?frica en nuestras calles
A nadie se nos escapa la gran cantidad de miseria y sufrimiento que existe en nuestras propias ciudades. Pero ?c¨®mo reaccionamos ante tal situaci¨®n? Una palabra: indiferencia.Desde peque?os hemos aprendido a mirar hacia el otro lado (no sea que nos crucemos con su mirada) y a no reconocer la realidad. Pues si son tan espa?oles, como nosotros, y, sobre todo, si son tan personas como pertenecientes al g¨¦nero humano, me pregunto que es lo que han hecho para que la sociedad los excluya y los margine de una forma tan atroz. Me parece que su pecado capital es ser pobres.
"?M¨ªralo, qu¨¦ bien vive sin trabajar! Prefieren la mendicidad antes que el trabajo. Ser¨¢n listos...". "Son unos fracasados, y adem¨¢s dan una mala imagen para la ciudad".
No hace falta ser muy avispado para escuchar comentarios denigrantes por doquier. ?C¨®mo vamos a ser capaces las sociedades mal llamadas desarrolladas e igualitarias de resolver conflictos como los de Zaire si todav¨ªa no sabemos / queremos hacer nuestro deberes?
Todos somos iguales, dice la c¨¦lebre sentencia; pero yo a?adir¨ªa que unos m¨¢s que otros.
?Es que nadie se preocupa por ellos? Los pol¨ªticos buscan votos; por tanto, los pobres de subsistencia no se encuentran dentro de su ¨¢mbito y los rechazan. El nuevo Gobierno ha demostrado que tampoco, pues con su revoluci¨®n conservadora y su empe?o de reducir el gasto social y sus prestaciones va a producir una escisi¨®n todav¨ªa mayor entre pobres y ricos.
Cuando los salarios de los funcionarios se recortan no dudan en manifestarse (es su derecho), pero ?qu¨¦ ocurre cuando se promulgan leyes que pisotean todav¨ªa m¨¢s la existencia de los sin techo, como la Confiscaci¨®n de las monedas que consiguen mendigando o la deportaci¨®n a otras ciudades? ?Qui¨¦n los defiende en estos casos?
?La pobreza extrema es un precio que tenemos que pagar para que unas pocas ¨¦lites disfruten de una vida ostentosa (desigualdad del capitalismo) o, por el contrario, podemos contribuir a la erradicaci¨®n de la pobreza y conseguir una sociedad m¨¢s igualitaria? La respuesta est¨¢ nosotros mismos y en nuestros dirigentes.-
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