20.069
Con cierto adelanto sobre el horario previsto, sin esperar a los idus de noviembre, cuando celebran su, festividad, los empleados del gremio de las pompas f¨²nebres, fieles a su tradici¨®n, escenificaron en las calles de Madrid un cortejo a modo de manifestaci¨®n, un duelo de coches funerafios en solemne procesi¨®n, un desfile de veh¨ªculos mortuorios que parec¨ªan acompa?ar a su ¨²ltima morada a un colega que hab¨ªa exhalado el ¨²ltimo y ponzo?oso aliento de su tubo de escape y al que iban a inhumar en un desguace de las afueras tras haber rendido el ¨²ltimo transporte.Encabezaba el reivindicativo cortejo un coche de caballos, una carroza f¨²nebre y barroca, decorada con angelitos negros, una carroza de entierro de primera, un majestuoso y p¨®stumo veh¨ªculo. Los funerarios paseaban su f¨²nebre carga de frustraciones laborales para inhumarla ante las narices de las autoridades responsables de su infortunio, un cargamento de cad¨¢veres simb¨®licos pero bien muertos. Todos los d¨ªas, a pie o en cami¨®n, con casco o de corbata, miles de ciudadanos salen a enterrar algo en las calles de Madrid, y el pudridero de Valdeming¨®mez no da para tanto.
La irrupci¨®n de la f¨²nebre y anacr¨®nica carroza funeraria en el abigarrado cogollo urbano parec¨ªa un presagio una premonici¨®n al estilo de las viejas pel¨ªculas del Oeste en las que el carricoche del enterrador aparec¨ªa en el horlzonte de la calle Mayor del pueblo en los instantes previos al duelo definitivo.
Entre la horda de ventajistas y fulleros que pulula por las calles de esta urbe cabr¨ªa incluir a los ejecutores de la EDS (Expertos en Defraudaci¨®n y Supercher¨ªa), multinacional estadounidense a la que el Ayuntamiento madrile?o encarg¨® el cobro de las multas de tr¨¢fico. Hasta el momento de entregar estas l¨ªneas, seg¨²n el Centro Munnicipal de Inform¨¢tica, el n¨²mero de irregularidades de la EDS asciende a 20.069, aunque no se descarta, sino todo lo contrario, que la cifra siga aumentando vertiginosamente al comp¨¢s de la inspecci¨®n.
Lo m¨¢s molesto del caso es que el Ayuntamiento madrile?o haya tenido que recurrir a una multinacional for¨¢nea para tales labores cuando existen en este pa¨ªs, y en esta ciudad sin ir m¨¢s lejos, numerosas y variopintas empresas dirigidas por individuos altamente capacitados para poner en marcha montajes tan chapuceros como el de EDS. Probablemente nuestros ediles se dejaron influir por la aureola cinematogr¨¢fica que se cierne sobre los profesionales de Chicago, infalibles cobradores de cuentas pendientes, implacables y expeditivos recaudadores de impuestos de la Cosa Nostra. Pero los infractores madrile?os han sido. educados durante generaciones en la insumisi¨®n total, en la objeci¨®n de conciencia frente a las multas de tr¨¢fico. Ni los m¨¢s avezados cow-boys de la EDS est¨¢n capacitados para contener a los ciudadanos motorizados dentro de, sus reservas y refrenar sus ansias expansionistas, sus incursiones sobre las aceras, sus invasiones y ocupaciones, su desprecio absoluto de la se?alizaci¨®n y de las fronteras que restringen el asilvestrado aparcamiento de sus monturas.
Madrid es una ciudad sin ley, sin orden ni concierto, siempre al borde del caos y del KO, una ciudad que vive de milagro al filo del colapso pero que, sin embargo, se mueve, superando todos los obst¨¢culos de las zanjas y por encima de las vallas, de las manifestaciones reivindicativas y de las concentraciones deportivas, de las cargas y descargas, de las dobles filas, de las excavaciones y las reparaciones, de las obras eternas y los desv¨ªos provisionales. En la espesa jungla del tr¨¢fico, cada conductor se toma por un superviviente, mitad h¨¦roe, mitad forajido, un aventurero dispuesto a todo para llegar a tiempo a su cita con el destino encontraraparcamiento en sus proximidades. Las gr¨²as amenazadoras y las hojas volanderas de las multas, posadas sobre el parabrisas, se asumen como gajes del oficio. Al enfrentarse a tan insumisa tribu, los avezados ejecutores y ejecutivos de la EDS han ca¨ªdo en toda clase de emboscadas, han cometido errores y expedido notificaciones de multa irregulares. Pero, aun midiendo con el m¨¢s generoso de los baremos, el tope de los 20.000 errores parece un l¨ªmite razonable. Y de momento se han pasado en 69.
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