Desencuentros
No pienso vanagloriarme del Premio Planeta tan perceptivamente concedido a mi hermano, porque no creo en la teor¨ªa nobiliaria del m¨¦rito, seg¨²n la que las virtudes se comunican por la sangre. Mi tema hoy es el desencuentro del inter¨¦s de los accionistas y el de los directivos y empleados de las grandes compa?¨ªas mercantiles.Empezar¨¦ por el problema de los representantes del capital en el Consejo de Administraci¨®n. Pese a que por ley ostentan el poder soberano a trav¨¦s de sus votos en las Asambleas Generales, los accionistas tienen grave dificultad en ejercer tal poder efectivamente a trav¨¦s del Consejo. El nombre t¨¦cnico de este desencuentro es de "problema de la agencia". Los consejeros son legalmente los representantes o agentes de los accionistas, pero, m¨¢s a menudo de lo que ser¨ªa deseable, persiguen unos intereses propios que no coinciden con el de los due?os del capital. Especialmente en las grandes corporaciones de capital muy disperso, puede ser muy limitada la coincidencia entre lo que decide el Consejo y lo que promueve el crecimiento del valor neto de la sociedad.
A este desencuentro se a?ade el que separa los capitalistas y consejeros, por un lado, de los ejecutivos y trabajadores, por otro. La ley laboral, las disposiciones de los convenios colectivos y la actividad sindical dificultan la aplicaci¨®n tanto de premios como de castigos: as¨ª, es en Espa?a muy dif¨ªcil emplear el incentivo de los planes de pensiones para fomentar la fidelidad de los empleados; tambi¨¦n est¨¢ muy controlada la posibilidad del despido de los empleados m¨¢s antiguos a costa de la impermanencia de los j¨®venes. La gesti¨®n de personal es un arte maniatado en grandes zonas de la actividad productiva espa?ola. Por ello, los due?os de las empresas privadas, y no digamos el Estado, due?o de las p¨²blicas, sufren del esp¨ªritu burocr¨¢tico de los ejecutores de sus planes empresariales.
Hoy me fijar¨¦ m¨¢s en las indisciplina de los Consejos de Administraci¨®n, para que no se diga que soy un paniaguado de la CEOE y otras organizaciones de gestores asociados. Dos son los elementos de un buen gobierno corporativo: las reglas de -procedimientos y los incentivos de remuneraci¨®n.
Tenemos los espa?oles mucho que aprender de los modos establecidos en Alemania, Gran Breta?a o Estados Unidos para que los consejeros no abusen de su posici¨®n. La informaci¨®n es mucho m¨¢s abundante en esos pa¨ªses: por ejemplo, no ser¨ªa concebible que los sueldos de los altos cargos y las remuneraciones de los consejeros fuesen secretos, como lo son por ejemplo en la banca espa?ola. Ahora hay reglas aqu¨ª que dificultan la utilizaci¨®n para lucro propio de la informaci¨®n reservada, a costa de los accionistas Pero, por otra arte, es en Espa?a mucho m¨¢s f¨¢cil. el blindaje contra los tiburones, esos benem¨¦ritos defensores de los due?os del capital, que lanzan una OPA en menos que canta un gallo en cuanto el valor de as acciones en bolsa cae, por mala administraci¨®n, por debajo del valor de realizaci¨®n de los activos en el mercado.
Como consejero que soy de un fondo de inversi¨®n en Inglaterra, he visto en la pr¨¢ctiva la severidad de las reglas de funcionamiento de las compa?¨ªas que observan el c¨®digo de buena conducta del Informe Cadbury. Los consejeros externos somos mayor¨ªa en el Consejo, y el presidente tambi¨¦n es no ejecutivo.Las remuneraciones de los altos cargos las decide un Comit¨¦ compuesto exclusivamente por consejeros de fuera. La informaci¨®n de sueldos, opciones, compra y venta de acciones de la empresa, es p¨²blica. Si se aplicara este c¨®digo o uno. semejante en Espa?a, tendr¨ªa lugar una verdadera revoluci¨®n en los modos de gesti¨®n.
El otro elemento que debe usarse para hacer coincidir los intereses de los administradores y los due?os de la empresa es el de los incentivos. Pese a las cr¨ªticas de muchos especialistas, defiendo, no ya la participaci¨®n en beneficios, sino la remuneraci¨®n complementaria en opciones de compra de las acciones de la sociedad. Lo esencial es ligar el inter¨¦s de los directivos al valor de la compa?¨ªa en bolsa, que refleja la opini¨®n del mercado sobre lo venidero: en cambio la participaci¨®n en beneficios liga la remuneraci¨®n al pasado.
Escribir sobre estos temas de incentivos es vidrioso, porque me lee el se?or De la Rosa y se cree que justifico que cobrara comisiones de compradores y vendedores, de la compa?¨ªa presidida por ¨¦l y de todo el que pasara por ah¨ª, adem¨¢s de concederse abundantes pr¨¦stamos a s¨ª mismo a costa de sus accionistas. Hay que recomponer la confianza de la opini¨®n p¨²blica espa?ola en el buen hacer de los directivos de las grandes empresas.
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