Un toro bravo, bravo, bravo
Sopresa, sorpresa: sali¨® un toro bravo. Pero no de esos, que llaman bravos, y s¨®lo son docilones, sino bravo, bravo, bravo. Bravo de los que se arrancan de largo al caballo, se crecen al castigo y repiten la suerte con igual codicia. Bravo de los que acuden alegres al cite banderillero. Bravo de los que humillan al embestir, repiten presto al cite y si se distancia el diestro por mor del pase¨ªto para que haya pausa, reposo y respiro, permanecen cuadrados y fija su atenci¨®n en los jacarandosos movimientos del enemigo.El toro bravo, hierro Guardiola, le correspondi¨® a Luis Miguel Encabo, que lo tore¨® bien. De recibo a la ver¨®nica, de despedida barri¨¦ndole los lomos al ritmo de los ayudados. Entrambos alardes, sin embargo, no todo fue bueno Hubo altibajos. Las chicuelinas con que quit¨® Encabo resultaron m¨¢s corridas que finas. Sus animosos pares de banderillas no aprovechaban el pronto embestir del animal, que reun¨ªa con evidente nobleza.
Guardiola/Frascuelo, Ni?o de la Taurina, Encabo
Cuatro toros de Guardiola Fantoni (uno devuelto por inv¨¢lido), trap¨ªo, desiguales, inv¨¢lidos, 3? bravo. 1? y 5? de Alcurruc¨¦n, tipo utrero, inv¨¢lidos. 6? sobrero de Astolfi, bien presentado, manso.Frascuelo: aviso antes de matar y estocada corta ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada muy contraria, recibiendo, y descabello (vuelta Protestada). Ni?o de la Taurina: pinchazo y bajonazo descarado (silencio); aviso antes de matar, pinchazo bajo, estocada ca¨ªda y rueda de peones que tira al toro (silencio). Luis Miguel Encabo: estocada trasera (oreja); pinchazo saliendo trompicado, otro y estocada ladeada (aplausos). Plaza de Las Ventas, 27 de octubre. Media entrada.
El principio de la faena de muleta result¨® muy emotivo. De rodillas Encabo, pas¨® por alto dos veces y corri¨® tres la mano en otros tantos redondos perfectamente ligados. Un alboroto de ol¨¦s se produjo entonces y a la afici¨®n golosa le rezumaban miel los paladares al considerar que si de rodillas pod¨ªa torearse tan a gusto, de pie ya ser¨ªa la suma de la tauromaquia asolerada y exquisita.
Pero no. Los buenos augurios no encontraron reflejo en la cruda realidad. Encabo ejecut¨® derechazos de correcta factura, abroch¨® con empaque los pases de pech¨® y baj¨® mucho al manejar la izquierda. La serie de naturales le sali¨® premiosa y desligada. No es que le costara ligar; es que renunciaba paladinamente a la ligaz¨®n, cortaba la faena al rematar cada pase, perd¨ªa terreno, volv¨ªa a empezar.
Y la noble bravura del toro no merec¨ªa eso. La noble bravura del toro, un precioso ejemplar bragao lucero calcetero -parec¨ªa Barcial; los famosos patasblancas- se prestaba a que Luis Miguel Encalo desarrollara todo el arte y la hondura que el toreo conlleva, hasta alcanzar mediante su inspirada interpretaci¨®n un triunfo memorable.
La corrida en general sali¨® flojita y los otros espadas la lidiaron con decoro. Frascuelo, frente a una especie de utrerote tardo y un toro que no humillaba, se vio imposibilitado de redondear faenas, lo cual no. impidi¨® que desplegara su proverbial torer¨ªa. Y la afici¨®n se lo agradeci¨®. Las dobladas obligando a humillar y volver, los derechazos y naturales a la distancia y en, la posici¨®n correctas, llevaban impl¨ªcitos el aroma del toreo bueno. Su prestigio de diestro cl¨¢sico sigue inamovible para la afici¨®n madrile?a.
Ni?o de la Taurina realiz¨® espl¨¦ndidos comienzos de faena, para luego ir perdiendo con lanza y seguridad, orden y concierto. Es un caso extra?o, ¨¦ste Ni?o de la Taurina, que fue novillero de gran proyecci¨®n y ahora, de matador, da la sensaci¨®n de encontrarse desmoralizado. Tras ce?ir unas estimables tandas de redondos, perd¨ªa el temple, a continuaci¨®n el sitio y acababa convertido en un vulgar pegapases.
Por la ley de las compensaciones, despu¨¦s de haber dispuesto del toro mejor, a Luis Miguel Encabo le correspondi¨® el toro peor de la tarde, que hizo sexto y fue sobrero. Le mulete¨® a base de derechazos, resolvi¨® dignamente la papeleta y el p¨²blico le despidi¨® con cari?osos aplausos; mas ten¨ªa cerrada la puerta grande, que el toro bravo, bravo de Guardiola le hab¨ªa abierto de par en par.
Y ah¨ª acab¨® la temporada. Acab¨® con bien: todos se marcharon por su pie y muy serranos. Los toreros al hotel, y los aficionados a casita, donde les esperaban los tomos del Coss¨ªo y otros sesudos compendios de ciencia taur¨®maca, para amenizar la hibernaci¨®n. Volver¨¢n en febrero y alguno se va a enterar; porque aparecer¨¢n remozados, m¨¢s j¨®venes e instru¨ªdos y con las gargantas a punto para cantarle al lucero del alba las verdades del barquero.
Babelia
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