El presidente Fujimori, forzado a elegir entre el desaf¨ªo militar o el ba?o de sangre
El golpe m¨¢s audaz del terrorismo en Per¨² ha puesto al presidente Alberto Fujimori en el problema coyuntural m¨¢s dram¨¢tico de sus seis a?os de gobierno: traicionar a sus militares o traicionar a Jap¨®n. Los primeros se niegan a la m¨¢s m¨ªnima negociaci¨®n con los terroristas, mientras que Jap¨®n, principal socio de Per¨² y en cuyo suelo se desarrolla la crisis, exige un di¨¢logo que impida el ba?o de sangre.Dos tesis parec¨ªan abrirse camino anoche: una, que los terroristas del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, una diezmada guerrilla de origen pro castrista, no dejar¨¢n salir "un solo reh¨¦n m¨¢s" despu¨¦s de los casi dos centenares de mujeres y ancianos que fueron liberados ayer. La otra tesis es que no habr¨¢ un rescate a sangre y fuego de los rehenes.
Ambas premisas son fundamentales, pues el primer proyecto del Gobierno peruano era obtener, sin mayor negociaci¨®n, la salida de un n¨²mero elevado de rehenes reduciendo. la cantidad de cautivos a una cifra tal que el costo de una incursi¨®n violenta pudiera ser menor. Pero el Gobierno japon¨¦s, al que, como es p¨²blico, Alberto Fujimori hace m¨¢s caso que a ning¨²n otro, envi¨® mensajes claros sobre que lo prioritario en el manejo de la crisis es la protecci¨®n de la vida de los rehenes.
Esto plantea al Gobierno peruano un trago amargu¨ªsimo tras los espectaculares avances en su lucha contra el terrorismo, avances que han llevado al acorralamiento de Sendero Luminoso y al borde de la extinci¨®n al MRTA. Precisamente esa energ¨ªa implacable contra el terrorismo le origin¨® problemas de imagen en la comunidad internacional, aunque la pol¨ªtica de mano dura, que incluye juicios ajenos a los est¨¢ndares internacionales, es respaldada por la mayor¨ªa de peruanos. De ah¨ª, lo dif¨ªcil que resulta ahora pedir a esta opini¨®n p¨²blica -y mucho m¨¢s a los militares- que apruebe una negociaci¨®n con el terrorismo. Adem¨¢s, los secuestradores piden casi lo imposible. Se estima que existen actualmente unos 400 presos del MRTA, entre ellos, V¨ªctor Polay, jefe del movimiento. La direcci¨®n de la organizaci¨®n se encuentra en la c¨¢rcel de Yanamayo, en Puno, a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar y sometidos a condiciones extremas de aislamiento. Lo que pide el MRTA es la libertad masiva de sus dirigentes, y que tanto secuestradores como rehenes sean transportados a la selva peruana, a una regi¨®n en la que los guerrilleros del Tupac Amaru tendr¨ªan garantizada su seguridad.
A la hora de decidir, es previsible que una voz determinante ser¨¢ la del propio Gobierno japon¨¦s, en cuyo suelo se desarrollan los hechos. Jap¨®n, seg¨²n fuentes de ese pa¨ªs, no desea muertos en su Embajada. Pero se supone que esto caer¨ªa mal en la c¨²pula militar que ha acompa?ado a Fujimori durante todo su Gobierno y que son los padres de la pol¨ªtica de la mano dura.
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