La conciencia
Si el h¨ªgado insistiera en imponer su hecho diferencial al resto del organismo, la bilis inundar¨ªa la cavidad abdominal y, desbordando los conductos c¨ªsticos o col¨¦docos que le asigna la constituci¨®n corporal, anegar¨ªa los pulmones y nos saldr¨ªa por los ojos. Le sobra fuerza, si quisiera, para hacernos volar en pedazos. De hecho, se trata de la v¨ªscera m¨¢s voluminosa (ocho cent¨ªmetros de espesor) y llega a pesar un kilo y medio en los cad¨¢veres. Sin embargo, aun poseyendo una consistencia m¨¢s s¨®lida que los ¨®rganos vecinos, se deja deprimir por ellos mientras produce los jugos culturales necesarios para la digesti¨®n enteral.Y si los ri?ones se cansaran de estar detr¨¢s del peritoneo, que es por otra parte desde donde mejor funcionan, y decidieran ocupar, por ejemplo, el lado anterior de la cavidad abdominal, producir¨ªan en la zona una desorganizaci¨®n de incalculables consecuencias. Podr¨ªan argumentar, por qu¨¦ no, que se sienten colonizados por las pir¨¢mides de Malpicio o las columnas de Bertini, que eran dos se?ores de apellido extranjero. Pero ah¨ª est¨¢n, drenando sin parar, pues no ignoran que una peque?a parada de su secreci¨®n provocar¨ªa un envenenamiento masivo por sustancias retenidas.
Seg¨²n la nueva medicina, las v¨ªsceras tienen conciencia, de, ah¨ª que sean solidarias. La precisi¨®n del p¨¢ncreas o la eficacia del bazo ser¨ªan imposibles de conseguir a base de medidas disciplinarias. Act¨²an como act¨²an porque saben qui¨¦nes son sin necesidad de producir cat¨¢strofes extra?as a su actividad. En cambio, las noticias que llegan del Pa¨ªs Vasco parecen importadas de Chicago a?os treinta o de la Alemania nazi. Mucha singularidad hist¨®rica, pero estamos hartos de ver ese nacionalismo mat¨®n en pel¨ªculas extranjeras. Que aprendan de su h¨ªgado.
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