Serbio prescindible
LA IDEA de que Slodoban Milosevic ya no es esencial para la paz en Bosnia empieza a abrirse paso en Occidente. La conferencia internacional sobre Bosnia que ayer se clausur¨® en Londres sirvi¨® de caja de resonancia a tal planteamiento y a las masivas protestas que han inundado desde hace dos semanas las calles de Belgrado y de otras ciudades de Serbia y Montenegro.La indignaci¨®n que caus¨® la decisi¨®n, oficialmente avalada por el Tribunal Supremo, de repetir las elecciones municipales en algunas ciudades en las que hab¨ªa perdido el Partido Socialista Serbio de Milosevic est¨¢ en el origen de las manifestaciones pac¨ªficas qu¨¦ se suceden desde hace dos semanas. Pero se han convertido en algo m¨¢s esperanzador: en un intento de socavar el poder en Belgrado, heredero del antiguo sistema totalitario y que Milosevic encabeza desde hace nueve a?os.
Los estudiantes, de una generaci¨®n que se vio obligada a combatir en una guerra que no quer¨ªan a favor de un r¨¦gimen del que desconfiaban, son los grandes protagonistas de esta movilizaci¨®n. A ellos se suman ciudadanos de todas las edades y de numerosos sectores sociales. Y cada vez son m¨¢s los jueces que, con su posici¨®n cr¨ªtica, est¨¢n deslegitimando al r¨¦gimen. Ante la presi¨®n de la calle, Milosevic permanece agazapado, aguardando que escampe. No obstante, tras los cierres de tres emisoras de radio independientes, el r¨¦gimen ha comenzado a ceder autorizando la reapertura de una de ellas y provocando la dimisi¨®n del jefe del partido socialista en la ciudad de Nis.
La coalici¨®n opositora, vencedora de los comicios locales, es demasiado heterog¨¦nea para ofrecer una alternativa s¨®lida. Aunque se hayan moderado, dos de los tres partidos que la integran son m¨¢s nacionalistas que el propio Milosevic. Vuk Draskovic, cabeza visible de las manifestaciones en Be1grado, era hasta hace poco declarado partidario de la Gran Serbia. Por otra parte, hay dudas sobre la reacci¨®n de los albaneses de Kosovo ante un cambio de r¨¦gimen en Be1grado.
No cabe ser ingenuos: Milosevic tiene a¨²n espacio para maniobrar; puede ceder anulando la repetici¨®n de las elecciones municipales. As¨ª contentar¨ªa a la oposici¨®n formal, que dispondr¨ªa de m¨¢s tiempo para preparar las pr¨®ximas elecciones generales. Pero una cesi¨®n pol¨ªtica de este tipo tiene el riesgo de acelerar la protesta de los manifestantes para marcar el fin de Milosevic en un plazo m¨¢s o menos inmediato.
La presi¨®n internacional puede estar obligando a Milosevic a resistir la tentaci¨®n de reprimir por la fuerza de sus 80.000 polic¨ªas estas protestas. Al menos de momento. El r¨¦gimen, con una econom¨ªa diezmada, necesita a toda costa reintegrarse en los mercados e instituciones econ¨®micas internacionales y recabar de ellas pr¨¦stamos y ventajas comerciales. Pero este avance hacia la normalizaci¨®n econ¨®mica exterior ha quedado interrumpido a la espera de los acontecimientos.
En estas circunstancias, Milosevic ha dejado de ser el hombre de Occidente, pese a que, convenientemente, lo fuera cuando se puso en marcha el proceso que desemboc¨® en los acuerdos de Dayton. Milosevic ya no tiene capacidad para preservar y profundizar en esa paz, en la senda marcada ayer en Londres, que, entre otros elementos, contempla la entrega de los criminales de guerra para sentarlos en el Tribunal Internacional Penal en La Haya, una instancia que ha apuntado ya un dedo contra el propio Milosevic.
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