Un racionalista tradicional
De los maestros modernos espa?oles, Julio Cano fue el m¨¢s moderado. Educado en la tradici¨®n acad¨¦mica de la posguerra, la us¨® con mesura como contrapeso del lenguaje racionalista de su generaci¨®n, y consigui¨® ser moderno sin dejar de ser tradicional. Su modernidad sobria y en sordina se matiz¨® en ocasiones con una sensibilidad popular y org¨¢nica ante el paisaje, en otras con un historicismo culto y pintoresco, y en otras, en fin, con una voluntad expresiva, pl¨¢stica y escult¨®rica que no le abandon¨® a lo largo del casi medio siglo de su carrera profesional. Muy madrile?o en ¨¦se su racionalismo ecl¨¦ctico y sensato, Cano fue madrile?o tambi¨¦n en su v¨ªnculo afectivo con la ciudad que le vio nacer hace 76 a?os y que el s¨¢bado fue testigo de su desaparici¨®n inesperada; una ciudad cuyo perfil dibujaba obstinadamente, para la que so?¨® arquitecturas improbables y en la que ejecut¨® edificios previsibles y corteses; y una ciudad, por ¨²ltimo, que habit¨® con la cautela y el respeto del que se mueve en un ¨¢mbito ¨ªntimo de paisajes silenciosos y ajenos. Como tantos otros arquitectos de su generaci¨®n, Cano se form¨® durante los a?os cincuenta en la exigente escuela de la vivienda social y en el laboratorio estimulante de las casas privadas, y esta doble experiencia le dotar¨ªa de una pericia en los proyectos residenciales que tendr¨ªa abundantes ocasiones de mostrar en su carrera posterior; de hecho, sus viviendas en la madrile?a calle Bas¨ªlica, entre 1966 y 1974, fueron las que cimentaron su prestigio tard¨ªo entre unos j¨®venes que, fatigados por el experimentalismo de la d¨¦cada, hallaron en su seca urbanidad de ladrillo un manifiesto escueto y realista. Pero los sesenta ser¨ªan tambi¨¦n los a?os de la ense?anza en la Escuela de Madrid con Javier Carvajal y Antonio Fern¨¢ndez Alba, y los a?os de sus edificios para Telef¨®nica en Buitrago, Madrid y Torrej¨®n, tres fortalezas cer¨¢micas y escult¨®ricas que est¨¢n entre sus obras m¨¢s expresionistas y rotundas.
En los setenta Julio Cano realizar¨ªa un conjunto de edificios de formaci¨®n laboral que extender¨ªan tanto los registros de su lenguaje como la dispersi¨®n geogr¨¢fica de su obra; las universidades laborales de Almer¨ªa y Orense, y los centros del PPO en Vitoria, Pamplona y Salamanca, en colaboraci¨®n con un grupo de j¨®venes arquitectos entre los que se encontraba Alberto Campo Baeza, mostrar¨ªan la adaptabilidad de su racionalismo a diferentes circunstancias clim¨¢ticas y paisaj¨ªsticas. Y con los ochenta llegar¨ªa la ambici¨®n monumental de los ¨²ltimos proyectos con los grandes cubos herm¨¦ticos del Palacio de Congresos en Santiago de Compostela y del Pabell¨®n de Espa?a en la Expo de Sevilla, y llegar¨ªa tambi¨¦n la colaboraci¨®n cada vez m¨¢s nutrida de sus numerosos hijos arquitectos, varios de los cuales se fueron integrando progresivamente en el despacho profesional. Esta oficina hoy coral se ha sabido hu¨¦rfana el s¨¢bado pasado, una semana antes de inaugurar en N¨¢poles una gran exposici¨®n antol¨®gica, que ahora tendr¨¢ el car¨¢cter de homenaje al padre necesario y ausente.
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