Robert Altman: "Los cr¨ªticas est¨¢n m¨¢s que nunca en manos de la industria del cine"
El director norteamericano presenta en Londres su ¨²ltima pel¨ªcula
A los 71 a?os, con una larga carrera profesional a sus espaldas y una s¨®lida fama de director "err¨¢tico", el norteamericano Robert Altman parece estar vacunado contra las invectivas de la cr¨ªtica. Pocos directores explicar¨ªan con una sonrisa tan rotunda que sus pel¨ªculas han sido "poco taquilleras" y bastante maltratadas por la prensa especializada. "No es que no me importen los cr¨ªticos es que veo claramente que est¨¢n m¨¢s manipulados que nunca por la industria cinematogr¨¢fica" dice Altman, que promociona en Londres Kansas City, su ¨²ltimo experimento con la c¨¢mara.Altman pronuncia los juicios m¨¢s terribles sobre Am¨¦rica (est¨¢ claro que Estados Unidos se ha quedado con la denominaci¨®n completa del contienente), pero un breve d¨ªalogo con el m¨ªtico director de M. A. S. H. -la pel¨ªcula que en 1970. revolucion¨® el g¨¦nero de cine de guerra-, deja pocas dudas sobre su extrema "americaneidad". En su larga pelea con la industria de Hollywood, Altman acept¨® un breve autoexilio en Par¨ªs a comienzos de los ochenta pero reconoce que su sitio est¨¢ en Estados *Unidos. "Es donde encuentro m¨¢s historias. Soy profundamente americano, es mi cultura, no conozco otro idioma, y tener que emigrar ser¨ªa un drama". Y eso pese a que la mayor¨ªa de sus filmes, desde los m¨¢s aplaudidos como Short Cuts o El juego de Hollywood, hasta los m¨¢s denostados como La boda o Pr¨¦t ¨¢ Porter, se han vendido infinitamente mejor en el Viejo Continente. Eso ocurre, en parte, porque a los norteamericanos no les gusta que les toquen los mitos, y Altman se ha atrevido hasta con B¨²falo Bill, de quien realiz¨® una fallida pero interesante parodia; pero, sobre todo, porque en Europa se venera el cine de autor.
"Es cierto. En Europa encuentro m¨¢s inter¨¦s y m¨¢s comprensi¨®n. En Estados Unidos es m¨¢s dif¨ªcil hacer ese cine de "culto", minoritario, que yo quiero hacer. Luego adem¨¢s, hay otro problema a?adido, las pel¨ªculas apenas duran dos o tres semanas en las carteleras, Kansas City pasar¨¢ a ser un "cl¨¢sico" para la pr¨®xima primavera". Algo equivalente a lo que supuso, en su momento, Nashville, una pel¨ªcula cumbre de Altman, en aquella ocasi¨®n sobre la m¨²sica country.
Por pura carambola, Altman "ha regresado" al territorio de su infancia en esta ¨²ltima cinta. Kansas City, -la ciudad donde naci¨®- es una especie de fresco de la ciudad sure?a en 1934, en plena depresi¨®n. "La pel¨ªcula no es m¨¢s que jazz, es puro jazz, dice su director. "Ahora me doy cuenta. Normalmente cuando uno trabaja no sabe muy bien lo que est¨¢ haciendo, se necesita tiempo para "verbalizar" la obra, hallar su sentido.
Todos los personajes de Kansas City, son parte de esa interminable sesi¨®n de jazz, las dos mujeres inmersas en una tr¨¢gica historia se expresan como saxos tenores. Harry Belafonte, el g¨¢nster due?o del club de jazz, interpreta, ¨²nicamente solos".
Modestia
Altman habla de su obra con notable modestia. De lo ¨²nico que parece sentirse orgulloso es de haber sido fiel a s¨ª mismo. De ser un director personal, -"la mayor¨ªa fabrica la misma clase de zapatos que lleva todo el mundo relativamente triunfador en la interminable lucha contra "el mal" es decir la infraestructura comercial que requiere toda pel¨ªcula..."Es un arte muy caro. Por lo tanto uno asume que hay que mantener una batalla permanente con los productores. El principal problema es- que en Am¨¦rica a nadie le interesa invertir dinero en una pel¨ªcula moderadamente existosa. Se trata de ganar miles de millones de d¨®lares, si no, no hay c¨®mo conseguir el dinero".
"El cine es cada vez una cuesti¨®n de efectos especiales. Todas esas pel¨ªculas, Independece Day, Twister, son ejemplo de esa tensi¨®n con la t¨¦cnica, de esa necesidad de ir cada vez m¨¢s lejos, pero la capacidad de sorpresa del espectador est¨¢ lleg¨¢ndo a su l¨ªmite. A nadie le conmueve nada porque son pel¨ªculas sin alma. El verdadero reto es emocionar con sentimientos simples", dice Altman.
Pese a todo, podr¨ªa decirse que en -Kansas City, Altman se deja arrastrar tambi¨¦n por la moda de la violencia. Adem¨¢s de jazz, incluye el inevitable asesinato s¨¢dico. Altman se defiende. "Me limito a contar la verdad. En aquellos elecciones hubo cuatro cr¨ªmenes en la ciudad y YO s¨®lo saco uno. Fue una ¨¦poca violenta que dio vida a esta era. Aun as¨ª era una violencia que se circunscrib¨ªa a determinados ambientes. Ahora es mucho peor, porque te pueden matar simplemente por llevar zapatos".
