El desbarajuste

EL ACUERDO alcanzado con el PNV en abril, en v¨ªsperas de la investidura de Aznar, permiti¨® a algunos dirigentes del PP jactarse de haber logrado en dos meses lo que ni Su¨¢rez ni Gonz¨¢lez hab¨ªan conseguido en a?os. Todos entendimos que era un paso muy positivo para el Estado de las autonom¨ªas. El pacto rectificaba aspectos esenciales del mensaje electoral del PP, pero s¨®lo sus efectos sobre el conjunto del sistema auton¨®mico permitir¨ªan distinguir lo que en la rectificaci¨®n hab¨ªa de clarividencia y cu¨¢nto de oportunismo. Seis meses despu¨¦s, aquella euforia del PP ha dado paso a un visible desconcierto. La rapidez del giro ha impedido al Gobierno encajar las nuevas posiciones en un marco coherente, y la impresi¨®n que transmite es de desbarajuste.Puede que la responsabilidad no sea s¨®lo del PP, pero es indudable que la marea del agravio comparativo se est¨¢ extendiendo de manera imparable. Rodr¨ªguez Ibarra pide un refer¨¦ndum para impugnar la cesi¨®n del 30% del IRPF pactada por Aznar y Pujol al mismo tiempo que este ¨²ltimo sugiere la equiparaci¨®n de Catalu?a con el Pa¨ªs Vasco y Navarra. El Gobierno de Navarra, dirigido por la UPN, versi¨®n local, del PP, aprueba un sistema de rebajas fiscales como el aplicado por las diputaciones vascas, que ha sido recurrido por el Gobierno central y varias comunidades lim¨ªtrofes tambi¨¦n regidas por ese partido. Y para completar el cuadro, el Gobierno de Aznar acuerda con el PNV una revisi¨®n del concierto econ¨®mico cuyo, contenido no se revela, pero del que se sabe que convalida esa posibilidad de modificar a la baja el impuesto de sociedades, y concede a Euskadi la recaudaci¨®n de los impuestos especiales, reclamada sin ¨¦xito por la comunidad andaluza.

El concierto vasco, aprobado en 1981, tiene vigencia hasta finales del a?o 2001. Su redacci¨®n ha sufrido algunas modificaciones, pero mantiene los criterios de armonizaci¨®n fiscal establecidos en su d¨ªa: fundamentalmente, el que determina que la aplicaci¨®n del concierto "no podr¨¢ implicar una presi¨®n fiscal efectiva global inferior" a la existente en el resto de las comunidades. Desde el Pa¨ªs Vasco, y no s¨®lo en medios nacionalistas, se sostiene que no est¨¢ demostrado que exista una presi¨®n fiscal global inferior a la media, porque las ventajas existentes en materia de exenciones, deducciones, etc¨¦tera, se compensan por la mayor eficacia recaudatoria. La otra cara del concierto es el cupo: el sistema por el que el Pa¨ªs Vasco contribuye a los gastos generales del Estado en relaci¨®n a las competencias no asumidas. Todos los expertos coinciden en que el sistema ha resultado en la pr¨¢ctica muy beneficioso para Euskadi, cuyo Gobierno ha dispuesto de una capacidad de gasto muy superior a la media (lo que a su vez ha permitido reducir los efectos de la crisis industrial).

En cualquier caso, el concierto, tiene base estatutaria y constitucional, y cuestionarlo ahora por considerarlo un privilegio (y no un derecho como sostienen los nacionalistas) carece de sentido: la vuelta atr¨¢s es tan improcedente como la extensi¨®n de ese sistema, excepcional por definici¨®n, a otras comunidades. Si, como propuso Pujol para Catalu?a, cada comunidad recaudase la totalidad de los tributos, una parte de los cuales servir¨ªa para contribuir a los gastos generales, incluyendo una partida de solidaridad para las autonom¨ªas menos desarrolladas, ser¨ªa imparable una din¨¢mica de desvinculaci¨®n entre comunidades ricas y pobres, al estilo de la aventura padana de Bossi. Esta perspectiva confederal puede resultar atractiva para ciertos sectores radicales, pero no ser¨ªa razonable esperar su impulso desde el propio Estado.

Ello remite a la cuesti¨®n de s¨ª habr¨ªa o no que establecer algunos l¨ªmites frente a la aparente insaciabilidad de los nacionalismos, especialmente cuando no encuentran resistencias pol¨ªticas. Es un asunto complicado, como demuestra la experiencia de la LOAPA, que fue anulada por sentencia del Constitucional. Sin embargo, no hay Estado que pueda subsistir a las tensiones de un cuestionamiento permanente de su propia estructura, incluyendo el desencadenamiento de una din¨¢mica de agravios comparativos cada vez que se negocian los Presupuestos. Los nacionalistas deber¨ªan ser los m¨¢s interesados en el afianzamiento y eficacia del Estado auton¨®mico como marco en el que plasmar sus aspiraciones. Ello implica plantear ¨¦stas teniendo en cuenta sus previsibles efectos en el sistema. Y, desde el lado del Gobierno, resistir a las exigencias nacionalistas de forzar los l¨ªmites aprovechando la capacidad de intimidaci¨®n que resulta del car¨¢cter imprescindible de sus apoyos parlamentarios o de su capacidad desestabilizadora en asuntos delicados como el de los presos de ETA. Si para ello fuese necesario algo parecido a un pacto de Estado como el propuesto por Gonz¨¢lez, bien venido sea. Hay que recuperar la sensatez auton¨®mica ya.