Cuatro escollos para lograr una (buena) reforma del profesorado
Pese a ser la dimensi¨®n m¨¢s relevante, es la gran ignorada de la pol¨ªtica educativa en lo que va de siglo

Desde hace unas semanas, hemos sabido que el gobierno ha comenzado una serie de conversaciones con los principales sindicatos para una reforma de la profesi¨®n docente. A pesar de ser la dimensi¨®n m¨¢s relevante, se trata de la gran ignorada de la pol¨ªtica educativa en lo que va de siglo, una pasividad que nos est¨¢ saliendo muy cara. Sin embargo, lograr un acuerdo sustancial y ambicioso para la profesi¨®n docente va a resultar una tarea muy dif¨ªcil. Veamos por qu¨¦.
Hay much¨ªsimo por hacer. Las notas medias de admisi¨®n del Grado de Infantil y Primaria han subido estos a?os, pero siguen estando lejos de las de otras ramas m¨¢s en auge; en Secundaria, en cambio, la selecci¨®n por nota ignora competencias pedag¨®gicas o la vocaci¨®n. Sigue sin haber un periodo de formaci¨®n pr¨¢ctica profesionalizante (tipo MIR) antes de comenzar la carrera donde los docentes aprenden de verdad a serlo. Se ha disparado la inestabilidad y rotaci¨®n del profesorado interino y joven en centros p¨²blicos, concentr¨¢ndose adem¨¢s en centros que atienden al alumnado m¨¢s vulnerable. Las oposiciones son las mismas: act¨²an como vallas disuasorias para muchos j¨®venes que prefieren ir a otros sectores y no seleccionan de manera eficaz al profesorado que necesitamos. Y la carrera sigue siendo esencialmente plana: el punto de llegada es el punto de partida, tanto en la escuela p¨²blica como en la concertada.
La ley educativa, aprobada a finales de diciembre de 2020, obligaba al Ministerio de Educaci¨®n a realizar una propuesta en el plazo de un a?o. La propuesta lleg¨® en enero de 2022, y aun recogiendo buena parte de los temas relevantes, estaba algo descafeinada. Podr¨ªa argumentarse que era una propuesta posibilista, pero el hecho de que tres a?os despu¨¦s nadie haya hablado de ella explica bien por qu¨¦ estamos ante la gran patata caliente de la pol¨ªtica educativa en Espa?a. La realidad es que los incentivos de casi todos los actores para acordar cambios relevantes son bajos o est¨¢n demasiado contrapuestos para que nadie se atreva con ella. Aqu¨ª van cuatro escollos que habr¨¢ que sortear para lograr una buena reforma docente.
1. El profesorado parte de un contexto de agravio laboral y creciente malestar. En Espa?a, las condiciones laborales del profesorado han empeorado en la ¨²ltima d¨¦cada y media. El poder adquisitivo ha ca¨ªdo cerca de un 10%, las horas lectivas en la escuela p¨²blica aumentaron durante la crisis, pero en muchas comunidades aut¨®nomas no han vuelto a bajar y la edad de jubilaci¨®n ha subido de los 60 a los 67: darle la vuelta a esta situaci¨®n podr¨ªa costar casi medio punto del PIB. Y m¨¢s importante, la vulnerabilidad socioecon¨®mica del alumnado, su capacidad de atenci¨®n y su bienestar socioemocional est¨¢n empeorando. Tambi¨¦n ha aumentado la carga burocr¨¢tica: seguimos apostando por una forma de hacer pol¨ªtica educativa procedimental, no orientada a la responsabilidad y los resultados. Pedimos m¨¢s a los docentes con unas aulas m¨¢s complejas, pero con menos recursos, menos tiempo y m¨¢s presi¨®n burocr¨¢tica. No es sorprendente que ese desajuste entre expectativas y recursos est¨¦ provocando un malestar que va m¨¢s all¨¢ de lo material, dando auge a sindicatos corporativos y de corte populista en detrimento de los sindicatos de clase, lo que vuelve m¨¢s compleja la unidad de acci¨®n a ese lado de la mesa de negociaci¨®n.
