El gran Madrid que nos amenaza
EDUARDO MANGADAEl crecimiento que prev¨¦ el Nuevo Plan General s¨®lo sirve, en opini¨®n del autor, para extender los problemas existentes, agravarlos y encarecer sus soluciones
Leer EL PA?S el domingo 6 de octubre, en el que con brevedad, quiz¨¢ con esquematismo excesivo, pero con rigor y acierto al se?alar las grandes l¨ªneas de actuaci¨®n que sostiene el Nuevo Plan General que amenaza el futuro de Madrid, causa tristeza, alarma y repulsa. Tres estados de ¨¢nimo, tres exigencias intelectuales y ¨¦ticas, que justifican estas l¨ªneas desde el conocimiento y dedicaci¨®n a Madrid de quien hoy las escribe, pero transcurridos los a?os suficientes para que la pasi¨®n de una paternidad perdida no ciegue el razonamiento de un ciudadano responsable.Quiz¨¢ la tristeza no sea la mejor condici¨®n para un razonamiento riguroso, pero es dif¨ªcil no sentirla y asumirla al abrir los ojos cada ma?ana y contemplar el devenir triste de este pedazo de Espa?a que llamamos Madrid. Y ya no es solo el espect¨¢culo cutre de t¨²neles y chirimbolos, de aceras cada d¨ªa m¨¢s estrechas, agobiadas y sucias, de plazas despanzurradas y sin oriente, lo que provoca esta sensaci¨®n. Es, por encima de todo, la p¨¦rdida de una cultura de la ciudad como conquista suprema de una civilizaci¨®n de la convivencia y la vuelta a la m¨¢s dura incultura, c¨ªnica, ramplona y chulescamente defendida, del espacio urbano como mercanc¨ªa cuyo dise?o y gesti¨®n se entregan consciente y desvergonzadamente a los agentes inmobiliarios, en un falso sometimiento a una falsa ley que pretende legitimar que la oferta abundante, la agresiva competitividad con capacidad para decidir cu¨¢ndo, d¨®nde, qu¨¦ y para qui¨¦n construir la ciudad, producir¨¢ bienes para todos y bajar¨¢ los precios de suelos y viviendas. Quede para los poderes p¨²blicos s¨®lo la noble tarea de recaudar unas pesetas m¨¢s y colocar alguna que otra violetera en alguna esquina, a ser posible pagada por un benefactor privado, lleno de amor a la zarzuela. ?Por qu¨¦ va a diferenciarse la pol¨ªtica urbana del gran marco ideol¨®gico que ampara cerrar hospitales "no rentables", construir ferrocarriles como negocio e implantar la mercader¨ªa del agua? Y aclaro: quien ¨¦sto firma es contrario a una indiscriminada cultura de la gratuidad y la subvenci¨®n y defensor de un balance costo-beneficio equilibrado y saneado del sector p¨²blico, con la leal coparticipaci¨®n de los agentes privados.
