Trapiello: "La no afectaci¨®n hace creible un diario"
El escritor publica 'Los caballeros del punto fijo', el quinto volumen de sus relatos
El escritor Andr¨¦s Trapiello (Manzaneda de Tor¨ªo, Le¨®n, 1953) acaba de publicar el quinto volumen de sus diarios, Los caballeros del punto fijo (editorial Pre-Textos). El libro forma parte de "una novela en marcha" titulada Sal¨®n de pasos perdidos. Trapiello para quien "la no afectaci¨®n hace cre¨ªble un diario siempre tiene presente la advertencia que hac¨ªa Unamuno al comentar uno de los diarios m¨¢s c¨¦lebres, el Journal intime, de Andel: "Ojo con los que llevan un diario; empiezan escribiendo lo que les acontece cada d¨ªa y acaban viviendo s¨®lo para contarlo en el diario".
Con cinco t¨ªtulos (el anterior, Las nubes por dentro, fue uno de los finalistas del ¨²ltimo Premio Nacional de Narrativa) y m¨¢s de mil quinientas p¨¢ginas, Andr¨¦s Trapiello, a estas alturas, tiene ya una idea de lo que es un diario: "Para m¨ª, ante todo, una manera de entrar en la novela un poco por la puerta falsa; por eso los subt¨ªtulos 'Una novela en marcha'y por eso padezco el s¨ªndrome de Sherezade: tener que contar historias para que los lectores no se vayan".Pero m¨¢s que nada, se?ala, un diario es una manera de ver las cosas. "Uno se refleja m¨¢s en las cosas que les pasan a los demas. A m¨ª nunca me pasa nada, y por eso llevo un diario; si me ocurrieran grandes cosas, no anotar¨ªa, desde luego". Mirarse el ombligo, piensa Trapiello, en si mismo no es malo, "eso es crear, hacer algo"; lo malo, advierte, "es encontrar interesante tu propio ombligo". ?ste es el peor pecado en el que puede caer un diarista. Y frente a esto, la advertencia cervantina: la naturalidad. "Un diario debe tener un estilo absolutamente llano, de una gran naturalidad".
Un seductor
En su opini¨®n, un diarista es un seductor con mala suerte en la vida. "Por eso la cuenta de nuevo en un diario. Ser¨ªa algo as¨ª como un replay trucado, trucado, literariamente. Pues el d¨ªarista ha de ser fiel a la vida, no a la realidad, que no es la misma cosa". Trapiello, al contrario que otros diaristas que suelen publicar sus anotaciones, casital cual, suele dejar que pase un tiempo (¨¦ste, que acaba de aparecer, recoge su a?o 1991) y se esfuerza en elaborar aquellas anotaciones, y, as¨ª, en ocasiones, cosas que en su momento, en caliente, le parecieron interesantes dejan de serlo despu¨¦s, y, al rev¨¦s, cosas esbozadas entonces adquieren sentido y calidad literaria a?adida.
"Para que ese seductor con poca fortuna tenga fortuna en este g¨¦nero, lo fundamental es que lo haga de forma natural; uno de los defectos mayores del g¨¦nero inginorial¨ªsimo es que la gente se pone muy estupenda". A su juicio, la no afectaci¨®n es lo que "hace cre¨ªble esa otra vida contada en un diario: a muchos diaristas se les estropea esa otra vida que quieren contar porque el estilo se la falsea". Se consigue el tono "cuando incluyes una historia de ficci¨®n y el lector la tiene por verdadera; lo peor es pintar cosas verdaderas que resulten falsa?.
A Trapiello cada vez le interesa menos el Andr¨¦s Trapiello personaje de los diarios. "De hecho", puntualiza, "cada vez va a ir apareciendo menos; poco a poco, las otras cosas, los dem¨¢s, se acabar¨¢n apoderando del diario". Su ¨²nica preocupaci¨®n es que aquello siga resultando vivo, "rni compromiso es con lo que estoy viendo". A pesar de ser persistente con este g¨¦nero tan ego¨ªsta, le, aburre la literatura del yo. S¨®lo salva un gran libro del yo: Moby Dick, una novela, desde luego, pero tambi¨¦n un diario, unas memorias. "En un diario llega un momento en que t¨² te olvidas del yo y piensas en las otras cosas; y lo haces bien cuando la gente se olvida de ti misrno".
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