Ha habido bronca general.
Todos los d¨ªas a las ocho de la ma?ana las chicas del equipo acuden en ropa interior, al sal¨®n del chal¨¦ de la Moraleja, en Madrid, donde viven, para la ceremonia del peso. Una a una las 16 pasaban por la b¨¢scula. Del resultado del pesaje depend¨ªa su destino ese d¨ªa. "Yo era la que m¨¢s problemas ten¨ªa. Era la m¨¢s alta. Mido 1,70 y me ped¨ªa que no sobrepasara los 43 kilos. Si pesaba 44 s¨®lo ten¨ªa derecho a media cena. Si pesaba 44,100 me iba a la cama en ayunas. A m¨ª era a la que m¨¢s castigaba. Muchas veces me mandaba correr para que bajara algo m¨¢s de peso. Las comidas eran casi siempre iguales. La entrenadora iba a la cocina a inspeccionar que la cocinera no se saltara ninguna de sus reglas. El m¨¦dico nos hac¨ªa una dieta, pero luego era Emilia la que realmente dec¨ªa lo que ten¨ªamos que tomar. Para desayunar nos daban cereales con leche, un poco de queso fresco, zumo de naranja y miel Para comer verdura o algo de pasta y carne a la plancha. Las patatas, ni probarlas. Por la noche yo tomaba fruta o yogur pero si me hab¨ªa pasado de peso s¨®lo ten¨ªa derecho a una de las dos cosas. A veces la cocinera se apiadaba de nosotras y debajo de la verdura escond¨ªa, para que nadie las viera, unas patatas cocidas. Eso era todo un lujo".
26 DE FEBRERO. He subido 400 gramos este fin de semana. Me ha echado una bronca de la leche.
Emilia Boneva pesaba a sus gimnastas todas las ma?anas menos los domingos, el ¨²nico d¨ªa sin entrenamiento. Esa ma?ana a Mar¨ªa le cay¨® una buena bronca.
"Me dijo que era una irresponsable, que d¨®nde ten¨ªa la cabeza. Me puso verde. Me castig¨® con comer la mitad de todo. Con tantas broncas yo llegu¨¦ a estar obsesionada con la comida. Por la noche cuando me met¨ªa en la cama so?aba con la comida. Cuando ve¨ªa una pel¨ªcula en lo que m¨¢s me fijaba era en la comida que sal¨ªa. Una de las cosas que m¨¢s me desesperaba era Lo que necesitas es amor. Cuando iban a la roulotte siempre sal¨ªa un zumo y una bandeja enorme de caramelos. Nadie se tomaba el zumo ni se com¨ªa los caramelos. Con lo que yo habr¨ªa dado en esos momentos por un caramelo. Les gritaba 'idiotas, com¨¦roslo"'. Mar¨ªa recuerda que muchas veces en los largos entrenamientos se mareaba. Se sent¨ªa d¨¦bil a causa de la escasa dieta y del enorme esfuerzo.
A las 9 de la ma?ana comenzaba el entrenamiento en el Moscard¨®. Durante una hora y media hac¨ªan ballet. Luego calentamiento y los ejercicios enteros. El trabajo duraba hasta las dos sin descanso. A las cuatro regresaban del chal¨¦ y vuelta a empezar: ballet, calentar... as¨ª hasta las nueve de la noche. "Cuando lleg¨¢bamos a casa no sent¨ªamos las piernas. Nos met¨ªamos en la cama y muchas veces no pod¨ªamos ni dormirnos de cansancio y de los dolores que ten¨ªamos". Boneva decidi¨® que hab¨ªa que prescindir de todo, incluso del colegio. "Como era a?o ol¨ªmpico no fuimos ni un solo d¨ªa a clase. S¨®lo nos matricularon para que no perdi¨¦ramos un a?o. Cuando lleg¨¢bamos a casa, despu¨¦s de 11 horas de trabajo, nos dec¨ªa que nos pusi¨¦ramos a estudiar para presentarnos en septiembre. Era imposible. Creo que lo dec¨ªa s¨®lo para quedar bien".
Por la noche cuando Mar¨ªa se quedaba a solas con sus compa?eras de habitaci¨®n, Tania y Alba, para lo ¨²nico que ten¨ªan fuerzas era para hablar de comida. Tumbadas en la cama so?aban. "Jug¨¢bamos a inventarnos recetas". Todas juntas hac¨ªan planes. "Este fin de semana iremos al s¨²per y llenaremos el carro hasta arriba".
14 DE MARZO. Tenemos el primer torneo. Nos vamos a Grecia a Kalamanta. El 16 hicimos aros y fuimos segundas. El 17 competimos con cintas y pelotas y con la media del primer d¨ªa ganamos el torneo. Emilia estaba contenta. Aunque no dejamos Grecia sin que nos cayera una buena bronca. No hubo celebraci¨®n, pero nosotras lo celebramos con el minibar de nuestra habitaci¨®n.
