Una farsa en cuatro actos
PRIMER ACTOObjetivo, Su¨¢rez
Su¨¢rez recuerda que fue la tarde del mi¨¦rcoles 22 de febrero de 1995. El coronel Perote se prepar¨® para entrar en operaciones, como en sus viejos buenos tiempos. Se acomod¨® sus sempiternas gafas oscuras Ray Ban y sali¨® hacia el hotel Ritz, en la madrile?a plaza de la Lealtad. Como en sus cl¨¢sicas aventuras de espionaje, deb¨ªa buscar a una persona: su contacto era Pedro J. Ram¨ªrez, director del diario El Mundo. Ambos deb¨ªan recorrer unos cincuenta metros, detenerse en el n¨²mero 4 de la calle de Antonio Maura y subir a la planta primera. Es el despacho del ex presidente de Gobierno, Adolfo Su¨¢rez. Este fue, como es su estilo, afectuoso. Les invit¨® a tomar asiento en un tresillo de piel de su despacho y abri¨® los o¨ªdos.
Perote y Ram¨ªrez estaban fabricando una de las primeras piezas de un puzzle que todav¨ªa est¨¢ por terminar de armar. El d¨ªa 20, El Mundo hab¨ªa lanzado su ca?a de pescar. El anzuelo iba dirigido a Su¨¢rez. El Cesid, dec¨ªa su informaci¨®n sin la menor prueba, busca testigos falsos para atribuir la creaci¨®n de los GAL a UCD.
De modo que dos d¨ªas m¨¢s tarde, el 22, Perote y su compa?ero estaban frente a Su¨¢rez. El coronel le inform¨® que durante una visita suya como presidente del Gobierno al Cesid, en 1978, se hab¨ªa grabado con micr¨®fonos ocultos todo lo que se hab¨ªa dicho durante la reuni¨®n. El diligente coronel le puso la cinta a Su¨¢rez en su despacho y mientras los tres la escuchaban le explic¨® que la misma era de gran valor. S¨ª, asegur¨® Perote ante un at¨®nito e indefenso Su¨¢rez.
-Esto vale oro, porque tiene espacios en blanco, que se pueden rellenar sin problema.
Mir¨® Perote, ya sin sus Ray Ban, a Su¨¢rez.
-Presidente -dijo el coronel- est¨¢n montando una operaci¨®n para desacreditar a todos los Gobiernos anteriores.
H¨¢bil jugada. Si llegas a Su¨¢rez tienes una ventaja. Porque ¨¦l, si lo considera importante, abre otras puertas inmediatamente. Su¨¢rez habl¨® con Felipe Gonz¨¢lez. M¨¢s tarde le llam¨® el vicepresidente Narc¨ªs Serra, y, poco despu¨¦s, Emilio Alonso Manglano, director del Cesid. ?ste pens¨® a bote pronto que el autor de la filtraci¨®n era el coronel Jos¨¦ Luis Cortina, pero pronto supo que no era as¨ª. Los contactos con Su¨¢rez permitieron a Manglano sacar la conclusi¨®n: se trataba de Juan Alberto Perote, el ex jefe de la Agrupaci¨®n Operativa del Cesid.
La tierra se abri¨® para Manglano. El era el custodio de un secreto que le carcom¨ªa desde hac¨ªa un par de a?os. Perote -o Alberto K.- se hab¨ªa llevado unas 1.500 microfichas con m¨¢s de 5.000 documentos del servicio secreto. Pero Manglano no inform¨® a nadie. Cuando lleg¨®, pues, a la conclusi¨®n de que Perote hab¨ªa visitado a Su¨¢rez, se fue a ver al ministro Garc¨ªa Vargas y se confes¨®.
SEGUNDO ACTO
El mariscal Conde
El abogado Santaella llevaba desde el 9 de enero de 1995 en la n¨®mina de Mario Conde. Se estren¨® ese d¨ªa con un art¨ªculo sobre los GAL, en las p¨¢ginas de opini¨®n de El Mundo, en el que asesoraba a Jos¨¦ Barrionuevo. "Barrionuevo se equivoca cuando acude a plaza de Castilla a defender su honor o a la calle G¨¦nova a pedir ser interrogado, con la esperanza secreta de terminar ante el edificio de la plaza de las Salesas. Su tribunal est¨¢ en la Carrera San Jer¨®nimo". Seg¨²n Santaella, los problemas de los GAL deb¨ªan enmarcarse en los delitos contra la Seguridad del Estado, previstos en el art¨ªculo 102.2 de la Constituci¨®n.
