El ¨¦xodo hutu hacia Ruanda desborda a la ONU
Una de las migraciones humanas m¨¢s sobrecogedoras de la historia moderna desbord¨® ayer por completo a las Naciones Unidas y a las organizaciones humanitarias en Goma. La muchedumbre, formada por m¨¢s de medio mill¨®n de almas, la poblaci¨®n entera de una ciudad como Bilbao, caminaba a buen paso: se calcula que unas 15.000 personas cruzaban cada hora la petite barri¨¨re, un paso aduanero de la localidad ruandesa de Gisenyi. Son cerca de la mitad de los refugiados hutus que en tres d¨ªas de julio, de 1994 hicieron el camino inverso.
ENVIADO ESPECIALLas primeras luces del alba recortan la majestuosa figura del volc¨¢n Nyiragongo. A sus pies, un gigantesco hormiguero humano que recuerda las m¨ªticas historias relatadas en la Biblia se pon¨ªa en movimiento sin que nada ni nadie lo pueda abarcar ni detener.Mientras, en un pat¨¦tico anuncio, el Consejo de Seguridad anunciaba que hasta dentro de diez d¨ªas no comenzar¨ªa el despliegue de la tropa multinacional aprobado el viernes. "?A qu¨¦ van a venir?", se preguntaba con soma en el Este de Zaire un alto funcionario de la ONU.
La derrota de los picadores de carne (las milicias hutus ruandesas responsables del genocidio de 1994) a manos de los rebeldes tutsis zaire?os (los ya famosos banyamulenges) abri¨® el viernes las compuertas de un oc¨¦ano humano que, seg¨²n Ray Wilkinson, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), "deseaba por encima de todo volver a casa, y no pod¨ªa por las amenazas del antiguo Ej¨¦rcito ruand¨¦s y los interhamwes, las milicias hutus. Estamos completamente desbordados. Nadie pod¨ªa prever un flujo tan descomunal en tan poco tiempo. No hay nadie que lo pueda parar", dec¨ªa con su veh¨ªculo rodeado por una multitud pac¨ªfica, cargada con todos sus enseres, que no dejaba de mover los pies bajo el sol hacia el campo de Mugunga, de donde ven¨ªan, y donde ayer segu¨ªan combatiendo los banyamulenges y las m¨¢s recalcitrantes unidades hutus.
Si el viernes fueron 60.000 los refugiados que dejaron de serlo al cruzar a Ruanda, m¨¢s de 100.000 lograron volver a poner ayer los pies en su desgraciado pa¨ªs, uno de los m¨¢s peque?os, superpoblados y tr¨¢gicos de ?frica, empujados por al menos otros 400.000 que no dejaban de avanzar y avanzar en silencio.
Frontera abierta
Las autoridades ruandesas cedieron a las peticiones de las organizaciones humanitarias y no cerraron el paso fronterizo a la ca¨ªda de la noche. A primeras horas de la tarde, la masa de fardos en movimiento comenzaba a ascender las colinas de Gisenyi, ocupaba por entero el camino embarrado que atravesaba el min¨²sculo puesto fronterizo de la petite barri¨¨re, serpenteaba entre el barrio de chabolas de Goma, recorr¨ªa el centro de la ciudad, pasaba ante el hospital general y segu¨ªa y segu¨ªa hasta tal vez 30 kil¨®metros de un ej¨¦rcito desarmado y compacto, poblado de una calma que sobrecog¨ªa el ¨¢nimo.Entre los refugiados, muchos m¨¢s rostros de hombres j¨®venes que el viernes. Es dif¨ªcil saber, mir¨¢ndoles a los ojos, hasta qu¨¦ punto muchos de ellos no hab¨ªan empleado a fondo el machete contra sus compatriotas tutsis en el sangriento abril de 1994. Pero no hab¨ªa apenas miradas de desaf¨ªo. S¨®lo ganas de llegar.
"Una vez que han tomado la decisi¨®n de partir ya no hay nada que los detenga. Son capaces de caminar cargados hasta 25 kil¨®metros diarios", comentaba un miembro de M¨¦dicos sin Fronteras, abrumado por "una experiencia que nadie podr¨¢ olvidar". Junto al paso fronterizo, tiendas de campana convertidas en hospitales de emergencia atend¨ªan a ni?os desnutridos, ancianos exhaustos, enfermos que hab¨ªan llegado al l¨ªmite. El campamento fronterizo de acogida de Ubumbano, -significa "buena vecindad", en kinyarruanda, la lengua del pa¨ªs-, que el viernes multiplic¨® por veinte su dotaci¨®n de tiendas de pl¨¢stico blancas hasta permitir el alojamiento de 30.000 personas, ya estaba completamente desbordado a primeras horas de ayer. Junto al paso fronterizo, Trisha Williams, de la organizaci¨®n Alimentos para los Necesitados, contaba ya en 800 el n¨²mero de ni?os que hab¨ªan llegado solos o hab¨ªan perdido a sus padres o familiares en el camino. Las parturientas hac¨ªan un peque?o alto en el camino para recobrar fuerzas.
Todas las previsiones hab¨ªan quedado pulverizadas por el espont¨¢neo movimiento de regreso que el ACNUR hab¨ªa defendido desde el primer d¨ªa. La multitud que ayer se derramaba hacia Ruanda y que provocaba peque?os incidentes violentos junto a los camiones cisterna que repart¨ªan agua en puntos estrat¨¦gicos, no estaba para esperar a las Naciones Unidas ni a su sacrosanto Consejo de Seguridad. Junto a la frontera, los m¨¢s hambrientos recog¨ªan hojas o expurgaban los campos en busca de legumbres o ra¨ªces que devoraban all¨ª mismo.
El ACNUR dio cuenta ayer de que al menos 25 casos de c¨®lera se hab¨ªan declarado y estaban recibiendo tratamiento en el hospital general de Goma, aunque para Wilkinson no se trataba propiamente de una epidemia, "puesto que el c¨®lera es end¨¦mico en la zona", y evalu¨® entre 3.000 y 8.000 el n¨²mero de personas que pueden haber muerto en las tres ¨²ltimas semanas, una cifra muy por debajo de la que barajaban otras organizaciones.
Mientras responsables de ACNUR compaginaban sin dificultad su satisfacci¨®n por el regreso "s¨²bito y masivo" con el reconocimiento de que no estaban "completamente desbordados", otras organizaciones criticaban la falta de previsi¨®n y lo que, para un responsable de Oxfam, "no es m¨¢s que una repatriaci¨®n forzosa".
No hay noticias de Kivu Sur y de los campamentos de Tanzania, pero la historia de Ruanda no ser¨¢ lo mismo despu¨¦s de estos d¨ªas.
M¨¢s informaci¨®n en Domingo
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