Espasmo
El otro d¨ªa, paseando por Arg¨¹elles con una amiga, al pasar por la calle de Mel¨¦ndez Vald¨¦s y disponernos a ejecutar un ejercicio de nostalgia, contemplando una vez m¨¢s las fachadas de La Casa de las Flores, vimos con sorpresa c¨®mo algunas de las losas de hormig¨®n que forman los balcones corridos, concretamente las correspondientes al portal N-E, hab¨ªan sido forradas con escayola o alg¨²n otro material; hab¨ªan sustituido las molduras que afinaban su borde, por un filete plano, toscamente rematado por un vierteaguas, soluci¨®n que si bien se puede considerar corriente por lo zafia, parece poco apropiada para un edificio que no lo es; entre otras muchas cosas, por estar construido con una reconocida maestr¨ªa en esos detalles que merecen ser preservados para la admiraci¨®n y el estudio de las generaciones futuras.Por unos segundos, me imagin¨¦ a don Secundino Zuazo llegando a la obra con los dibujos de esas molduras a escala natural, como era su costumbre, rodeado por unos entusiastas encofradores dispuestos, todos ellos, a demostrarse c¨®mo el arte de construir pod¨ªa adaptarse a los nuevos materiales, llev¨¢ndolos m¨¢s lejos. Se me apareci¨® luego, el fino estilista de hoy, con muchas prisas, ordenando ejecutar una de las m¨¢s infames obras que puedan hacer unos alba?iles, y me asalt¨® como una n¨¢usea, acompa?ada de escalofr¨ªos intermitentes.
Hoy, aquel malestar se ha convertido en un recurrente espasmo intestinal, al comprender c¨®mo tal soluci¨®n constructiva se ir¨¢ apropiando de todos sus balcones que, como se sabe, est¨¢n en el origen del nombre que se da a este edificio, desfigur¨¢ndolo irremediablemente, pues cuenta con el permiso de las autoridades y el silencio de los vecinos.-
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