Aeropuerto y ciudad
El autor mantiene que los posibles retrasos del anterior Gobierno en la ampliaci¨®n de Barajas no justifican una precipitada apuesta por Torrej¨®n o un segundo aeropuerto.
"Los terrenos que pierde el aeropuerto los ganar¨¢ la ciudad". ?sta parece ser la conclusi¨®n de los m¨¢ximos responsables del urbanismo madrile?o (EL PA?S, 16-11-1996). Y sigue. Tras la renuncia del Ministerio de Fomento a una clara y significativa ampliaci¨®n de Barajas y la posible utilizaci¨®n de Cuatro Vientos como aeropuerto complementario de tercer nivel, el concejal Del R¨ªo se apresura las potenciales reservas aeroportuarias para anunciar su clasificaci¨®n como "suelo no urbanizable com¨²n".La contraposici¨®n aeropuerto- versus-ciudad supone una manifestaci¨®n de incultura urbana alarmante en boca de quienes tienen la obligaci¨®n, y no s¨®lo la ocasi¨®n, de gobernar una metr¨®poli como Madrid. Si algo hay plenamente urbano en un territorio metropolitano, este algo est¨¢ nutrido por los grandes nudos infraestructurales (estaciones, aeropuertos, universidades, museos, etc¨¦tera), que articulan la arquitectura regional y la integran en el sistema de ciudades que en Europa y el mundo son, o est¨¢n emergiendo. Espacios emblem¨¢ticos, funcional y simb¨®licamente, que deben ser asumidos, proyectados y defendidos como los puntos fuertes de una metr¨®poli renovada y competitiva. M¨¢s a¨²n si, como en el caso de Madrid, ciudad y regi¨®n tienen una posici¨®n exc¨¦ntrica respecto a los grandes ejes de comunicaci¨®n terrestres. o mar¨ªtimos. El aeropuerto, junto con las telecomunicaciones, se transforma en la autopista prioritaria para su integraci¨®n a escala mundial. Barajas, ampliado y dotado del equipamiento t¨¦cnico y territorial necesario, incluyendo la denominada "ciudad aeroportuaria" como espacio log¨ªstico, es sin duda la autopista m¨¢s importante y, por tanto, urgente que necesita Madrid. Tanto o m¨¢s que el AVE transeuropeo, que tambi¨¦n.
Si las opciones oscilantes y poco fundamentadas que desgrana el Ministerio cada d¨ªa, hijas del apresuramiento coyuntural (incendios y escandalosos retrasos) y hu¨¦rfanas de una reflexi¨®n sedimentada, constituyen el anuncio de una decisi¨®n precipitada o, peor a¨²n, de un parcheo inconcluso, el amparo que en ellas busca el Ayuntamiento de Madrid para justificar un cambio de clasificaci¨®n de terrenos, en el ¨²ltimo momento de la tramitaci¨®n del nuevo Plan General, ratifica una concepci¨®n del territorio en la que, el "suelo no urbanizable" no es el reconocimiento de unos atributos r¨²sticos (paisaj¨ªsticos o agr¨ªcolas), sino la oferta de un vulgar suelo expectante de m¨¢s casas, m¨¢s f¨¢bricas, m¨¢s negocio inmobiliario.Porque la ciudad es para nuestros pr¨®ceres: casas, m¨¢s casas; PAUs, m¨¢s PAUs; negocio, m¨¢s negocio. No s e trata de un "suelo no urbanizable com¨²n", sino de un "grosero suelo vendible".
Hasta aqu¨ª la alarma. En pocas l¨ªneas una m¨ªnima reflexi¨®n y defensa de las l¨ªneas de actuaci¨®n propuestas por los gobiernos socialistas, central y regional, desde enero de 1991.Barajas, s¨ª. Segundo aeropuerto, no (al menos en un horizonte de 25-30 a?os; ?qui¨¦n ve m¨¢s lejos?).
