Milosevic desoye la voz de la calle y la presi¨®n de occidente
ENVIADO ESPECIALLa oposici¨®n serbia busca contra reloj nuevas f¨®rmulas para mantener la presi¨®n en la calle contra el presidente Slobodan Milosevic, quien, pese a tres semanas de masivas protestas populares y a las reiteradas advertencias de Estados Unidos y sus aliados, no ha manifestado p¨²blicamente signos de estar dispuesto al compromiso con sus adversarios pol¨ªticos. En una exhibici¨®n de dontancredismo, el aislado l¨ªder serbio tampoco ha dado a sus conciudadanos una sola explicaci¨®n desde que decidiera anular, por adversas, las elecciones municipales del mes pasado, desatando con ello una revuelta c¨ªvica sin precedentes en Serbia.
Tras la condena de la OTAN, el secretario de Estado de EE UU, Warren Christopher, ha repetido desde Bruselas que la actitud dictatorial de Milosevic evapora los sue?os serbios de incorporarse a Occidente. Tambi¨¦n el Parlamento Europeo lament¨® ayer en Estrasburgo el fraude electoral organizado por el poder en Belgrado. Pero el hier¨¢tico dirigente balc¨¢nico -est¨¢ imponiendo su estrategia de desgaste a una coalici¨®n demasiado d¨¦bil y dividida como para galvanizar a una opini¨®n p¨²blica esc¨¦ptica y anestesiada en el conjunto del pa¨ªs por el bloqueo informativo estatal. El ¨²ltimo descubrimiento de la prensa gubernamental es que "la mafia albanesa financia la protesta serbia".
Agotadas ya por la decisi¨®n del Tribunal Supremo federal -que rechaz¨® el martes las pretensiones de la oposici¨®n- las te¨®ricas v¨ªas legales para el reconocimiento del fraude del partido gobernante, y a falta de medidas concretas a cargo de Washington, los jefes de la alianza opositora -Unidos- que pretende echar a Milosevic exprimen sus municiones. Ni Zoran DJindjic, ni Vuk Draskovic ni Vesna Pesic ofrecieron a sus simpatizantes al final de la manifestaci¨®n de ayer, en la que participaron unas 30.000 personas, otra alternativa que la de seguir marchando.
Otro tanto sucede con los estudiantes, que muestran cada d¨ªa su voluntad de continuar en la calle, pero comienzan a preguntarse si su determinaci¨®n servir¨¢ para doblegar al corredor de fondo que se esconde en el palacio presidencial. "En la duda, seguir aqu¨ª, pac¨ªficamente, es la ¨²nica manera de hacer de este pa¨ªs uno normal, donde tengamos alg¨²n futuro, se respeten las leyes y no se haga la voluntad de una sola persona", explicaba con convicci¨®n Miro, un alumno de ingenier¨ªa industrial. "Nos llevar¨¢ tiempo, pero vamos a ganar". Jaleados con m¨²sica de combate por la megafon¨ªa de los partidos opositores, celebrados con globos y confetti desde los edificios bajo los que desfilan, los universitarios mantienen con sentido del humor y firmeza la antorcha de la revuelta. Los obreros industriales, pese a los anuncios de huelga de algunos de sus dirigentes, siguen sin comparecer significativamente en las calles.
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