Las encuestas
Leemos en los medios de comunicaci¨®n que el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas ha decidido eliminar en sus encuestas algunas preguntas de car¨¢cter pol¨ªtico. La actual presidenta del centro, Pilar del Castillo, al parecer, es la responsable de la decisi¨®n. Nos preguntamos, con indignaci¨®n y perplejidad, acerca de los motivos que han llevado a esta instituci¨®n a adoptar semejante resoluci¨®n. Se alega, por parte del CIS, que la supresi¨®n de estas cuestiones responde a la intenci¨®n de crear un ambiente de mayor serenidad. ?Qu¨¦ tiene que ver la serenidad con la supresi¨®n -con apariencia de censura- de tales preguntas? ?Se pretende sugerir que la sociedad espa?ola no es lo suficientemente madura como para asumir con la tranquilidad pertinente los vaivenes de su situaci¨®n social y pol¨ªtica?No necesitamos un padre -en este caso una madre- que vele por nuestra serenidad. Ya somos mayorcitos y, afortunadamente, poseemos criterios firmes, educados y trabajados que nos permiten valorar con la necesaria sensatez lo que ocurre en este pa¨ªs, incluso en el delicado ¨¢mbito de las cuestiones p¨²blicas. En dos d¨¦cadas de democracia hemos tenido tres tipos de Gobierno distintos -pr¨¢cticamente la totalidad de los posibles- Sobra, pues, a nuestro entender, que nos restrinjan la informaci¨®n de ¨ªndole pol¨ªtica, que, por otro lado, siempre resulta interesante y necesaria para el desarrollo deseable y correcto de nues-
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tro sistema democr¨¢tico. Adem¨¢s,- si tenemos en cuenta que el CIS es un organismo oficial -y en tanto que tal, debe ser considerado como un servicio p¨²blico-, hemos de exigirle que cumpla con las tareas que, se supone son de su competencia. A saber mantener informados a los ciudadanos de la situaci¨®n social del pa¨ªs -con todo lo que esto significa-. Obviamente, este campo incluye,. tambi¨¦n y sobre todo, a la esfera pol¨ªtica: ¨¦sta es la ¨²nica manera de cumplir con el insoslayable derecho a la informaci¨®n de que gozamos los espa?oles. No s¨®lo debemos ser informados con libertad desde los medios privados de difusi¨®n; los organismos p¨²blicos han de preocuparse con m¨¢s rigor, si cabe, de defender nuestro derecho a ser debidamente informados. Por tanto, ?qui¨¦n es nadie para decidir si somos o no capaces de asimilar con serenidad cierto tipo de datos? ?Consistir¨¢ la pr¨®xima medida en prohibir, por ejemplo, el aprendizaje de la lectura, no sea que no seamos capaces de asimilarlo con serenidad y, fruto de ello, nos zambullamos en las sendas del pecado? Por favor, colaboremos -tambi¨¦n desde la Administraci¨®n- para que el proceso (emprendido e imparable) de madurez de nuestra sociedad siga su camino con serenidad, pero libre-
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