IU baj¨® la ley de Orwell
Al personaje de El proceso de Kafka le sucedi¨® algo parecido: deseaba entrar en la fortaleza, por una puerta que estaba ah¨ª s¨®lo para ¨¦l, pero el guardi¨¢n le cerr¨® el paso, oblig¨¢ndole a aguardar hasta la muerte. Claro que en este caso no ser¨ªa la muerte f¨ªsica, s¨®lo la pol¨ªtica. Hubiera bastado que el partido de la Nueva Izquierda coincidiese en su pensamiento con el del PCE, o aceptar como otros su natural liderazgo, para que la inserci¨®n de pleno derecho en la coalici¨®n Izquierda Unida fuese hoy un hecho. El ¨²nico obst¨¢culo habr¨ªa sido, en todo caso, el econ¨®mico, dada la asimetr¨ªa favorable al partido dominante en sus relaciones con IU. El PDNI era una boca m¨¢s, pero obviamente no es ¨¦ste el eje de la pasada crisis.La cuesti¨®n de fondo es que en la Izquierda Unida de Julio Anguita rige plenamente la ley de Orwell, esta vez aplicada a las formaciones que la integran: todos los partidos son iguales, pero hay unos partidos m¨¢s iguales que otros. Parad¨®jicamente, fue el mismo Anguita quien hace cinco a?os elev¨® su voz contra la transformaci¨®n de IU en una agrupaci¨®n pol¨ªtica unitaria; entonces se trataba de salvar un pluralismo bajo cuya m¨¢scara pod¨ªa ejercer su predominio el PCE. Hoy, la situaci¨®n es otra. Los renovadores se han ido o quedan en minor¨ªa. Ha cobrado forma una estructura de poder dentro de IU que se ajusta estrictamente al molde mediante el cual los partidos comunistas de la Europa del Este ejerc¨ªan el mando ¨²nico en el marco de una alianza s¨®lo formal con otros grupos, a ellos subordinados. Eran, en sentido estricto, sus sat¨¦lites. En este escenario, la entrada en juego como partido del PDNI, con todos sus valores y deficiencias (que no hacen al caso), quebraba la armon¨ªa del sistema solar centrado en el PCE. Hasta ahora, el viejo partido-vanguardia pod¨ªa elaborar pol¨ªtica, debatir y lanzar llarnarnientos por su cuenta -ejemplo: la campa?a de presi¨®n sobre Comisiones-, pero que lo haga otro vulnera el centralismo democr¨¢tico que de hecho est¨¢ imponi¨¦ndose en la coalici¨®n. No import¨® durante a?os que estuviera la peque?a Izquierda Republicana, contradiciendo la lealtad de IU a la Constituci¨®n, hoy tambi¨¦n evaporada; pensar por s¨ª mismo, y hacerlo p¨²blico -ruedas de prensa, voces, protesta Anguita- es m¨¢s grave. De ah¨ª el no al PDNI y la perspectiva de la V Asamblea de IU como la de su definitiva bolchevizaci¨®n, de-la voz ¨²nica en nombre de la "mayor¨ªa absoluta" (sic).
Y de Orwell a Brezhnev. Supuesto que es el PCE el que, igual por encima de los iguales, decide la pol¨ªtica de IU, toda elaboraci¨®n no coincidente con ella debe ser desautorizada. La f¨®rmula empleada por Anguita en su propuesta de perd¨®n y admisi¨®n a los renovadores -l¨®gicamente rechazada por ¨¦stos- resulta enternecedora y es propia de un inquisidor clemente. Hab¨ªan de retirar lo dicho, confesar su pecado y prometer no cometerlo de nuevo. ?l estar¨ªa vigilante. En suma, doctrina brezhneviana de la soberan¨ªa limitada, aplicada a los partidos de la coalici¨®n, con el a?adido del castizo sambenito. Nadie mejor que Paco Frutos para dise?ar semejante camisa de fuerza frente al pluralismo.
Resulta explicable que el PDNI e Iniciativa per Catalunya hayan optado por aguantar esta tensi¨®n hasta el fin, dejando as¨ª clara la convergencia de irracionalismos que prevalecen en la actual IU, hasta el punto de destrozar el sentido inicial del proyecto. Adem¨¢s, ante la opini¨®n p¨²blica, el que rompe, paga. Pero, al mismo tiempo, tendr¨¢n que ir pensando en impulsar algo efectivamente alternativo, en consonancia con lo que hoy representa la pol¨ªtica de unidad de acci¨®n de CC OO-UGT: IU est¨¢ por desgracia agotada. Tal vez exista el espacio para una izquierda democr¨¢tica que, dentro del marco socioecon¨®mico y pol¨ªtico actual plantee una alternativa real de gesti¨®n al conservadurismo del PP y a la moral de adecuaci¨®n del PSOE. Una izquierda democr¨¢tica al estilo de Baroja, sin frailes inquisidores, sin izquierdistas refugiados en la utop¨ªa y sin nost¨¢lgicos enmascarados de Stalin.
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