La misi¨®n confiada por Conde a Santaella era procesar el material extra¨ªdo por Perote del Cesid, sobre todo las informaciones sobre los GAL. Si esto constitu¨ªa la p¨®lvora, todav¨ªa faltaba algo muy importante: el ca?¨®n. Esa era labor de Pedro J. Ram¨ªrez y su peri¨®dico. El mariscal para dirigir la batalla: Mario Conde. Su ayudante de campo: Mariano G¨®mez de Lia?o.
Santaella sembr¨® a partir de febrero de 1995 en el campo abonado de Barrionuevo, afectado por el sumario Segundo Marey. Los encuentros tuvieron lugar en un despachito muy propicio: el de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso, en la calle de Cedaceros, que presid¨ªa Barrionuevo. ?Qu¨¦ mejor? Finalmente se trataba de defender a la Constituci¨®n contra viento y marea. Un encuentro entre Conde y Barrionuevo, el 24 de febrero, formaliz¨® las cosas. Y en otro ¨¢mbito, para hacer despliegue de tropas, el mariscal atra¨ªa a su terreno a otro financiero con problemas judiciales: Javier de la Rosa. Los d¨ªas 22, 25 y 26 de febrero se vieron Conde y De la Rosa. Se reunieron largas horas esos d¨ªas, con parejas incluidas, y se hicieron la foto.
Lo que Conde quer¨ªa era, dec¨ªan Santaella y Mariano G¨®mez de Lia?o, un pacto razonable. El juez Garc¨ªa-Castell¨®n deb¨ªa ser apartado del caso Banesto y su lugar lo ocupar¨ªa el juez Miguel Moreiras. Tambi¨¦n se hac¨ªa necesario reparar el presunto error de la intervenci¨®n con 14.000 millones de pesetas y suspender las inspecciones fiscales en marcha contra personas que no ten¨ªan que ver en la causa. Se refer¨ªan a Mariano G¨®mez de Lia?o.
Pero ni Barrionuevo, ni Su¨¢rez, a quien Santaella y Conde visitaron cada uno por su lado, lograron hacer ver lo razonable de las peticiones a sus interlocutores. Fue Su¨¢rez quien primero recibi¨® de Santaella un amplio documento. Los horrores de los GAL seg¨²n la informaci¨®n del Cesid robada por Perote. El ex presidente inform¨® a Gonz¨¢lez. Pero nada.
El 23 de abril de 1995, dos d¨ªas antes de que la comisi¨®n permanente del Consejo del Poder Judicial decidiera sobre el mandato de Garc¨ªa-Castell¨®n, Santaella y Conde se pusieron algo m¨¢s nerviosos. Decidieron repetir la operaci¨®n hecha con Su¨¢rez. Santaella visit¨® a Barrionuevo en su despachito del Congreso y le entreg¨® siete folios de conclusiones. Se citaban, con lenguaje jur¨ªdico, diversas operaciones de los GAL y hab¨ªa referencias a anexos documentales de varios cientos de p¨¢ginas. Barrionuevo se lo entreg¨® a Serra el 24 de abril. Y la comisi¨®n permanente primero, y el pleno despu¨¦s, apoyaron la renovaci¨®n de Garc¨ªa-Castell¨®n. Todo esto a pesar de que Santaella public¨® el 25 de abril un art¨ªculo en El Mundo, sin decir a pie de p¨¢gina que era abogado de Conde. Ped¨ªa la separaci¨®n de Garc¨ªa-Castell¨®n y... que el juez Moreiras llevase el caso. Otra vez nada.
TERCER ACTO
?Bum!