Con dificultades y a contracorriente, Altman ha sido capaz de amurallar su propio territorio y encontrar el dinero necesario para filmar lo que le ha dado la gana. Misterios de su encanto personal, como cineasta y como individuo, el director de Missouri ha recibido siempre un trato admirable de las divas del celuloide. Sof¨ªa Loren, Kim Basinger o Julia Roberts han estado encantadas de aparecer -siquiera un momento- en algunas de sus pel¨ªculas. "No es un secreto que me gustan las mujeres. Y a las actrices les gusta trabajar conmigo porque les ofrezco siempre papeles dignos".
Homenaje al jazz, el sonido de su infancia
Robert Altman adora el jazz. "Es la primera m¨²sica que escuch¨¦ en mi infancia. Hay una canci¨®n que se toca varias veces en la pel¨ªcula, Solitude, de Eddie de Lange, Duke Ellington e Irving Mills, que yo sol¨ªa o¨ªr en la radio cuando era un ni?o. Ten¨ªamos una doncella negra muy aficionada que me contagi¨® su inter¨¦s". Por extra?o que parezca, trat¨¢ndose, como Altman recalca, de una m¨²sica "creada por esclavos negros a los que se les imped¨ªa cualquier contacto con los instrumentos musicales", el jazz es Ia ¨²nica m¨²sica genuinamente nacional". El cineasta cree que el rock and roll ha, muerto y el rap nunca lleg¨® a interesarle. Sin embargo, esta devoci¨®n por el jazz cl¨¢sico reflejada en casi todas las escenas de Kansas City no le proporcionar¨¢ a la pel¨ªcula ninguna ventaja a la hora de ser juzgada por la Academia de Hollywood. "No", comenta divertido Altman, "porque la banda sonora no es original, sino un conjunto de temas cl¨¢sicos. Por lo tanto no podremos, optar a un oscar en la ¨²nica categor¨ªa en la que podr¨ªamos competir, en la de mejor banda sonora".
Lo europeo, para Europa; lo americano, para todos
"Siempre he estado al margen de la industria. Siempre he sido un outsider. La industria americana quiere filmes lineales, yo cada vez los veo m¨¢s como historias circulares, y la muerte es siempre el final", cuenta Altman. Quiz¨¢ por eso, los cr¨ªticos estadounidenses m¨¢s ben¨¦volos con su trabajo se refieren a sus pel¨ªculas como "extranjeras". Oyendo a Robert Altman no puede interpretarse este t¨¦rmino como algo necesariamente favorable. "Am¨¦rica es muy provinciana, no soporta lo que no conoce. Para el p¨²blico medio, Europa es una entidad ajena, un lugar donde se hablan idiomas muy graciosos. No existe eso que llamamos cultura en Am¨¦rica. La gente ya no sabe leer ni escribir. No hay educaci¨®n en absoluto. Adem¨¢s, la industria cinematogr¨¢fica saca m¨¢s dinero haciendo pel¨ªculas para adolescentes de 15 a?os que para adultos de 30".?Es justo que el mercado cinematogr¨¢fico europeo este invadido de producciones de Hollywood cuando el p¨²blico estadounidense apenas conoce las producciones que se hacen en Europa o en Asia? "Desde luego que no", contesta Altman rotundo, "pero as¨ª es, y no creo que puedan ustedes hacer nada por evitarlo. La industria americana controla todo el aparato de mercadotecnia, la publicidad, la difusi¨®n". No estamos hablando ciertamente de arte. "No", puntualiza, "estamos hablando de entretenimiento, de alimentar a las masas con un producto previamente vendido por la, publicidad".
Exotismo
Dicho todo lo cual, al propio Altman le falla la memoria a la hora de recordar el nombre de directores europeos del momento. Piensa y piensa y finalmente s¨®lo le salen dos o tres nombres brit¨¢nicos, Mike Leigh, Peter Greenaway... Y eso que, reconoce, "en Europa se hace ahora mejor cine que en Am¨¦rica. Los europeos tienen a su favor, c¨®mo dir¨ªa, menos facilidades para fracasar. Y luego, est¨¢ el encanto del idioma extranjero. Los subt¨ªtulos son un atractivo a?adido, a juicio de algunas personas la gente las juzga mejor por ese componente de exotismo".
?C¨®mo se explica entonces que sea tan inexpugnable el mercado americano para todo lo que llega de fuera? ?No existe la menor curiosidad por lo que se hace en otras partes del mundo, fuera de Los ?ngeles, Nueva York o Misuri? "Hay que entender c¨®mo es la industria. El cine americano est¨¢ empeorando. Cada vez hay menos empresas dedicadas a producir pel¨ªculas. Ahora mismo no hay m¨¢s de cuatro. Cuando terminemos la entrevista posiblemente s¨®lo quedar¨¢n dos, y cuando yo regrese a Nueva York a lo mejor s¨®lo una".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.