Gerardo Vera descubre que "el amor es el sentimiento menos compartido"
El director estrena "La Celestina", su tercera pel¨ªcula
Pasado ya el sarampi¨®n terrible de te?irse la barba para quitarse a?os y de enamorarse de gente m¨¢s joven en un intento de agarrar la vida que uno ya o tiene, Gerardo Vera, a sus 48 a?os, vive un momento espl¨¦ndido para la creatividad. Brillante escen¨®grafo, cineasta y director de teatro, Vera estrena el viernes La Celestina, adaptaci¨®n de una de las grandes tragedias de la literatura espa?ola del siglo XVI. Con esta historia de amores, celos, traiciones y muertes, Vera ha descubierto que "el amor es el sentimiento menos compartido".
La tragedia de Fernando de Rojas narra c¨®mo Calisto, un joven caprichoso y desenfrenado, utiliza a Celestina para conseguir el amor de Melibea, la hija de una familia conversa. Protagonizada por Pen¨¦lope Cruz (Melibea), Juan Diego Botto (Calisto) y Terele P¨¢vez (Celestina), La Celestina, con gui¨®n de Rafael Azcona y el propio Vera, con asesoramiento del acad¨¦mico Francisco Rico, es una pel¨ªcula coral que cuenta con la participaci¨®n de Maribel Verd¨², Candela Pe?a, Jordi Moll¨¢, Carlos Fuentes y Nancho Novo.Con su tercera pel¨ªcula, Vera, que a finales de mes estrena en La Abad¨ªa como director teatral Noche de Reyes, de Shakespeare, ha viajado al pasado porque si algo ten¨ªa claro es que quer¨ªa hacer un cl¨¢sico. "Quer¨ªa investigar el porqu¨¦ Shakespeare se puede actualizar tan bien y los cl¨¢sicos espa?oles tan mal. Y llegu¨¦ a una reflexi¨®n interesante: la cultura anglosajona viene de una ra¨ªz protestante salvaje, en la que el hombre se convierte en el eje de la creaci¨®n art¨ªstica. Shakespeare habla del alma humana y habla con una libertad que en otras culturas no se produce. Al contrario, el teatro cl¨¢sico espa?ol habla fundamentalmente de conceptos un tanto preestablecidos y sociol¨®gicamente dominantes como la honra, el honor y la virginidad, que pesan como una losa sobre sus textos". As¨ª que, en vez de adaptar El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, como fue su idea inicial, viaj¨® m¨¢s hacia atr¨¢s para buscar una ¨¦poca en la que encontrar una sociedad intolerante en cuanto a estructuras pero muy tolerante en cuanto a la conducta de las clases inferiores. Y ah¨ª encontr¨® a Fernando de Rojas. "Rojas tiene de com¨²n con Shakespeare un ingrediente de rebeld¨ªa contra lo establecido. Era un jud¨ªo converso, con una obra de un aliento vital que rebasa las convenciones de la ¨¦poca. Rojas, como Shakespeare, hace radiograf¨ªas pavorosas del sentimiento humano, de un valor y una modernidad apabullante. Descubren por ejemplo el amor como dolor f¨ªsico, del que luego han hablado mucho en sus poes¨ªas Gil de Biedma y Luis Cernuda".El mayor inter¨¦s de Vera ante ese proyecto cinematogr¨¢fico producido por Sogetel y Lola Films y, por tanto, su mayor temor era ofrecer la visi¨®n contempor¨¢nea que, en su opini¨®n, guarda La Celestina. "Quer¨ªa saber si era capaz de contar a trav¨¦s de un cl¨¢sico una historia de amor que puede suceder hoy mismo en el barrio de Malasa?a y que ese viaje pudiera ser entendido as¨ª por el espectador de hoy. En La Celestina se habla de una cosa muy moderna que es el amor como el sentimiento que genera uno desde su propia individualidad. El amor es el sentimiento menos compartido. Melibea necesita entregarse a alguien, en este caso a Calisto, pero Calisto no es permeable, no da nada, s¨®lo ofrece una cierta reflexi¨®n sobre el deseo. De todo esto nace la idea concreta de que La Celestina es un cl¨¢sico susceptible de ser tratado con una visi¨®n contempor¨¢nea".
Uno de los aspectos que m¨¢s le interesaron de esta obra fue la envergadura de las mujeres. "Las mujeres de La Celestina tienen el perfume de la nueva ¨¦poca", dice Vera. Melibea -"la que tiene toda la fuerza y, al mismo tiempo, toda la vulnerabilidad de la historia"-, Areusa [Maribel Verd¨²] -"el nuevo esp¨ªritu de una ¨¦poca a partir de una mujer libre, una prostituta"- y Celestina -"pone a todos los personajes en el trampol¨ªn de la vida y los empuja"-.
Una apuesta "interesante pero pavorosa"
Vera es consciente de que la apuesta de su pel¨ªcula es "interesante pero pavorosa", dado que "Espa?a es un pa¨ªs muy desculturizado" y de que las concesiones en este tipo de filmes son casi inevitables. Con harto dolor de su coraz¨®n, ha tenido que prescindir de un mon¨®logo, "que era una hermosura", del padre de Melibea porque era excesivamente literario para el cine. "Si esto lo hiciera con Shakespeare en Inglaterra me matar¨ªan, pero aqu¨ª no. Desde mi coherencia intelectual, no hubiera quitado el mon¨®logo, pero tambi¨¦n creo que nos debemos al mercado". De lo que no ha prescindido Vera ha sido de la carnalidad, la sensualidad y un anticlericalismo salvaje. "Quer¨ªa demostrar que vivimos una ¨¦poca de lo m¨¢s conservadora, que vamos para atr¨¢s, que en el siglo XVI se viv¨ªa la sensualidad y carnalidad sin tab¨²es".Empez¨® a viajar con La Celestina despu¨¦s de "experiencias muy dolorosas" que le removieron durante casi dos a?os y que le ocuparon una energ¨ªa tremenda. "Me considero muy maduro en el aspecto profesional e intelectual y, no s¨¦ muy bien por qu¨¦, era una persona muy inmadura en mis relaciones amorosas, no especialmente fr¨ªvola, pero s¨ª que hu¨ªa mucho del compromiso, de la idea del amor". Ahora entiende muchas cosas y, por encima de todas, una: "Que el ser humano est¨¢ preparado para todo menos para el amor". "Cuando uno tiene una experiencia afectiva amorosa no s¨®lo no creas anticuerpos, sino que te regodeas en el dolor", dice Vera, que ahora necesita estar solo. "Estoy enamorado de la edad. Me gusta ser mayor, tener 48 a?os".
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