"Hasta de la miseria se aprovecha la gente"
Bugobe, 2 julio 1995Queridos hermanos: Recibid todos un cordial saludo. Despu¨¦s de haber pasado la primera semana en la comunidad del campo de refugiados de Nyaminyaugue quiero contaros mis primeras impresiones.
En primer lugar os digo que, personalmente, me encuentro en plena forma. Por no pasar, ni siquiera he pasado la famosa "gringuitis" (diarrea) que suele ser de rigor. La comida sana, abundante y bien condimentada, aunque ordinaria. El clima es de alrededor de 20-24? por el d¨ªa y fresquito por la noche; con dos mantas se duerme de maravilla. El paisaje es muy bonito, con abundante vegetaci¨®n. El campo de refugiados, que se encuentra a 25 Kms. de Bukavu, est¨¢ en la monta?a, a casi 2.000 metros de altura, por lo cual, pr¨¢cticamente no hay mosquitos. Esto es m¨¢s parecido a un infierno que al para¨ªso donde se encuentran enclavados. Es impresionante el viaje en coche desde Goma hasta Bukavu. Sal¨ª con el Hno. Descarga durante 20 Kms. hasta llegar a los primeros campos de refugiados, con dificultad se pod¨ªa pasar con el coche debido a los miles y miles de personas que se dirig¨ªan andando hasta la ciudad de Goma. Durante todo el trayecto hasta llegar a Bukavu y siguiendo hasta Nyangezi, donde est¨¢ otra comunidad marista, se encuentra sembrado de campos de refugiados.
Nuestro campo de Nyanmiriangwe (todav¨ªa no s¨¦ ni c¨®mo se escribe) se encuentra ocupando totalmente una colina. All¨ª se encuentran 27.000 personas desde hace un a?o. Al acercarme al campo por primera vez y verme rodeado y cogido por todas partes por los ni?os que quer¨ªan ver y tocar al "Mzungu" (blanco) yo, personalmente, dif¨ªcilmente pod¨ªa reaccionar: Miles de ni?os, vestidos, o mejor dicho cubiertos, con harapos y todos descalzos que iban saliendo entre las tiendas de pl¨¢stico, constituyen un espect¨¢culo, para nosotros, inimaginado. Pero lo que realmente constituye un escenario impresionante es ver a los 4.000 ni?os, desde maternal hasta superior, distribuidos por clases, y grupos de unas treinta personas, sentados alrededor de su profesor, sobre la hierba y dando las clases. El d¨ªa 28 de junio, invitado por el coordinador de la educaci¨®n, particip¨¦ en la proclamaci¨®n final de notas del segundo trimestre, para los alumnos de Primaria (alrededor de 150) con todas las autoridades del campo de refugiados. Este encuentro ha sido para m¨ª de los momentos m¨¢s bonitos. Todas las personas que intervinieron p¨²blicamente agradecieron en primer lugar a los Hermanos Maristas por su presencia f¨ªsica y moral, que es un signo de esperanza y de apoyo para todas las personas del campo. Qu¨¦ bonito es comprobar que los hermanos son reconocidos por su presencia; presencia que se convierte en signo de esperanza.
Esperamos que los primeros d¨ªas de julio llegue a nuestra comunidad el Hno. Miguel ?ngel Isla, que viene de Costa de Marfil. Ma?ana, d¨ªa 3 de julio, el Hno. Albert, que ha sido superior hasta ahora, deja la comunidad y tras unos d¨ªas de descanso en Nairobi, posiblemente entre a Ruanda para unirse a los hermanos que est¨¢n all¨ª. La situaci¨®n ahora mismo en Ruanda es muy dif¨ªcil. La posici¨®n del Gobierno en Kigali no parece nada propicia para la vuelta de los refugiados. Se respira mucho miedo y tensi¨®n en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. El recelo mutuo parece presagiar que los refugiados en el exterior van a permanecer all¨ª para largo. Sin duda, si el Hno. Albert entra en Ruanda ser¨¢ un gesto de reconciliaci¨®n muy evang¨¦lico y muy valiente. Albert es, de verdad, un hombre de fe. Mientras tanto, en los campos de refugiados, los refugiados viven, muchos de ellos, en condiciones infrahumanas. Un kilo de ma¨ªz y 800 gramos de alubias que reparten el domingo debe servir para toda la semana. ?C¨®mo se puede vivir as¨ª? Mucha gente despu¨¦s de un a?o all¨ª, se ha quedado sin ropa. Muchos ni?os ya no pueden ir a clase porque no tienen nada con qu¨¦ cubrirse. Por descontado que m¨¢s del 90% de los ni?os van descalzos. Hay que verlo para creerlo. Esto referido a los refugiados. Pero la poblaci¨®n zaire?a que habita en nuestro Poblado de Bugobe, no vive mucho mejor; los ni?os no llevan m¨¢s que harapos que, literalmente, se les van cayendo a pedazos.
