"?Menos mal que no soy de Bilbao!"
Jos¨¦ Ignacio L¨®pez de Arriort¨²a, el alto ejecutivo vasco de Volkswagen que ayer ces¨® en su cargo en la direcci¨®n del consorcio, disfruta al exponer sus m¨¦todos de gesti¨®n, el llamado proceso permanente de perfeccionamiento, que en alem¨¢n se resume en las siglas KVP elevado al cuadrado.Al concluir sus conferencias, L¨®pez proyectaba sobre la pantalla una diapositiva con la imagen de un paisaje de la selva africana, en la que se ve a un le¨®n persiguiendo a una gacela. Un texto que acompa?a a la diapositiva cuenta la f¨¢bula de una gacela que se despierta al salir el sol y piensa que tiene que correr todo el d¨ªa m¨¢s que el le¨®n, si quiere seguir con vida. Al mismo tiempo se despereza el le¨®n y piensa que tiene que correr m¨¢s que la gacela, si quiere comer ese d¨ªa. L¨®pez conclu¨ªa: "No importa que seas le¨®n o gacela. Lo importante es que, cuando salga el sol, ya est¨¦s corriendo".
Ayer los leones, entre la General Motors y la Volkswagen, devoraron a L¨®pez. No ocurri¨® en un paisaje de selva africana, sino en un horrible y oscuro d¨ªa oto?al, fr¨ªo y h¨²medo, en Alemania. En Wolfsburg, la ciudad de Volkswagen, a la que los seguidores de L¨®pez llaman en broma Villalobos, concluy¨® ayer la hasta entonces irresistible ascensi¨®n del ingeniero vasco. Con un fuerte acento y ese estilo algo cortante que se consideran estereotipos de su pa¨ªs natal, L¨®pez no reparaba en decir: "Si he llegado hasta donde estoy, es porque soy de Amorebieta. Nada m¨¢s. Y menos mal que soy de Amorebieta y no de Bilbao. ?Si llego a nacer en Bilbao, habr¨ªa sido la leche!".
Rechaza el mote de Superl¨®pez, porque ¨¦l cree que no existe: "No es que me cabree que me llamen as¨ª, pero es un sobrenombre que no me describe". L¨®pez consigui¨® una haza?a ins¨®lita en un ciudadano espa?ol. En el casi medio siglo de historia del semanario alem¨¢n Der Spiegel, L¨®pez ha sido el ¨²nico que consigui¨® ocupar con su foto la portada. Bajo el t¨ªtulo de "'El sin escr¨²pulos" y con una foto de L¨®pez con corbata y en mangas de camisa, el semanario alem¨¢n denunciaba ya en mayo de 1993 que sobre el ejecutivo de VW pesaba la sospecha de espionaje industrial.
Desde el primer momento de su renuncia a la GM y su fichaje por VW, a principios del a?o 1993, el consorcio norteameriano no perdon¨® a L¨®pez y no ces¨® en una persecuci¨®n implacable hasta conseguir abatir la pieza.
A partir de su entrada en la direcci¨®n de VW, ¨¦sta comenz¨® a mejorar sus resultados y sali¨® de los n¨²meros rojos. Este ingeniero vasco, que presum¨ªa de su condici¨®n pueblerina, que habla ingl¨¦s con un fuerte acento y act¨²a sin falsa modestia, consigui¨® meter en vereda al ramo de proveedores de la industria del autom¨®vil y reducir de forma considerable los costos de producci¨®n en la estructura anquilosada de VW.
Pero el consejo de VW fue ayer fiel al viejo proverbio alem¨¢n que recoge Schiller en su Conspiraci¨®n de Fiesco en G¨¦nova: "El moro ha hecho su trabajo y el moro puede marcharse".
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