Las lecciones de un maestro
Cuando sir Georg Solti subi¨® anoche al podio para dirigir a la Filarm¨®nica de Londres, el p¨²blico que llenaba el auditorio rompi¨® en una ovaci¨®n clamorosa. Es un viejo de 84 primaveras -imaginen si ser¨¢ Joven- y los mel¨®manos de todas partes rodean su presencia de un clima entra?able. Luego, Solti inici¨® su labor, impuls¨® la gracia, la tensi¨®n y la energ¨¦tica de Beethoven en la Octava sinfon¨ªa para profundizar, m¨¢s tarde, en los mil misterios de la Primera sinfon¨ªa de Brahms.Entre ambas obras se alza un puente de 64 a?os: el que conduce desde el primer romanticismo beethoveniano al melanc¨®lico romanticismo terminal del m¨²sico hamburgu¨¦s. Detr¨¢s de Brahms est¨¢ Schumann, por supuesto, pero tambi¨¦n Mendelssohn y Schubert. Sobre todo, est¨¢ la indefinible belleza de su invenci¨®n, la densidad l¨ªrica del andante, el ¨ªntimo fluir del allegretto y en los extremos, cual dos torres g¨®ticas de gran catedral, la arquitectura en movimiento que Schoeriberc vio como "progresiva", la variabilidad de los motivos que nacen, se desenvuelven y definen ante, nosotros desde la personal potencia evolutiva de Brahms.Colores
D¨ªa Universal del Ahorro
(Fundaci¨®n Cajamadrid)Orquesta Filarm¨®nica de Londres. Director: Sir Georg Solti. Obras de Beethoven y Brahms. Auditorio Nacional. Madrid, 31 de octubre.
Y a lo largo de la continuidad, la persistencia de una gama de colores armoniosa y contrastada; la sorpresa de esa flauta que alza su voz -?qu¨¦ bien lo hizo la solista londinense!-: la llamada casi alpina de las trompas. Tantos detalles y rincones que, en esta ocasi¨®n, sonaban nuevos pues Solti parec¨ªa descubrirlos, inaugurarlos, en una rara suma de grandeza y efusi¨®n. ?Bravo, maestro!
Tras las dos sinfon¨ªas y para corresponder a las oleadas de entusiasmo, Solti ofreci¨® la obertura de Egmont trazada con la seguridad de una r¨²brica. Obtuvo Solti una respuesta excepcional de los filarm¨®nicos de la capital brit¨¢nica, orquesta tan ejemplar en sus individualidades como capaz de la m¨¢s hermosa y flexible cohesi¨®n. Tambi¨¦n dotada de una personalidad sonora que constituye el signo inequ¨ªvoco de un instrumento sinf¨®nico valioso y maduro. Todos los instrumentistas, sin excepci¨®n, sumaron a las del p¨²blico sus ovaciones para Solti. Sobre sus valores intr¨ªnsecos, este hombre constituye el testimonio vivo de una ¨¦poca muy grande en la historia de la direcci¨®n orquestal. Mas no hablemos de s¨ªmbolos: lo que estaba con nosotros era una humanidad c¨¢lida y una sabidur¨ªa sin ¨¦nfasis. Le esperamos sin tardanza, querido sir Georg porque necesitamos lecciones como las suyas.
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