Hacia una ciberdemocracia

Existe la tentaci¨®n de ver Internet como la peor de las amenazas contra la democracia. Nacida de las necesidades del Ej¨¦rcito americano, la Web ser¨ªa el instrumento de una futura centralizaci¨®n del poder que dar¨ªa a las grandes instituciones p¨²blicas y privadas un control absoluto sobre la vida de los ciudadanos y dejar¨ªa en pa?ales su capacidad de influir en la pol¨ªtica. Hay que desconfiar de tales pron¨®sticos. La Web representar¨¢, sin ninguna duda, una mutaci¨®n radical en la manera de comunicar tan importante como lo fueron, en otros tiempos, la imprenta y el tel¨¦fono. La comparaci¨®n no es inocente: en estos dos casos, el pron¨®stico de la ¨¦poca fue que estas innovaciones iban a reforzar el poder existente. ( ... ) Por el contrario, fueron fuentes de descentralizaci¨®n: ( ... ) no pon¨ªan al usuario en relaci¨®n con un centro, sino que creaba entre ellos lazos directos. A esto, ning¨²n poder puede resistirse. Y lo mismo ocurrir¨¢ con Internet. ( ... ) La Web permite ramificarse por un n¨²mero casi ilimitado de fuentes de informaci¨®n. Es m¨¢s, incitar¨¢ a que cada individuo se convierta en emisor y no solamente receptor (...). Este formidable efecto descentralizador acompa?ar¨¢ a la mundializaci¨®n de la econom¨ªa ( ... ). Corresponde a nuestra generaci¨®n hacer de esta herramienta revolucionaria el instrumento de una mejor distribuci¨®n de la responsabilidad y la creatividad. ?Bello-desaf¨ªo!

12 de diciembre