Poes¨ªa en movimiento
Extremoduro, rompe los esquemas del rock espa?ol
DIEGO A. MANRIQUE En un a?o duro para el rock espa?ol, Agila, el ¨²ltimo disco de Extremoduro, lleva m¨¢s de 80.000 copias vendidas. Una cantidad extraordinaria para un grupo que no sale en televisi¨®n y que apenas suena por la radio, pero que da una idea de las dimensiones del fen¨®meno: el pr¨®ximo fin de semana, los d¨ªas 8 y 9, el grupo de Robe Iniesta y sus colegas de Platero y T¨² congregar¨¢n a 22.000 personas en el Palacio de los Deportes madrile?o. Dos conciertos metidos con calzador en el Festival de Oto?o, que ans¨ªa mejorar sus cifras de asistentes. Es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una rebeli¨®n que, como en las mejores insurgencias de la historia del rock, comienza desde abajo, desde la calle donde habitan aquellos a los que nadie concede el turno de palabra.Desde hace unos meses, Robe Iniesta no quiere que se distribuyan fotos promocionales donde se vea su cara. Ya es una estrella y no quiere que eso obstaculice su estilo de vida. Robe est¨¢ habituado a que los ¨²nicos que se fijen en ¨¦l sean polic¨ªas observadores, que huelen sustancias ilegales, le cachean... y, generalmente, aciertan. El tipo llama la atenci¨®n: cara machacada con p¨®mulos prominentes, dentadura a lo Cartago, pelos rebeldes. Hace un tiempo, quiso entrar en un Banco de Bilbao en compa?¨ªa de su representante y no hubo forma: in¨²til argumentar que Robe posiblemente ingrese m¨¢s que todos los empleados de la sucursal juntos, -incluyendo al asustado pistolero de seguridad.
Hasta este a?o, Robe era uno m¨¢s de los cabecillas de cierto rock disidente que apenas tiene reflejo en los medios. Un rock musicalmente elemental que s¨®lo renuncia al nihilismo para se?alar con el dedo las paradojas sociales m¨¢s sangrientas. Hijos del rapsoda guitarrero Rosendo y primos de los navarros Barricada, unos artistas generalmente refractarios a las exigencias del negocio de la m¨²sica. Un fen¨®meno para el que resulta dificil buscar paralelismos: quiz¨¢ El Tri, en M¨¦xico...
Todo cambi¨® en Agila (expresi¨®n extreme?a para espabila). Soberbias canciones, s¨ª, pero similares en estructura y tem¨¢tica a las incluidas en Deltoya (1992) y ?D¨®nde est¨¢n mis amigos? (1993). Excepto que en esta ocasi¨®n se cuidaron m¨¢s la producci¨®n, los arreglos, la secuencia. Y Robe se tom¨® el trabajo de explicitar los pr¨¦stamos de poetas como Miguel Hem¨¢ndez, Antonio Machado o Pablo Neruda, anteriormente disimulados. Sin olvidar que Extremoduro. hab¨ªa sido bendecido por la amistad de un artista serio, si es que esa descripci¨®n sirve para Albert Pla, lo que aport¨® un plus de credibilidad.
Agila empez¨® a sonar en programas exigentes de Radio 31 y Extremoduro se encontr¨® con un p¨²blico nuevo. Jos¨¦ Antonio G¨®mez, el contacto del grupo con la discogr¨¢fica DRO (parte del imperio Warner), confesaba que hasta se hab¨ªa sentido rid¨ªculo dentro de la compa?¨ªa por defender a Extremoduro; cuando consigui¨® llevar a sus compa?eros de trabajo a un concierto grande del grupo, "todos alucinamos al ver que no s¨®lo hab¨ªa pies negros: abundaban universitarios grunges, chavalitos y chavalitas de buenas familias".
Para su actual compa?¨ªa, las ventas de Extremoduro no se corresponden con su popularidad: las cifras deber¨ªan ser multiplicadas, ya que cada ejemplar vendido es copiado una y otra vez, aparte de que las cintas piratas sean superventas en mercadillos de todo el pa¨ªs. M¨¢s llamativo es que unas cr¨®nicas tan desgarradas hayan prendido en un p¨²blico amplio. " Robe, que describe su repertorio como "canciones de amor y de guerra", exhibe su (controlada) tendencia hacia la autodestrucci¨®n: "Se pasa mucho y lo cuenta mejor que nadie". ?l, que reivindica con todo derecho el t¨ªtulo de poeta, ha encontrado que sus oyentes descubren el poder de la palabra en esos versos tremendistas pero no autocomplacientes.
Tambi¨¦n resulta asombroso que su proyecto musical haya florecido en un ambiente hostil. Cacere?o (Plasencia, 1962) e hijo de chapista, su primer disco se hizo vendiendo participaciones a los creyentes: 1.000 pesetas entregadas a cuenta garantizaban una copia del elep¨¦ cuando se materializara y la inclusi¨®n del nombre en la lista de agradecimientos. La primera compa?¨ªa que lo edit¨® racaneaba con las dietas y Robe rompi¨® el contrato, lo que no impidi¨® que hayan explotado incluso las maquetas que ingenuamente les entreg¨® para preparar el siguiente. El segundo, publicado por otra compa?¨ªa, se vendi¨® bien, pero no gener¨® royalties, ante la indignaci¨®n del artista. Con DRO, ha abandonado su plan de editar cada disco en una compa?¨ªa diferente. Hasta parece dispuesto a contemplar la posibilidad de lanzar un disco en directo, algo que antes le hac¨ªa sonrojarse: la precisi¨®n no es el fuerte de los conciertos de Extremoduro, cuyo l¨ªder es capaz de abandonar el escenario durante un cuarto . de hora, tras anunciar al respetable: "Me voy a meter una rayita".
'Angelito' y la l¨ªnea caliente
Lo m¨¢s pasmoso de Extremoduro es que haya sobrevivido a ¨¦picos desastres, propios de un grupo donde convivieron colgaos y camellos. Sin olvidar la vida de errante navegante de Robe. Tras dejar esposa y dos hijos en Plasencia, ha ido rodando entre ciudades / mujeres por Barcelona, Bilbao y, actualmente, Granada, en compa?¨ªa de su bulldog, de nombre Angelito. Ahora mismo, su grupo incluye m¨²sicos de Vitoria, Bilbao y Barcelona, con los consiguientes problemas para los ensayos. Lo que no debe interpretarse como falta de sentido de la realidad: Extremoduro tiene un n¨²mero de tel¨¦fono -(906) 30 05 04 donde, a raz¨®n de 76 o 55 pesetas por minuto, se da la lista de actuaciones pasadas o futuras, aparte de ofrecer la oportunidad de conectar con Radio Macuto, cada minuto un canuto, donde un risue?o Robe explica los enredos de su discograf¨ªa, y sugiere d¨®nde comprar los t¨ªtulos oficiales del grupo.
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