Boneva recog¨ªa la llave de los minibares o los revisaba para comprobar que no hab¨ªan sido utilizados. Las gimnastas son grandes expertas en simular, por ejemplo, que una bolsa de almendras no ha sido abierta o que una porci¨®n de mantequilla est¨¢ intacta. "El truco est¨¢ en abrirla con cuidado y volverla a cerrar sin que pierda la forma. En los aviones nos com¨ªamos la parte de abajo del pan para que si se ve¨ªa por arriba pareciera que no hab¨ªamos tomado nada". Pero esa noche en Grecia se saltaron todos sus trucos. "Corno nos ¨ªbamos a las seis de la ma?ana, pensamos que nadie a esa hora pasar¨ªa a revisar las neveras. As¨ª que decidimos vaciarlas. Nos comimos todo lo que hab¨ªa. Pero nos quer¨ªamos morir cuando un conserje baj¨® en el momento en que nos march¨¢bamos para avisarle a la selecionadora que hab¨ªamos acabado con todo. La bronca fue terrible. No s¨®lo hab¨ªamos comido, sino que nos ¨ªbamos sin pagar".
Las rigurosas dietas han causado problemas f¨ªsicos a algunas gimnastas. Muchas de ellas tienen que tomar hierro y aun as¨ª su cara se llena de manchas, s¨ªntoma de deficiencias vitam¨ªnicas. Mar¨ªa conoce casos de compa?eras que se han metido los dedos en la boca para provocarse el v¨®mito si han comido demasiado. El agua llega a ser un elemento prohibido. Mar¨ªa solamente beb¨ªa un vaso de agua al d¨ªa. Recuerda con horror c¨®mo ante un ataque de ansiedad se lleg¨® a tomar dos litros de agua y al d¨ªa siguiente pesaba dos kilos m¨¢s. No era que el agua le hubiera engordado sino que su cuerpo no estaba acostumbrado a tanto l¨ªquido.
Mar¨ªa recuerda con cari?o c¨®mo en una ocasi¨®n goz¨® de la complicidad del Rey en una recepci¨®n en el Palacio Real. Boneva les hab¨ªa ordenado que no comieran nada, pero Mar¨ªa no se resisti¨® y cuando cre¨ªa que nadie la ve¨ªa cogi¨® un canap¨¦. "Entonces sent¨ª un golpecito en la espalda y una voz que me dec¨ªa 'te pill¨¦'. Era el Rey. Me mir¨® y al ver la cara de susto que pon¨ªa. me dijo: 'Tranquila hija, come, que vosotras s¨ª que lo necesit¨¢is"'.
26 DE ABRIL. Estamos en Alemania. He fallado con el aro y Emilia me ha dicho: 'No est¨¢s pensando en lo que debes' .Creo que se refer¨ªa a Jes¨²s. "En Alemania comenz¨® mi calvario. Lanc¨¦ un aro corto a Tania y se cay¨® al suelo. Boneva me dijo que s¨®lo pensaba en Jes¨²s. As¨ª que decid¨ª decirle que lo hab¨ªamos dejado. Hab¨ªa prometido que si notaba que mi historia con Jes¨²s interfer¨ªa en mi trabajo, cortar¨ªa. Pero no estaba dispuesta. Las cosas nos iban muy bien. El ¨²nico problema que ten¨ªa era que la presi¨®n resultaba cada vez m¨¢s agobiante. As¨ª no pod¨ªa vivir".
2 DE MAYO. Estoy bloqueada. No consigo lanzar el aro. Lo tiro sin control. No s¨¦ qu¨¦ me pasa. Tengo miedo a hacer el rid¨ªculo.
Faltaban dos meses para los Juegos. La presi¨®n de la concentraci¨®n era cada vez mayor. Los controles t¨¦cnicos y la dieta eran cada vez m¨¢s rigurosos. Un ejercicio se repet¨ªa hasta 40 veces en un d¨ªa. La b¨¢scula era cada vez m¨¢s dura. "Hasta el perro de Emilia pasaba por las habitaciones buscando comida. Le ten¨ªan adiestrado para ello. Raro era el d¨ªa en que el perro no se iba con el hocico sucio relami¨¦ndose". Mar¨ªa comenz¨® a sentirse cada d¨ªa peor. "Faltaba poco tiempo para los Juegos. La tensi¨®n ten¨ªa que salir por alg¨²n lado. Mi problema era que no pod¨ªa controlar el aro. Cada vez que lo lanzaba era peor. Estaba preocupada. No sab¨ªa qu¨¦, hacer y nadie me ayudaba. S¨®lo me gritaban. Mi compa?era Alba fue la ¨²nica que se acerc¨® a hablar conmigo. A ella una temporada le pas¨® lo mismo pero la ayudaron y lo super¨®".
Los gimnastas tienen una cita diaria con el psic¨®logo Amador Cernuda. Hay sesiones individuales y colectivas. El especialista les ayuda a visualizar el ejercicio a trav¨¦s de m¨²sica y colores. En las citas en solitario las gimnastas aprovechan para desahogarse de la presi¨®n. "?bamos al despacho de Amador y de lo ¨²nico que habl¨¢bamos era de Emilia, que si era una hija de ..., una tal o una cual. Grit¨¢bamos pero ¨¦l nos escuchaba y no dec¨ªa nada. Despu¨¦s nos ¨ªbamos como si tal cosa. Se supone que lo que habl¨¢bamos en el despacho quedaba all¨ª. Pero muchas de las cosas que all¨ª dijimos se han sabido". Mar¨ªa est¨¢ convencida de que Amador Cernuda no hizo nada para ayudarla. S¨®lo recuerda el apoyo de Mar¨ªa Fern¨¢ndez Ostraza, una de las ayudantes de Boneva.
