Espa?a y la geometr¨ªa
LA CONSTRUCCI?N europea no puede avanzar al ritmo del que tiene el pie puesto en el freno. Las perspectivas de una uni¨®n m¨¢s diversificada en su composici¨®n tras las pr¨®ximas ampliaciones, y de una reforma m¨ªnima del Tratado de Maastricht en la Conferencia Intergubernamental en curso., lo desaconsejan. Hasta ah¨ª resulta impecable, la l¨®gica que pide que los que quieren avanzar m¨¢s en el camino de la integraci¨®n puedan hacerlo sin esperar a los reticentes ni -lo que es m¨¢s delicado- a los rezagados. Es la, "cooperacion reforzada" por la que aboga el reciente documento franco-alem¨¢n. Pero si se acepta esta l¨®gica sin prestar suficiente atenci¨®n a la letra peque?a, los peligros que se abren para un pa¨ªs como Espa?a son grandes. Hay mucho en juego en este tema, uno de los m¨¢s centrales de la Conferencia.La posibilidad de que unos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea vayan m¨¢s all¨¢ que los otros en su integraci¨®n -ll¨¢mese geometr¨ªa variable, cooperaci¨®n reforzada o integraci¨®n diferenciada- es algo que se contempla -en el propio Tratado fundacional de Roma (la llamada "cl¨¢usula Benelux"), y despu¨¦s de Maastricht es y a principio aceptado en el terreno de la pol¨ªtica social (excepci¨®n brit¨¢nica), de las fronteras (acuerdo de Schengen), de la cooperaci¨®n tecnol¨®gica (programa Eureka), de la seguridad (UEO). E incluso en el monetario, aunque en este ¨²ltimo caso todo cambio en las reglas del juego debe aprobarse por-unanimidad.
El reciente documento suscrito por los titulares de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania pretende ir mucho m¨¢s all¨¢. Aunque no se trata de una posici¨®n cerrada en todos sus detalles, s¨ª sugiere el establecimiento de una "cl¨¢usula general" y otras particulares que faciliten este avance por parte de una vanguardia europea. De hecho, entre los Quince no se pone en cuesti¨®n esta posibilidad para los asuntos de Justicia e Interior (el llamado "tercer pilar" del Tratado de Maastricht). Una mayor flexibilidad en materia de pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n tampoco es descartable, aunque los pa¨ªses peque?os -cuyo n¨²mero crecer¨¢ con las ampliaciones previstas- temen la creaci¨®n de un "directorio" de los grandes.
El problema est¨¢ en las pol¨ªticas comunes consustanciales a la Uni¨®n. La posibilidad de una vanguardia que avance con la renuncia a la unanimidad -es decir, al veto- en esos terrenos de mayor integraci¨®n podr¨ªa resultar insoportablemente dura para un pa¨ªs como Espa?a, pues podr¨ªan cambiar las reglas del juego. Si no fuera obligatoria la unanimidad para completar algunos aspectos de la, Uni¨®n Monetaria, las condiciones del llamado Pacto de Estabilidad que obligar¨¢ a limitar al m¨¢ximo los d¨¦ficit p¨²blicos una vez se cree el euro podr¨ªan resultar a¨²n m¨¢s duras de lo que van a ser. Existe el peligro de que los que m¨¢s avancen tiren en exceso y rompan el resto del convoy.
Por ello, parece razonable que si se acepta esta l¨®gica Espa?a pida al menos garant¨ªas sobre un tronco com¨²n que incluya el mercado interior y sus cuatro libertades (de circulaci¨®n de personas, mercanc¨ªas, capitales y servicios), las pol¨ªticas comunes de agricultura, pesca, transporte y competencia, pero -tambi¨¦n de medio ambiente y asuntos sociales, la indivisibilidad de la ciudadan¨ªa europea y el mantenimiento de las reglas del juego para la uni¨®n monetaria.
M¨¢s all¨¢ de lo jur¨ªdico, no se puede pasar por alto la financiaci¨®n de estas pol¨ªticas, cuesti¨®n que tambi¨¦ndelbe abordarse en cualquier esquema de geometr¨ªa variable. A lo que hay que a?adir la necesidad de tender puentes a los rezagados para que puedan recuperar el terreno perdido.
Finalmente, es necesario preservar el marco instituci¨®nal ¨²nico de la UE, incluso en esos casos. El documento franco-alem¨¢n, al apuntar la posibilidad de quitar voz y voto en el Consejo de Ministros a los pa¨ªses no. participantes en las acciones de vanguardia, rompe el esp¨ªritu de Maastricht.
Dicho esto, es ¨¦ste un debate ineludible en el que debe ahora entrar la Conferencia. M¨¢s a¨²n cuando cada vez parece m¨¢s claro que esta Conferencia puede parir un rat¨®n; y que despu¨¦s no habr¨¢ nuevos partos, sino ensanchamientos geogr¨¢ficos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.