Barajas no es s¨®lo un aeropuerto, sino una de las grandes industrias madrile?as, referencia de pautas de conducta territoriales y econ¨®micas muy asentadas, cuya quiebra supone una alteraci¨®n grave en el funcionamiento f¨ªsico y social de la regi¨®n. En este tupido entramado socioecon¨®mico, seguramente es m¨¢s barato y eficaz el traslado de alg¨²n barrio afectado por las operaciones a¨¦reas que el traslado del aeropuerto.Barajas puede ampliarse, garantizando las exigencias medio ambientales de sus vecinos, y ser germen de una gran "actuaci¨®n estructurante" (perd¨®n por la pedanter¨ªa), tal Como se planteaba con la etiquetada "ciudad aeroportuaria", adem¨¢s e servir de causa coadyuvante de una ambiciosa recalificaci¨®n del paisaje metropolitano (Parque de Valdebebas y Vega del Jarama, con ¨¢rboles y sin casas). Barajas puede ser, y debe ser, una gran plataforma de viajes intercontinentales con f¨¢cil transferencia a movimientos nacionales, es decir, un superhub en el sistema de aeropuertos europeos.
Y Cuatro Vientos, contemplado en una estrategia regional que apostaba por Campamento como un "¨¢rea de nueva centralidad", que no como un pol¨ªgono de viviendas m¨¢s como lo ha vendido el Ayuntamiento (o ha comprado al Ministerio de Defensa), pod¨ªa transformarse en ese aeropuerto urbano semejante al londinense de los Docks.
?Por qu¨¦, si los gobiernos socialistas lo ten¨ªan tan claro desde 1991, tan poco se ha hecho por consolidar tal opci¨®n? La cr¨ªtica, as¨ª planteada, es dura y hace dif¨ªcil una defensa asumible por miles de ciudadanos cabreados y medios de comunicaci¨®n beligerantes. El ministro Borrell, a quien toc¨® la dif¨ªcil tarea de transformar la imaginaci¨®n en realidad, lo ha intentado explicar con poco ¨¦xito frente a o¨ªdos tapiados. Primero, no se ha estado inactivo ni despreocupado en estos ¨²ltimos a?os en los que se han realizado inversiones cuantiosas, que han permitido, entre otras cosas, pasar de, 30 vuelos/hora a 50, y con mayor seguridad. Segundo, se ha intentado, con gran esfuerzo y respeto, articular en torno al proyecto Barajas el consenso, coordinaci¨®n y corresponsabilidad interadministrativa (Ministerio, Comunidad Aut¨®noma y Ayuntamiento de Madrid) sin resultados operativos, debido a la pasividad de unos y la oposici¨®n del ¨²ltimo. Tercero, se han querido agotar las v¨ªas de convencimiento con los ayuntamientos, colectivos ciudadanos y organizaciones sociales, as¨ª como apurar las garant¨ªas de un m¨ªnimo impacto medioambiental. Quiz¨¢ demasiado rigor t¨¦cnico y garantismo democr¨¢tico, gloria y servidumbre de la izquierda, que han podido transmitir la sensaci¨®n de inoperancia, comparados con la presunta eficacia testicular de la derecha.
Per o los posibles retrasos del anterior Gobierno, agravados por el autismo sietemesino del actual, no justifica la renuncia a la reflexi¨®n acumulada, a los trabajos t¨¦cnicos y pol¨ªticos. ya realizados, y mucho menos la fuga hacia el precipicio de una precipitada apuesta por Torrej¨®n o la fuga hacia la nada de un segundo aeropuerto, no se sabe d¨®nde.
Y acabo. Un aeropuerto no es el enemigo ni la negaci¨®n de la ciudad, sino parte positiva, noble e imprescindible de su arquitectura f¨ªsica y social. Un aeropuerto no es s¨®lo un artefacto lleno de aviones, trenes y coches en un yermo castellano-manchego, sino pieza angular en un desarrollo territorial complejo y articulador del territorio metropolitano. Por eso alarma que en las declaraciones valientes y dolidas del se?or ministro y en la chapuza de ¨²ltima hora de los responsables del urbanismo madrile?o se hable y quiera resolver el tema de Barajas en ausencia de un discurso territorial m¨¢s amplio y complejo, negando cualquier compromiso con la cultura del plan. Ser¨ªa bueno evitar los errores cometidos hace unas d¨¦cadas con el tren. Primero se le expulsa de la ciudad, relegando las estaciones a la m¨¢s dura periferia. Hoy se invierte millones para aposentar AVEs y TGVs en el sal¨®n m¨¢s digno de nuestras ciudades, como s¨ªmbolo de modernidad.
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