La maestr¨ªa de Robert Frank asombra en Par¨ªs
El Mes de la Fotograf¨ªa dedica una espectacular muestra homenaje al autor suizo
Una muestra fotogr¨¢fica de Robert Frank, uno de los profesionales m¨¢s singulares del selecto club de quienes son considerados indiscutiblemente como "maestros" en su especialidad, se exhibe desde el pasado 22 de noviembre y hasta el 26 de enero del pr¨®ximo a?o en el Centro Cultural de Suiza en Par¨ªs. La exposici¨®n forma parte de la Bienal Europea Mois de la Photo ¨¤ Paris (MPP), el mayor acontecimiento fotogr¨¢fico del a?o, en su doble vertiente de cantidad y calidad de las exposiciones, y en el que el eclecticismo en la selecci¨®n es su mayor virtud.
Un concierto de rock and roll en Nueva York (1953), el Astor Place (1948), un beso de cortes¨ªa durante la cena frente a un martini -tambi¨¦n en Nueva York, en los a?os cincuenta-, el mensaje caligr¨¢fico con una barra de labios sobre el espejo de un hotel de Vermont en el que certifica la hora en la que el fot¨®grafo hizo el amor ("4 a. m. make love to me"), o su c¨¦lebre foto de 1979: las dunas de Nueva Escocia (1977); Valencia (1950); los bares de Las Vegas; el hotel Lobby de Miami Beach y los funerales de Santa Elena forman parte del interminable deambular del fot¨®grafo en la b¨²squeda de su particular iconograf¨ªa urbana.Es el mundo de Robert Frank (Z¨²rich, Suiza, 1924), un singular personaje que tiene en su haber, entre otras muchas cualidades, la de ser el fot¨®grafo vivo, de los que son considerados autores esenciales en el siglo XX, que m¨¢s obras personales ha cedido a diversas instituciones. Este a?o, por ejemplo, don¨® a la Fundaci¨®n Suiza de la Fotograf¨ªa un ¨¢lbum con instant¨¢neas realizadas entre 1941 y 1995, subdivididas en dos grandes apartados: unas con argumentos que figuran en casi todos los manuales del medio, y otras, la mayor¨ªa, enclavadas en el ep¨ªgrafe de in¨¦ditas. Son im¨¢genes que muestran lo que ve el fot¨®grafo y, al mismo tiempo, nos ense?an su propio mundo interior; instant¨¢neas de un autor que apuesta por la imagen total, que no duda en recurrir al v¨ªdeo para realizar una especie de diario ¨ªntimo audiovisual -Home improvements-, o que decide elaborar una cr¨®nica gr¨¢fica de una Beirut en ruinas.
Una de las particularidades de esta muestra radica en la incorporaci¨®n a la misma -mediante la compra, con fondos de la Confederaci¨®n Suiza, a un coleccionista particular y amigo de Frank- de materiales de absoluta actualidad. Unos bellos clich¨¦s que sirvieron de base al m¨ªtico ¨¢lbum Black, white and things (1952), publicado por primera vez en 1995 y que ven la luz en el contexto del Mes de la Fotograf¨ªa en Par¨ªs con la f¨®rmula de la mezcla de lo nuevo con lo viejo, en una especie de mestizaje cronol¨®gico. En la actualidad, el fot¨®grafo dedica sus esfuerzos a la traslaci¨®n de im¨¢genes de v¨ªdeo al soporte fotogr¨¢fico.
Copias hist¨®ricas
En el cat¨¢logo de esta ¨²ltima exposici¨®n en Par¨ªs, dise?ada a modo de homenaje "al m¨¢s importante de los fot¨®grafos suizos", figuran una serie de fotos la mayor¨ªa de las cuales son lo que t¨¦cnicamente se define como vintages (copias de especial importancia hist¨®rica: original tratado especialmente por el autor al poco tiempo de realizar la toma). Es decir, registros recuperados en la actualidad de fotograf¨ªas realizadas a?os antes de las im¨¢genes que conformaron el m¨¢s famoso de sus libros, un volumen clave en la historia de la fotograf¨ªa: The americans (1958-1959), publicaci¨®n que lo lanz¨® a la fama a los 35 a?os. Todo ello ocurr¨ªa poco antes de su dedicaci¨®n al cine, un nuevo medio expresivo que le fascina y para el que utiliza como introducci¨®n en su deb¨² con la c¨¢mara un excelente y l¨²cido texto escrito por Jack Kerouac en torno a las relaciones entre ftograf¨ªa y literatura. En dicha ocasi¨®n, Robert Frank cont¨® la historia que deseaba contar sin recurrir a las palabras. La exposici¨®n homenaje en Par¨ªs se complementa con la proyecci¨®n de una serie de sus pel¨ªculas.
Entre censuras y halagos
Robert Frank tiene una especial obsesi¨®n por ceder sus archivos a instituciones p¨²blicas. Le preocupa el que sus fotos se pudran an¨®nimamente en una caja de cart¨®n o que, lentamente, las borren los a?os. Fruto de la citada obsesi¨®n fue la decisi¨®n de donar en 1990 a la National Gallery of Arts de Washington 3.000 tiras de negativos, 1. 500 hojas de contactos y mil copias captadas en el transcurso de 40 a?os.A modo de agradecimientoo, el 2 de octubre de ese mismo a?o el museo receptor de la donaci¨®n inauguraba una amplia antolog¨ªa de su obra, no s¨®lo fotogr¨¢fica sino tambi¨¦n audiovisual. Se trataba de la primera exposici¨®n dedicada por esta prestigiosa instituci¨®n a un fot¨®grafo vivo que, adem¨¢s, era y es tradicional y p¨²blicamente reacio a este tipo de manifestaciones art¨ªsticas.
Una de las caracter¨ªsticas del talante personal de Robert Frank es, precisamente, su rechazo de todo aquello que est¨¢ relacionado con las pompas y celebraciones grandilocuentes, lo que le convierte en un caso ins¨®lito en el ¨¢mbito art¨ªstico tan proclive al halago y al egocentrismo. Frank prefiere el silencio y la soledad, no s¨®lo para elaborar sus propias im¨¢genes, sino tambi¨¦n como opci¨®n de vida cotidiana.
No debe olvidarse para entender su peculiar personalidad que su obra m¨¢s famosa, ya legendaria, Los americanos, en la que recoge magistralmente su visi¨®n del pueblo estadounidense, tuvo que soportar numerosas cr¨ªticas y censuras.
Babelia
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