A la bancarrota por las tarjetas
La temporada navide?a, iniciada en noviembre, ha sido s¨®lida en EE UU. Ha registrado entre un 6% y un 15% de incremento de ventas con respeto a 1995, seg¨²n los sectores. La raz¨®n es que se daban todas las condiciones para ello. La confianza del consumidor est¨¢ en niveles desconocidos desde hace siete a?os, gracias a la combinaci¨®n m¨¢gica de bajo desempleo y aumento en los ingresos. En algunos casos, excesiva confianza, que desemboca en declaraciones de bancarrota personal.La preocupaci¨®n es que el optimismo se convierta en euforia, porque la deuda de los consumidores se encuentra en niveles que muchos consideran ya excesivamente altos, 1,4 billones de d¨®lares (182 billones de pesetas), y crece a una velocidad anual superior a la de los ingresos. En promedio, cada norteamericano gasta 1,10 d¨®lares por cada d¨®lar que ingresa.
El cr¨¦dito es m¨¢s accesible que nunca. Las ofertas de nuevas tarjetas llegan un d¨ªa s¨ª y otro no por el correo. Los env¨ªos postales de ofertas ascendieron a 2.700 millones en 1995, un 200% m¨¢s que en 1992, 17 por cada norteamericano de 18 a 64 a?os de edad. La competencia de bancos e instituciones es feroz y las tarjetas van acompa?adas de regalos y descuentos, eliminaci¨®n de tarifas anuales y otros alicientes.
En paralelo a la generalizaci¨®n del pl¨¢stico, las deudas asfixian a una legi¨®n de usuarios de tarjetas de cr¨¦dito, que recurren cada m¨¢s a la solicitud de declaraci¨®n de quiebra para protegerse de los acreedores.
Aunque el 96% de los norteamericanos se las arreglan para manejar bien sus pagos a plazos, en 1996 las declaraciones personales de quiebra pasar¨¢n del mill¨®n, superando con creces el anterior r¨¦cord de 900.000, en 1992. Uno de cada 100 hogares se considerar¨¢ incapaz de asumir la deuda acumulada y solicitar¨¢ la declaraci¨®n de bancarrota.
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