La guerrilla de Guatemala celebra su ¨²ltima Navidad en el monte
La columma de 70 guerrilleros avanza por las escarpadas veredas del Volc¨¢n Lacand¨®n, en el departamento de Quezaltenango, al occidente de Guatemala. Los combatientes suben y bajan a velocidad endemoniada esas pendientes que conocen de memoria a base de recorrerlas a oscuras. Hace s¨®lo nueve meses tuvieron en esa ruta un combate con una compa?¨ªa militar.
Esta vez no han adoptado excesivas precauciones: caminan con luna llena y con las linternas encendidas, como una llamativa serpiente temblorosa. Son las ventajas del clima de distensi¨®n que reina en v¨ªsperas de la firma de la paz con el Gobierno, prevista para ma?ana.Es Nochebuena y en el campamento les esperan sus compa?eros del Frente Luis Ixmat¨¢, una de las principales agrupaciones de combate de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). La misi¨®n ha culminado con ¨¦xito: Am¨ªlcar lleva el trofeo conseguido tras dos encarnizadas batallas futbol¨ªsticas contra la poblaci¨®n de San Pedro, que, eso s¨ª, dej¨® dos lesionados en las filas rebeldes.
Gran noticia en esa fr¨ªa noche. Momentos despu¨¦s el comandante Nery, un ind¨ªgena mam de ojos risue?os, confiesa la verdad. "Hemos tra¨ªdo el trofeo porque nos hemos ganado el coraz¨®n de la gente... En realidad perdimos los partidos. Nos lo han regalado".
Los 250 combatientes, hombres y mujeres, ind¨ªgenas en su mayor¨ªa, escuchan en silencio las palabras de su jefe. "?sta es la ¨²ltima Navidad que pasamos juntos en la monta?a. El pr¨®ximo a?o no sabemos d¨®nde estar¨¢ cada uno de nosotros. En cinco d¨ªas firmaremos la paz, que es lo m¨¢s grande que podemos tener Pero seguiremos luchando con otros medios para construir un pa¨ªs distinto".
Tamales y ron
Los guerrilleros han engalanado el campamento con cadenetas de colores, velas y flores reci¨¦n cortadas. Han encendido un tenue ne¨®n conectado a una planta hidr¨¢ulica. Podr¨¢n cenar en paz los tamales (masa de ma¨ªz con trocitos de pollo. y pasas envuelta en hojas de pl¨¢tano) y el ron local conseguidos gracias a una inesperada donaci¨®n de ¨²ltima hora. Ya no habr¨¢ m¨¢s sobresaltos, ni m¨¢s nombres que agregar a los 125 compa?eros ca¨ªdos que figuran en el pizarr¨®n.A pesar de todo, la atm¨®sfera es extra?a. La alegr¨ªa se mezcla con el v¨¦rtigo de un cambio dif¨ªcil. Demasiados a?os con el arma al hombro. Demasiadas vivencias compartidas. Demasiado sufrimiento. La guerra civil que desgarr¨® Guatemala durante 36 a?os dej¨® 150.000 muertos y varios episodios atroces, como las "acciones de contrainsurgencia" emprendidas por los Gobiernos militares que borraron del mapa m¨¢s de 400 aldeas ind¨ªgenas a principios de los a?os ochenta. Y engendr¨® tambi¨¦n generaciones enteras criadas en la violencia.
Como Mart¨ªn, de 22 a?os, que entr¨® a los nueve en la guerrilla, despu¨¦s de que el Ej¨¦rcito matara a sus padres. O como H¨¦ctor, que ha gastado la mitad de sus 35 a?os combatiendo. Los fusiles han pasado de padres a hijos. Son biograf¨ªas te?idas de horror que ahora, como les dice Nery, deber¨¢n asumir sin rencores.
Los guerrilleros hacen fila para recoger su tamal y su trago, previa entrega del Kal¨¢shnikov, como prudentemente ha ordenado el comandante. Johnny pone un casete y las notas de la cumbia arrancan los primeros bailes. "Yo estoy aprendiendo", dice Juan Jos¨¦, tratando de no perder el comp¨¢s. "Puede ser mi salida en la reinserci¨®n".
Ellos, muy corteses, sacan a bailar a las muchachas, algunas casi ni?as, que aderezan su uniforme verde olivo con llamativos pasadores, pendientes y collares. Cecilia tiene 17 a?os. Lleva dos en la guerrilla y cuando se desmovilice quiere estudiar inform¨¢tica. Byron no sabe qu¨¦ har¨¢, pero no est¨¢ muy convencido con la idea de volver a la capital, de donde lleg¨® hace dos a?os, cumplidos los 16 Le gusta la vida en la monta?a, cuenta, mientras mueve las caderas con soltura. Ellos han conocido la etapa tranquila, lejos de los bombardeos y combates que sufrieron los m¨¢s veteranos.
Sin nostalgia
De hecho, el Frente Ixmat¨¢, dependiente de la Organizaci¨®n del Pueblo en Armas (ORPA, uno de los cuatro grupos que formaron en 1979 la URNG y que comanda Rodrigo Asturias), ha sido uno de los m¨¢s castigados en la guerra. El capit¨¢n Bartolo lo sabe bien y jura que no echar¨¢ de menos esa vida. Tiene 37 a?os y ha pasado 14 en el frente. Perdi¨® varios dedos de las manos al colocar una mina. Su mujer y su hija est¨¢n refugiadas en M¨¦xico. "S¨¦ que hay gente a la que le va a resultar duro, pero yo estoy muy mentalizado para la reinserci¨®n. Cumplimos nuestro papel y las circunstancias han cambiado".A medianoche un grito interrumpe el jolgorio: "?Son las doce!". Alguien para la m¨²sica. Como de costumbre a lo largo de 36 a?os, los guerrilleros se desean feliz Navidad. Esta vez fundidos en un prolongado abrazo.Despu¨¦s de los acuerdos firmados en los ¨²ltimos meses en M¨¦xico, Oslo, Estocolmo y Madrid, Gobierno y guerrilla guatemalteca sellar¨¢n ma?ana en su pa¨ªs el acuerdo de paz definitivo. Una vez desmovilizados, los guerrilleros transformar¨¢n su URNG en un partido pol¨ªtico.
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