Esto es lo que primero te llama la atenci¨®n. Tiene el peligro de convertirse en algo ex¨®tico. Algo para contar y distraer a nuestro mundo occidental cansado y aburrido.
Yo, personalmente, todav¨ªa no he tenido tiempo de reaccionar. Son muchas cosas nuevas que se amontonan y muchas preguntas que le surgen a uno. Las respuestas no se encuentran f¨¢cilmente. Espero que el Se?or me ayude a m¨ª tambi¨¦n a ser un "signo de esperanza" y de presencia fraternal en medio de tanto dolor. ?C¨®mo comprender el dolor que se esconde en esos dos millones de refugiados, que no tienen encima m¨¢s que el recuerdo de una tierra y una casa perdida y la p¨¦rdida tambi¨¦n de un mill¨®n de personas? ?C¨®mo sanar las heridas del odio y la venganza despu¨¦s de haber vivido tanta violencia y muerte? No lo s¨¦. Pero lo que s¨ª es cierto es que la presencia de un Hno. Marista en el campo es una luz de esperanza.
Los hermanos vivimos a 3 kil¨®metros del campo de refugiados. Tenemos una casa nueva hecha por un hermano de la comunidad. Es de madera. Cada uno tenemos una habitaci¨®n personal.. Adem¨¢s de la sala-comedor, cocina y capilla. Es un palacio comparado con lo que se ve por ah¨ª. No cre¨¢is que por ah¨ª se respira ambiente de inseguridad.
A m¨ª, por lo menos, el miedo y la tensi¨®n que iba acumulando antes de llegar al campo, se me ha ido inmediatamente, nada m¨¢s llegar. Pasar puede pasar de todo por aqu¨ª, como puede pasar, por ah¨ª. La impresi¨®n m¨¢s fuerte que recibo cada momento es de ser un privilegiado, en todos los sentidos, entre tanta miseria.
Adem¨¢s, todo hay que decirlo, se encuentran por aqu¨ª muchos "profesionales" de las organizaciones humanitarias que hacen grandes negocios aprovech¨¢ndose del dinero y las ayudas enviadas para los refugiados. Han aparecido falsas ONG que no exist¨ªan y han recibido grandes sumas que nadie sabe d¨®nde han ido y ad¨®nde van. Se ven grandes coches de altos funcionarios de organizaciones humanitarias que cobran salarios de esc¨¢ndalo: hablan de 7.000 d¨®lares mensuales (896.000 pesetas), pero que pr¨¢cticamente no pisan los campos de refugiados. Hasta de la miseria se aprovecha la gente.
Yo todav¨ªa no s¨¦ concretamente lo que voy a hacer; tampoco me importa demasiado ni me inquieta. Me contentar¨ªa con ser, como he dicho antes, un signo de esperanza en medio de la comunidad y tambi¨¦n entre la gente del campo. ( ... ).
No s¨¦ si tendr¨¦ ocasi¨®n de escribir otra vez pronto. Depender¨¢ de que encuentre a alguien que vaya a Espa?a o alg¨²n pa¨ªs donde funcione el correo. Mientras tanto, sabed que yo estoy estupendamente bien por aqu¨ª. Hay bastantes espa?oles por aqu¨ª. Estoy escribiendo desde Nyangezi, la comunidad marista, donde hay dos hnos. espa?oles: J. M. Descarga y Jes¨²s Llanos Llamazares, de Le¨®n.
Se me olvidaba decir que aqu¨ª, el lenguaje y la comunicaci¨®n es un l¨ªo. Hay cuatro lenguas distintas que se hablan: el franc¨¦s, que es la lengua que se supone deber¨ªan hablar todos, pero que much¨ªsima gente no la habla. Es, dir¨ªamos, la lengua oficial, en la que yo me comunico. Pero adem¨¢s est¨¢ el kimakuanda, que es la lengua materna de los ruandeses que est¨¢n en el campo de refugiados. Los ruandeses comienzan a aprender el franc¨¦s a partir de los 13 o 14 a?os, as¨ª que con los ni?os no me puedo comunicar m¨¢s que con int¨¦rprete. Ya s¨¦ saludar y decir adi¨®s. Se dice muraho y murabeho. Pero la gente de esta regi¨®n, donde vivimos los hermanos, hablan el swahili y hay que saludarles diciendo yamboo.Pero no termina aqu¨ª la cosa, pues hay otros que haban otra lengua local que llaman mashe, as¨ª que esto parece la Torre de Babel, que no hay quien se entienda. De todos modos con el franc¨¦s ya voy bastante bien y cada vez me resulta m¨¢s sencillo.
(...) Un abrazo muy fuerte para todos y hasta la pr¨®xima, que espero que sea m¨¢s breve.
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