Una divisa legendaria
La Fundaci¨®n Pablo Romero preservar¨¢ la casta original de la hist¨®rica ganader¨ªa
Jaime de Pablo Romero est¨¢ sumido en una actividad intensa para consolidar la fundaci¨®n creada con el fin de preservar la casta original de la legendaria divisa Pablo-Romero, de su propiedad. M¨¢s de mil aficionados han hecho ya donaciones econ¨®micas e importantes empresas est¨¢n a punto de unirse a este objetivo altruista, que defiende la esencia misma de la fiesta -el toro bravo- y tambi¨¦n una parte fundamental de sus tradiciones y sus fondos culturales, que se perder¨ªan irremisiblemente si desapareciera aquella ganader¨ªa centenaria.Hace ocho meses la ganader¨ªa estaba pr¨¢cticamente vendida. El comprador era, al parecer, un intermediario, que representaba a una figura del toreo.
Jaime de Pablo Romero tiene la convicci¨®n, de que este torero habr¨ªa cambiado no s¨®lo el nombre de la ganader¨ªa sino toda la concepci¨®n de bravura que se ha mantenido en su casa durante generaciones.
No fue ¨²nicamente el ganadero quien lo entendi¨® as¨ª. Aficionados franceses se alertaron y buscaron una soluci¨®n. Era dif¨ªcil pues Pablo Romero ten¨ªa dificultades para mantener la ganader¨ªa.
Tiempo atr¨¢s se hab¨ªa producido un proceso de herencia y gesti¨®n, en el que participaron Jaime de Pablo Romero y sus nueve hermanos. Finalmente la ganader¨ªa lleg¨® a su propiedad exclusiva y estableci¨® unos criterios que cifraba, principalmente, en recuperar y mantener la casta originar¨ªa.
"El toro que siempre se ha criado en esta casa: eso es lo que quiero", dice Jaime de Pablo Romero. "El pablorromero inconfundible por su tipo y por su casta. Cierto que la ganader¨ªa sufri¨® baches. Pero se va recuperando y en estos momentos ya se est¨¢ lidiando el pablorromero puro, con su trap¨ªo y su fiereza".
Toros c¨¢rdenos abundan en los predios de Pablo Romero. Toros c¨¢rdenos y entrepelaos y negros por las onduladas llanuras de Analc¨¢zar, a pocos kil¨®metros de Sevilla. Es zona de dehesas, alcornocales y encinares, aunque en la ganader¨ªa y aleda?os no existen estas arboledas y es tierra campa.
"Recuerdo" explica el ganadero, "cuando aqu¨ª hab¨ªa bosques pero se talaron, propiciando el cultivo, el pasto y la, comunicaci¨®n de las fincas". "El ganadero de los cuatro cuarteles" llamaron al viejo Pablo Romero. Y era por la disposici¨®n racional de sus cercados.
Los toros, los erales, los utreros y los a?ojos se agrupan en sucesivos pegujales, por este orden, para evitar la competencia entre los diversos grupos. Lo tienen estudiado: el eral nunca se pegar¨¢ con el cuatre?o, el utrero con el a?ojo.
Los toros, a su vez, se apartan por corridas. Es una facilidad que se reserva el ganadero, para mejor cuidado de sus productos, y que se concede al veedor cuando acude a comprar una corrida. "Aqu¨ª no se autoriza revolver, a nadie", advierte. "Ya me entiende: esos apoderados que van a la ganader¨ªa y exigen ese toro de aqu¨ª, aqu¨¦l' de all¨¢... Aqu¨ª, no. Aqu¨ª, esto es lo que hay".
Largos pasillos bordean los cercados para encallejonar la manada o las reses si se trata de conducirlas a la placita de tientas o de embarcarlas o de aparearlas. Y recorriendo estos mismos pasillos uno puede contemplar, sin dificultad, "la corrida de Bilbao", "la corrida de Madrid", y de ah¨ª adelante.
Deber¨ªamos decir de ah¨ª atr¨¢s, para hablar con propiedad, puesto que Pablo Romero dispone las corridas de menor a mayor trap¨ªo. La que se lidiar¨¢ en Bilbao el pr¨®ximo agosto es la que tiene "m¨¢s cara", y por eso queda al final. La de Madrid, para San Isidro -en el cercado anterior-, no le va a la zaga. O no mucho.
Tampoco es que le puedan definir muy bien los toros. Aparte de que a¨²n les faltan meses para coger cuajo, esta zona sufre un temporalazo de agua y viento, que los toros acusan.
Hundidas las patas en el l¨¦gamo, empapados, ateridos, ni se tumban ni se mueven y aguantan marea como pueden. Alguno remudia; alguno se arrima al compa?ero, si se deja, pues estos toros son pe leones y por nada y menos acaban a cornadas. Un c¨¢rdeno permanece con la cabeza torcida porque uno de sus hermanos le peg¨® un pitonazo en la oreja.
El tractor da bandazos por la tierra miga, que tremola a su paso, cede a la rodada y lo atrapa en el fango. Son d¨ªas malos para la ganader¨ªa. Los hombres no pueden faenar ni los animales herbacear. La esperanza es que cuando alumbre el sol y se llegue la primavera, que en Andaluc¨ªa suele venir adelantada, habr¨¢ en estos pagos una explosi¨®n de vida y la hierba les llegar¨¢ a los toros hasta los costillares.El caser¨ªo cortijero est¨¢ concebido para el trabajo -un peque?o sal¨®n, el despacho del mayoral, los aperos, las caballerizas- y all¨ª se instalar¨¢ la fundaci¨®n. Podr¨ªa haber sido en la casa solariega de los Pablo Romero en Benazuza, a pocos kil¨®metros. La vendieron hace cuatro a?os y ahora es hotel. Se trata de una aut¨¦ntica belleza, cargada de historia. Una mansi¨®n que a principios del milenio se encontraba en tierra moriega y reconquist¨® Fernando III el Santo. Se conservan la capilla, dependencias e incluso el balc¨®n desde el que se impart¨ªa justicia, el Santo Cristo de la plazoleta, el pat¨ªbulo donde se ejecutaba a los convictos de transgredir el Fuero Juzgo.
La fundaci¨®n, a la que Pablo Romero aporta el nombre, el hierro y la gesti¨®n, estar¨¢ dirigida por un patronato y los beneficios revertir¨¢n en el cumplimiento de sus fines culturales. Los socios benefactores podr¨¢n visitar la ganader¨ªa. Ser¨¢, seguramente, una experiencia inolvidable. Pues all¨ª, en lo de Pablo Romero, permanecen vivas la historia y la semilla piara de la casta brava originaria. Luego, claro, los toros han de embestir. Pero ¨¦sa ya es otra cuesti¨®n.
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