A¨²n es tiempo

LA NEGATIVA de unos cincuenta religiosos a abandonar el ¨¢rea de Bukavu, en Zaire; dice mucho en su favor y en el de los muchos otros cooperantes. Pero el asesinato de los tres maristas espa?oles ilustra la precariedad de la vida de los que desinteresadamente prestan ayuda. Y pone de relieve la - necesidad de ha cer algo urgente y contundente que evite que, la muerte vaya extendi¨¦ndose por esas tierras ya manchadas de sangre y donde m¨¢s de un mill¨®n de refugiados de jan un rastro de cad¨¢veres y de miseria.Hay urgencia. La situaci¨®n empeora a cada hora que pasa. Algo se deb¨ªa haber hecho ya ayer o anteayer, pues hace mucho que se pod¨ªa prever que lo que est¨¢ sucediendo iba a pasar. Es tarde, ya que la tragedia se cobra cada d¨ªa m¨¢s muertes, pero no tanto como para no intentar salvar millones de vidas. Bien es verdad que no ' resulta f¨¢cil definir ese algo. La salida hacia Zaire de un primer avi¨®n espa?ol con ayuda humanitaria es una medida, aunque humilde, en la buena direcci¨®n. Es de esperar no s¨®lo que el avi¨®n, llegue a su destino, sino que tambi¨¦n pueda repartir los v¨ªveres, medicinas y otros bienes de primera necesidad que lleva en su bodega. Ayuda humanitaria hay; aguarda a que se le abra paso.

Espa?a demuestra as¨ª no s¨®lo su voluntad, sino tambi¨¦n su decisi¨®n de intervenir. No ser¨ªa positivo que, en esta materia, Gobierno y oposici¨®n se lanzasen en una puja de activismo, sin saber d¨®nde lleva tal confrontaci¨®n, va que, al final, est¨¢n en juego vidas espa?olas. La iniciativa hispano-francesa para enviar, bajo mandato de la ONU, un destacamento de paz a la zona, que permitiera al menos abrir pasillos humanitarios a trav¨¦s de los cuales mandar ayuda, debe actuar de catalizador para provocar una reacci¨®n internacional. Pero, con la excepci¨®n de Italia, no ha sido bien recibida por otros socios necesarios para la operaci¨®n. Chirac no lleg¨®' ayer a convencer a Major en su encuentro de Burdeos para que apoye claramente tales planes.

En asuntos africanos, Francia -antigua potencia colonial- despierta recelos. Y no son precisamente buenos los recuerdos que dej¨® dos a?os atr¨¢s en Ruanda, cuyo Gobierno se niega ahora a una presencia militar francesa en la zona. Por otra parte, parece sencilla la idea de los pasillos humanitarios, pero no est¨¢ claro c¨®mo abrirlos -a riesgo de entrar en guerra- si las partes en conflicto no facilitan m¨ªnimamente su presencia.

.Con todo, lo m¨¢s intolerable es que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no haya adoptado a¨²n una decisi¨®n sobre el conflicto; s¨®lo una resoluci¨®n de la ONU legitimar¨ªa una intervenci¨®n con objetivos concretos, sin convertirse en otra parte de la conflagraci¨®n. Seg¨²n Francia, el destacamento multinacional habr¨ªa de contar al menos con cinco mil hombres, fundamentalmente europeos y africanos, ya que EE UU no parece dispuesto a enviar tropas, aunque s¨ª a prestar apoyo log¨ªstico esencial.

Todo esto presupone que importan los refugiados, que importa Zaire y su integridad territorial, y que importa Africa. Asunto discutible en s¨ª mismo a la vista de los acontecimientos.