Despu¨¦s de contactos entre Santaella y el ministro Belloch, entre abril y junio de 1995, Conde ya no sab¨ªa qu¨¦ hacer para persuadir al Gobierno. Una parte de su material, seg¨²n Perote, ya hab¨ªa sido utilizado en el pasado. Se refer¨ªa a cintas magnetof¨®nicas de pol¨ªticos y hombres de la jet. Hab¨ªa que hacer una exhibici¨®n de fuerza. El Mundo deb¨ªa, ahora, entrar en acci¨®n. El lunes, d¨ªa 12 de junio, estall¨® el esc¨¢ndalo de las escuchas. Y Conde, a trav¨¦s del citado peri¨®dico y otros consejos, como los de Su¨¢rez, consigui¨® persuadir a Gonz¨¢lez. El 23 de junio, Santaella fue conducido por Belloch hasta el presidente del Gobierno en el palacio de la Moncloa. Fuera Garc¨ªa-Castell¨®n, 14.000 millones, Moreiras, reparaci¨®n, paz. En vano.
Nuevos contactos en Moncloa. Santaella y Mariano G¨®mez de Lia?o intentaron persuadir a Jos¨¦ Enrique Serrano, director del Gabinete de Presidencia. Pero durante las conversaciones comenz¨® el bombardeo a trav¨¦s de EL Mundo con informaci¨®n del Cesid sobre los GAL. Verano del 95, verano violento.
En septiembre el peri¨®dico, que sabe a conciencia que uno de los documentos registra una nota manuscrita de Manglano que dice Pendiente para el viernes, decide aprovechar el hecho de que en un estadillo se pone Pte. para apuntar a Gonz¨¢lez. En el documento entregado por Santaella dec¨ªa Pendiente para el viernes, para despachar entre Manglano y el entonces ministro de Defensa Narc¨ªs Serra, en 1983. Ahora en septiembre de 1995, como Serra ha dimitido, Perote, Conde, Santaella y El Mundo lo tienen f¨¢cil. ?Eureka! Pte es Presidente del Gobierno.
El mismo mes, septiembre, lo que hace Conde no es chantaje.
CUARTO ACTO
Crisis
Perote, el hombre que gui¨® los movimientos de Pedro J. Ram¨ªrez y de sus investigadores del caso GAL a trav¨¦s de cartas secretas dirigidas desde la prisi¨®n, v¨ªa Santaella y firmadas con el seud¨®nimo Viriato, est¨¢ de capa ca¨ªda. El hombre, que nutri¨® al peri¨®dico durante largos meses es amortizado en el balance de El Mundo. El 23 de septiembre de 1996 "cada vez parece m¨¢s claro que el m¨®vil de Perote no ha sido el arrepentimiento o la voluntad de cooperar con la Justicia. Si se llev¨® cientos de documentos del Cesid fue porque ten¨ªa otros motivos mucho m¨¢s oscuros, como lo prueba el hecho de que parte de estos papeles fueran objeto de una negociaci¨®n mantenida entre Conde y Gonz¨¢lez". El 1 de octubre: "A El Mundo le da igual el coronel Perote: ha demostrado que es un personaje turbio".
D¨ªas despu¨¦s, el 13 de octubre, Pedro J. dice sobre la relaci¨®n Conde-Gonz¨¢lez: "?Qu¨¦ es lo que media entre la ya de por s¨ª tan incriminatoria como ins¨®lita decisi¨®n de Gonz¨¢lez de recibir en la Moncloa al abogado de Conde y Perote y la ruptura de negociaciones, la denuncia del chantaje y el invento de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n? La clave est¨¢ en que Gonz¨¢lez llega a la conclusi¨®n de que nada de lo que aparece en los documentos tiene la entidad y concreci¨®n suficiente para cambiar su horizonte penal". Un d¨ªa despu¨¦s, el peri¨®dico afirma que "nadie duda de que el coronel fuera hombre ambicioso y sin escr¨²pulos".
La escuela de periodismo de Chicago afirmaba que la informaci¨®n, si es veraz, es lo ¨²nico qu¨¦ cuenta. Que las fuentes no tienen ninguna importancia. Es posible que incluso esto ya no sea hoy as¨ª. Pero esta es la cr¨®nica del compromiso con una banda perseguida por la justicia. No es, por tanto, la del periodismo de investigaci¨®n.
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