8 DE MAYO. Estamos en Corbeil (Francia). Tenemos un torneo. Y sigo fallando con el aro. Voy a fastidiar a mis compa?eras porque no doy una. Estoy pensando en decirle a Emilia que no salgo. Voy a hacer el rid¨ªculo.
Seg¨²n se acercaba el momento de la competici¨®n, Mar¨ªa ten¨ªa m¨¢s problemas con los aros. La presi¨®n crec¨ªa d¨ªa a d¨ªa. Las gimnastas ten¨ªan que repetir los ejercicios una y otra vez. "Muchas veces durante el ensayo dej¨¢bamos de notar las piernas del cansancio que padec¨ªamos. Pero a¨²n as¨ª no nos dejaban descansar. Recuerdo que una vez una de mis compa?eras dijo que no pod¨ªa salir a hacer el control porque ten¨ªa la regla. No la creyeron. Al final la obligaron a ir al cuarto de ba?o para comprobar si efectivamente estaba con la regla". Esa gimnasta y Mar¨ªa eran las dos ¨²nicas de las 16 que ten¨ªan menstruaciones.
Las lesiones f¨ªsicas son el martirio de las gimnastas especialistas en deportiva, y el hambre y la presi¨®n las causas de sufrimiento para las de r¨ªtmica. Mar¨ªa pas¨® hambre y se sinti¨® terriblemente agobiada durante los meses previos a Atlanta. Adem¨¢s se sinti¨® sola. "Somos m¨¢quinas a las que utilizan hasta que les dejamos de servir". En mayo m¨¢s que una titular indiscutible del equipo nacional que iba a ir a los Juegos parec¨ªa una principiante a causa de los nervios. "Nadie me ayudaba, s¨®lo me gritaban". Mar¨ªa decidi¨® no participar en el torneo de Francia. "No tuve valor para dec¨ªrselo a Emilia". Eligi¨® a su ayudante. "No puedo m¨¢s, Mar¨ªa. No soy capaz de salir. S¨¦ que lo voy a hacer mal. Es mejor que llam¨¦is a Est¨ªvariz. Emilia no me habl¨® durante esos d¨ªas. Al llegar a Madrid me dijo que la hab¨ªa traicionado. Le expliqu¨¦ que lo hac¨ªa por mis compa?eras. Yo estaba bloqueada y nadie me ayudaba".
18 DE MAYO. He llamado a mi casa cuatro veces. Les. he dicho a mis padres que no aguanto m¨¢s y que vengan a buscarme. Mi madre est¨¢ muy preocupada. Le he pregunta do: ?Qu¨¦ quieres, una hija o una medalla?.
"Los ¨²ltimos d¨ªas de la concentraci¨®n fueron horribles. Nadie me hablaba. Me sent¨ªa aislada. Yo explicaba a quien me quer¨ªa o¨ª r que ten¨ªan dos meses para trabajar con mi suplente y que a¨²n ten¨ªan tiempo para ha cerlo bien en Atlanta". Una noche Boneva llam¨® a Mar¨ªa. La interrog¨® sobre qu¨¦ hab¨ªa contado a sus padres. Ella anunci¨® que se iba. "Entonces me oblig¨® a redactar una carta explicando por qu¨¦ dejaba el equipo. Escrib¨ª lo que quer¨ªa y al d¨ªa si guiente llegaron mis padres y me fui con ellos a casa". Mar¨ªa dej¨® la gimnasia y la distancia la llev¨® a romper con Jes¨²s.El 4 de agosto, sentada frente a la televisi¨®n en su casa de Torrelavega (Cantabria), Mar¨ªa Pardo ve c¨®mo sus compa?eras gana ban el oro ol¨ªmpico. "Me sent¨ª muy contenta porque ellas lo hab¨ªan conseguido, pero muy triste por m¨ª. Yo sab¨ªa que pod¨ªa estar all¨ª, pero nadie me ayud¨® cuando tuve problemas". Mar¨ªa no ha recibido ninguna llamada de Jes¨²s M¨¦ndez, presidente de la federaci¨®n. Ninguna autoridad deportiva quiso saber por qu¨¦ Mar¨ªa Pardo, que gan¨® en el Mundial de Par¨ªs una medalla de plata y dos de bronce; una de plata y dos de bronce en el Europeo de Praga, y una de oro y dos de plata en el Mundial de Viena, dejaba la gimnasia a los 17 a?os. Tampoco ha recibido todav¨ªa el dinero de estas medallas ni su beca ADO. Pero ahora es feliz. Ha vuelto a estudiar, ha engordado 12 kilos y tiene un tipo espl¨¦ndido. Da clases de gimnasia. Su m¨¦todo como entre nadora se basa en el cari?o y la comprensi¨®n.
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