2. La educaci¨®n no ser¨¢ una prioridad presupuestaria en las cuentas p¨²blicas futuras. A muchos nos gustar¨ªa que la educaci¨®n fuera la prioridad absoluta del gobierno, que invirtiera un 7% del PIB como algunos propusieron hace no tanto. La situaci¨®n pol¨ªtica y demogr¨¢fica explican que la prioridad del gobierno son las pensiones y que las necesidades de inversi¨®n en sanidad acaparar¨¢n los esfuerzos de las CCAA. No es una opini¨®n, es la realidad revelada de que, en educaci¨®n, nos quedaremos, con suerte, donde estamos: esto es, entre el 4,3% (AIREF) y el 4,6% (Gobierno de Espa?a y Comisi¨®n Europea) de inversi¨®n en educaci¨®n sobre el PIB y que el presupuesto crezca lo que sea capaz de crecer la econom¨ªa. Es con estos mimbres con los que se debe satisfacer una mejora de las condiciones laborales del profesorado.
3. Es m¨¢s f¨¢cil llevar a cabo una reforma para los futuros docentes (¡°outsiders¡±) que para los actuales (¡°insiders¡±). Es ilusorio pensar que los docentes en activo aceptar¨¢n cambios de calado que afecten a su d¨ªa a d¨ªa, como por ejemplo un nuevo modelo de evaluaci¨®n y desarrollo profesional, sobre todo si el margen presupuestario no permitir¨¢ grandes piruetas. Bajar la ratio alumno-profesor gracias a la ca¨ªda demogr¨¢fica ser¨ªa un gui?o bienvenido por la profesi¨®n, pero como muestra la evidencia reciente tambi¨¦n un uso ineficiente de los recursos en buena parte de los centros educativos. Eso delimita el per¨ªmetro de acci¨®n viable y sustancial a pol¨ªticas de selecci¨®n y formaci¨®n inicial. Aqu¨ª van tres ideas. Primero, establecer una prueba de acceso a los grados de infantil y Primaria o al M¨¢ster de secundaria o modernizar y cambiar los curr¨ªculos de grados y masters hacia una orientaci¨®n m¨¢s pr¨¢ctica. Segundo, implantar un MIR educativo de 2 a?os, que podr¨ªa costar hasta 1.000 millones, seg¨²n estimaciones varias. Y tercero, reformar las oposiciones priorizando m¨¦ritos acad¨¦micos, pedag¨®gicos o vocaci¨®n social, pero esto es bastante m¨¢s complicado, porque el colectivo de interinos esperando a la cola desde hace a?os es demasiado grande.
4. No todos los actores relevantes est¨¢n sentados en la mesa. Si las pol¨ªticas de selecci¨®n y formaci¨®n inicial parecen ser el espacio de acuerdo, queda por sentar en la mesa a las otras partes implicadas: universidades p¨²blicas por un lado y comunidades aut¨®nomas, que son quienes las financian (salvo la UNED), por otro. Las primeras est¨¢n sobredimensionadas teniendo en cuenta la ca¨ªda demogr¨¢fica y el profesorado necesario que se viene, por lo que son perdedoras netas en t¨¦rminos presupuestarios; en la legislatura pasada, propusieron una prueba de acceso a Magisterio, pero el Ministerio de universidadesse opuso. En caso de que esto sea ahora viable, ?ser¨¢ posible ir m¨¢s all¨¢? Por su parte, las comunidades aut¨®nomas ya est¨¢n, en algunos casos, aunque t¨ªmidamente, implantando algunas de las medidas relacionadas con selecci¨®n y formaci¨®n inicial, por lo que coordinar un modelo de m¨ªnimos con el resto requerir¨¢ de mucha flexibilidad, quiz¨¢s demasiada.
Las buenas palabras que piden devolver el prestigio a la profesi¨®n pueden ayudar, pero los hechos marcan la diferencia. Y los hechos son que una reforma del profesorado es una buena reforma si conlleva a un buen equilibrio entre reconocimiento y exigencia a la profesi¨®n. Puesto que est¨¢ descartada aumentar la exigencia sin reconocimiento a los docentes (mejorando sus condiciones laborales), quedan dos opciones. La primera es una reforma donde se mejoran las condiciones laborales del profesorado a cambio de, por ejemplo, reducir las ratios en todas las escuelas por igual y alg¨²n cambio menor relativo a la selecci¨®n. La segunda requiere transitar un camino m¨¢s complejo, alinear los disgregados intereses sindicales, pero tambi¨¦n los de las Universidades y comunidades aut¨®nomas. Todo ello en un contexto de mayor¨ªa parlamentaria d¨¦bil, creciente polarizaci¨®n y sin presupuestos a la vista.
As¨ª pues, solo queda desear que los buenos prop¨®sitos de todos no ignoren la enorme complejidad de la tarea.
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