Unamuno: matar la muerte
Si Unamuno estaba -?qu¨¦ remedio!- resignado a morir, a lo que no lo estaba en modo alguno era a "morirse del todo". Y uno de los procedimientos o ardides de que se sirvi¨® para conseguir la inmortalidad o un suced¨¢neo de ella, consisti¨® en fundirse en la personalidad colectiva de su pueblo -del de su natal Bilbao o el de su adoptiva Salamanca-, m¨¢s duradera que la suya individual. Harto significativos son los versos finales de su c¨¦lebre oda a Salamanca, compuesta en 1904: "... Cuando yo me muera / guarda, dorada Salamanca m¨ªa, / t¨² mi recuerdo. / Y cuando el sol al acostarse encienda / el oro secular que te recama, / con tu lenguaje, de lo eterno heraldo, / di t¨² lo que he sido".Curiosamente, el poeta que rogaba as¨ª a las torres salmantinas que perpetuasen su memoria se dirig¨ªa de otra manera a las gris¨¢ceas naves g¨®ticas de la bas¨ªlica (hoy catedral) del se?or Santiago, en su nativa villa de Bilbao, a las que dos a?os m¨¢s tarde promet¨ªa, bajo juramento, levantar, con sus doloridos c¨¢nticos, una nueva bas¨ªlica inmaterial que, sobreviviendo a la de piedra, cantase las glorias de ¨¦sta: "_. te juro yo con mis dolores / levantar a mi pueblo por los siglos, / donde sus almas tormentosas canten, / otra bas¨ªlica. / Y tal vez cuando t¨² rendida entregues / tus piedras seculares a mi tierra, / la altiva flecha de mi templo entone / tus glorias ¨²ltimas".
Se pregunta el lector a qu¨¦ se debe esta diversidad de actitudes. La sencilla respuesta es que otra de las varias recetas a que Unamuno recurno para "no morirse del todo" fue la de sobrevivir mediante su propia obra en la memoria ajena, en la fama o gloria de este mundo (y de esta simiente brot¨® en lo esencial su Vida de Don Quijote y Sancho). Y confi¨® en ella tanto, que previ¨® que el templo de su obra iba a tenerse en pie "por los siglos". No est¨¢ de m¨¢s recordar, en estos d¨ªas finales de 1996, al cumplirse 60 a?os de su fallecimiento, esta faceta capital del que se llam¨® a s¨ª mismo "peregrino del ideal ultraterrestre, romero de la inmortalidad" y ansi¨®, m¨¢s que nada en este mundo, poder dar un d¨ªa, seguro de ella, el grito de victoria que leemos en su Cristo de Vel¨¢zquez "?Por fin muri¨® la Muerte!"
Babelia
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