La alarma no nace de un temperamento pusil¨¢nime, sino de un razonado y razonable ejercicio de memoria hist¨®rica sobre nuestra a¨²n reciente experiencia urban¨ªstica y una mirada a entornos europeos un tanto m¨¢s civilizados con los que queremos converger, aunque las decisiones cotidianas de nuestros poderes municipales dejen en pura declamaci¨®n tal pretendida voluntad. El "Gran Madrid" de la posguerra, bastante m¨¢s comedido, culto y socializante que el que hoy lidera don Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano; seguido de los desafueros expansionistas de normas y planes metropolitanos de los a?os sesenta y setenta, fueron la carga m¨¢s dura y costosa, en t¨¦rminos econ¨®micos y sociales, que tuvieron que asumir los ayuntamientos democr¨¢ticos nacidos en 1979 primero, y el gobierno regional despu¨¦s, en un intento de recuperar la ciudad como espacio p¨²blico y construir un territorio metropolitano integrado, eficaz e igualitario. El crecimiento en mancha de aceite (frase t¨®pica y que parec¨ªa ya olvidada) que supone el Nuevo Plan General (nuevo s¨®lo por la fecha que no por su aportaci¨®n cultural) s¨®lo sirve para extender hasta la colmataci¨®n del territorio municipal los problemas ya existentes, agrav¨¢ndolos, encareciendo sus soluciones e hipotecando una futura reconsideraci¨®n del modelo territorial. ?Alguien cree de verdad que se van a construir 307.000 viviendas en los pr¨®ximos diez a?os y que si se construyen van a ser asequibles para los madrile?os que realmente las necesitan? ?Alguien cree que los beneficios empresariales van a ser generosamente devueltos a la sociedad para dotar de metros, ferrocarriles, equipamientos, etc¨¦tera, a los "nuevos barrios"? Alarm¨¦monos sinceramente: la oferta de suelo hiperdimensionada en terrenos bald¨ªos s¨®lo servir¨¢ para diez, quince o veinte operaciones muy rentables para unos pocos promotores privados, que dejar¨¢n campos yermos, basureros en sus intersticios y una carga econ¨®mica para futuras administraciones que tendr¨¢n que hacer frente a las reivindicaciones de un "nuevo movimiento vecinal".
La repulsa al modelo de ciudad y a la forma de construir el territorio nace, sin duda alguna, de una discrepancia radical, pol¨ªtica y cultural, frente a los "valores" que inspiran al gobierno municipal y a los que servilmente atiende. Un "Gran Madrid" a colmataci¨®n, am¨¦n de monstruoso en s¨ª, es un atentado y una declaraci¨®n de guerra al proyecto de un "Madrid Regi¨®n Metropolitana". No hay materiales ni f¨ªsicos, ni econ¨®micos, ni empresariales, para construir al mismo tiempo el Madrid de ?lvarez del Manzano y revitalizar e integrar los M¨®stoles, Aranjuez, Alcal¨¢, Pozuelo o Alcorc¨®n que constituyen, y cada vez m¨¢s, el aut¨¦ntico territorio de un Madrid renovado y competitivo en el sistema de ciudades europeas. Repulsa que asume una parte de corresponsabilidad y bochorno si recordamos la "benevolencia" del gobierno regional socialista con los tan mentados PAU. Si se consuma, al menos en el papel, el modelo territorial que nutre el Nuevo Plan General, dejemos de hablar de "Madrid Regi¨®n Metropolitana" como proyecto colectivo y solidario y asumamos la ley de la selva entre municipios en la que cada uno intentar¨¢ sacar el mayor partido posible de su afinidad pol¨ªtica, su situaci¨®n diferencial de partida, cuando no de la picaresca y el entreguismo sin controles a las iniciativas m¨¢s osadas.
Ojal¨¢ las peque?as se?ales luminosas que emite Ruiz Gallard¨®n (Ciudad del Ocio en San Mart¨ªn de la Vega) o lo que se anuncia en el Congreso Regional del Partido Popular ("El PP apoya una pol¨ªtica de reequilibrio territorial") cobren brillo y permanencia suficiente para neutralizar y, si fuese posible, desmontar al menos algunos de los desmanes urban¨ªsticos proyectados por el ayuntamiento capitalino.
Termino. Si sumo la tristeza a la a?oranza y las acerco al realismo pol¨ªtico, s¨®lo recordar¨¦ alguna frase que, medio en broma, he repetido en los ¨²ltimos a?os: si queremos un buen urbanismo, m¨¢s que buscar buenos t¨¦cnicos, votemos bien. Los madrile?os hemos votado y nuestros votos han hecho "democr¨¢ticamente" posible este gran mostrenco que se denomina Nuevo Plan. Recordemos: un plan urban¨ªstico es la expresi¨®n territorial de unos valores y unas prioridades pol¨ªticas.
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